Cartografies literàries de la Mediterrània

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De muros, setos y parejas mixtas en Próximo Oriente: “Todos los ríos del mundo” de Dorit Rabinyan

8 d'abril de 2018 Ana Deixa un comentari

De muros, setos y parejas mixtas en Próximo Oriente: Todos los ríos del mundo, de Dorit Rabinyan

Uno de los temas recurrentes y más polémicos de la literatura hebrea contemporánea es el de las parejas mixtas, concretamente el de las relaciones amorosas que puedan llegar a darse entre un judío y un no judío. Dos gigantes de las letras hebreas como son Bialik (1873-1934) y Agnon (1888-1970) trataron el tema en sendas obras deliciosas; el primero en 1909, en Al otro lado de la valla, y el segundo en 1943, en La señora y el buhonero. Desde entonces, otros muchos autores han abordado el asunto que, indefectiblemente, siempre se acaba resolviendo en la obra literaria como una relación fracasada. Si “el otro” o no judío en la Diáspora era el gentil, “el otro” es en la literatura hebrea de Israel casi siempre el árabe.

Esta cuestión de las parejas mixtas saltó a la palestra en Israel en el año 2015 por la polémica que despertó el hecho de que la novela de Dorit Rabinyan El seto (publicada en hebreo en 2014 en la editorial Am Oved y en su traducción española en 2017 bajo el título de Todos los ríos del mundo, por Ediciones B) fuera eliminada por el Ministerio de Educación y Cultura, en un gesto de manifiesta censura, de la lista de lecturas obligatorias en los institutos de segunda enseñanza, a pesar de haber sido recomendada por los asesores correspondientes para el plan de estudios de esos estudiantes.

 

La novela narra la relación amorosa entre una traductora israelí judía, Liat Benyamini, y un artista pintor árabe, palestino y musulmán, Hilmi Nasser. La acción tiene lugar principalmente en la ciudad de Nueva York durante el curso académico de 2002-2003, con el inicio de la guerra de Irak como fondo. Nueva York, lugar en el que los amantes se han conocido, funciona como un negativo de locus amoenus, pero lugar, al fin y al cabo, donde una relación de ese tipo sí es posible gracias al anonimato que ofrece una megalópolis como esa. Desde el principio mismo de la relación Liat tiene muy claro que se trata de una relación temporal y abocada al fracaso. Sabe perfectamente que si desea regresar a Israel, como es su intención, tendrá que renunciar a su gran amor, un amor que en todo momento le oculta a su familia e incluso a sus amigos más íntimos. Dorit Rabinyan, por su parte, como autora de la novela, se pasma de que una obra que refleja la realidad de la imposibilidad casi absoluta de las parejas mixtas en Israel, haya sido eliminada del currículum de los jóvenes israelíes: “(…) La protagonista de la novela [Liat] se crio dentro de los límites impuestos por la sociedad israelí, por la mayoría judía, la minoría árabe [los llamados árabes israelíes] y los vecinos palestinos. La elección que hace Liat apartándose así del amor, es la de una mujer con una ideología sionista fuertemente arraigada en ella. Resulta irónico que una novela que trata precisamente del miedo a asimilarse a Oriente Medio sea rechazada por ese mismo miedo. (…)” (Or Kashti, en Ha-Aretz, 31.12.2015).

 

A pesar de ello el título hebreo de la novela – El seto – planea constantemente sobre el lector recordándole que un seto no es un muro estanco y poderoso como el que en la vida real Israel ha levantado acuciado por su complejo de gueto, sino que un seto crea un ambiente de buena vecindad, de porosidad, de permeabilidad y por ello mismo, de esperanza de poder llegar un día a un entendimiento. Al mismo tiempo el hecho de que la acción se desarrolle en Nueva York permite a la autora resaltar las numerosísimas similitudes existentes entre los judíos israelíes y los árabes palestinos, ya que ambos, de los que se ven realmente diferentes, es de los estadounidenses. Hasta el punto de que estos últimos confunden a israelíes y palestinos en algunos momentos de la trama. Confusión esta que no es exclusiva de esta novela, sino también motivo recurrente en otras muchas obras: “si nos confunden, es, evidentemente, porque nos parecemos”.

El interés de esta novela, entre otras muchas cuestiones, se encuentra en que resalta el hecho de cómo se ve uno a sí mismo a través de los ojos de su supuesto enemigo, aquí convertido en su amor, y derivada de esa visión de uno mismo a través del otro, cómo se llega a tener la certeza de que una de las mayores maldiciones del llamado “conflicto árabe israelí” consiste en la nacionalización de las vidas de los ciudadanos, unas vidas en las que apenas queda espacio de privacidad: la existencia entera de unos y otros se encuentra nacionalizada y secuestrada por “la situación”, eufemismo con el que se refieren a la perpetua guerra en la que viven sus pueblos.

Así, de nuevo en esta novela, como en casi todas las de su género, el futuro de la pareja mixta está sentenciado:

“(…) El mes próximo, en verano, Hilmi estará en Ramala y yo [Liat], mañana, en Tel Aviv. Nos separarán solo setenta kilómetros. Una hora y media en coche. Sin embargo casi no hemos hablado de ello, pues sabemos que, a pesar de la cercanía, allí no podremos vernos. Sabemos que no hay una línea recta entre esos dos puntos, sino una carretera sinuosa y larga, peligrosa para mí, infranqueable para él. La manera como evitamos referirnos a este tema, la resignación y nuestra conciencia muda de la realidad, parecen ser la prueba de que las barreras que nos separarán en Israel ya existen, aquí y ahora, entre nosotros. (…)” (p. 262)

En mi opinión, es muy recomendable la lectura de esta gran novela de amor, para desde la ficción intentar acercar posiciones al comprender hasta qué punto el polvorín de Oriente Medio se cuela por los resquicios más privados de las vidas de sus habitantes y los condiciona fatídicamente.

(De esta misma autora, que pertenece a la comunidad mizrahí u oriental ya que su familia es de origen iraní, Dorit Rabinyan, también pueden leerse en traducción española Novias persas (Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1999) y Nuestras bodas (Lumen, Barcelona, 2002) centradas en la comunidad judía de origen iraní en Israel, dos novelas que nos ofrecen el punto de vista de las mujeres de esa comunidad.

Ana Bejarano

 

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JASMINE, novela del escritor israelí nacido en Bagdad ELI AMIR: cinco décadas de ocupación

3 de novembre de 2017 Ana 1 comentari

Recomiendo la lectura de la novela Jasmine, del autor israelí de origen iraquí Eli Amir (Ediciones B, México, 2016. Traducción del hebreo al español por Gerardo Lewin) El original hebreo es de 2005.


Este año de 2017 se cumplen 50 años de la Guerra de los Seis Días. Mientras Israel celebra la reunificación de la ciudad de Jerusalén, los palestinos sufren los negativos efectos de cinco décadas de ocupación. Por ello resulta especialmente interesante la lectura de la novela Jasmine que no deja de ser casi un documento histórico por su fuerte componente autobiográfico. La novela Jasmine se inicia con esa guerra del año 1967 y narra los primeros meses de la ocupación de la Jerusalén oriental y de Judea y Samaria, los llamados Territorios ocupados o Transjordania. El autor, Eli Amir, nacido en Bagdad en 1937 y llegado a Israel en 1950 con apenas 13 años, como judío árabe que se considera a sí mismo, se transforma en el soldado protagonista Nuri Amari, también él bagdadí, y nos lleva de la mano por un relato que nos muestra la tragedia que supuso para la población árabe palestina de Jerusalén y de Transjordania la victoria de Israel en esa guerra. Nuri Amari, al ser un mizrahí, un judío de Bagdad de cultura y de lengua materna árabe, es nombrado por la autoridades israelíes como su representante en la Ciudad Vieja de Jerusalén, con el fin de intentar acercar posiciones entre israelíes y palestinos. La novela enfatiza el papel de puente que podían haber jugado los judíos árabes, un puente entre el establishment sionista de corte occidental y los árabes palestinos. Ahí, en la Jerusalén oriental es donde Nuri Amari, el israelí judío de origen iraquí, conoce a Jasmine Halmi, una joven viuda árabe palestina cristiana de Talbiyye, barrio del que su familia fue expulsada en la guerra de 1948, la guerra de independencia de Israel. La familia de Jasmine sufre, pues, una segunda ocupación en el 67. La historia de amor entre Nuri y Jasmine se ve envuelta en las mismas dificultades que acechan a sus respectivos pueblos. Es esta una novela sobre la segunda Nakba, sobre los nefastos efectos de la ocupación militar, sobre la inviabilidad de las parejas amorosas mixtas, sobre las sombras del colaboracionismo y, no en menor medida, sobre la ciudad de Jerusalén oriental con su arquitectura, su clima, sus manjares, sus jardines, sus aromas, todo ello destruido ahora en parte por la modernidad y el progreso que los israelíes llevaron a ella hace ahora medio siglo. El interés de esta novela, en suma, radica sobre todo en que quien nos narra todo ello desde la crítica más corrosiva es el escritor israelí bagdadí Eli Amir quien así reivindica la arabidad de la que nunca debió ser desprovisto ni él mismo ni los territorios a los que aquí canta.

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Junction 48

6 d'octubre de 2017 Erica Deixa un comentari

El pasado sábado 30 de septiembre en la Filmoteca de Cataluña se proyectó Junction 48 (2016) en el ámbito de la 19º edición del Festival de Cinema Jueu de Barcelona.

Udi Aloni se inspiró para dirigir la película en la biografía de Tamer Nafar, el primer rapero palestino, que actúa como protagonista con el nombre de Kareem.

Ana mish politi «No soy político» canta Kareem y afirma en un entrevista: “Mis canciones no son políticas, simplemente describo el sitio en el que vivo”. Pero la ciudad en la que Kareem vive, la misma en la que nació y se crió Tamer Nafar, es Lud/Lod, situada en el área periférica de Tel Aviv. No se puede describir Lud/Lod sin aludir al contexto político y social. El tráfico de droga parece ser el único futuro posible para los jóvenes del lugar, las redadas policiales están al orden del día, el ejército israelí derrumba casas para poder construir un Museo de la Coexistencia y a todo eso se le suman la dificultades impuestas por la sociedad patriarcal. Todos estos temas aparecen en la escena cinematográfica e interpelan al espectador como versos directos e incisivos de una canción de rap.

 

 

La violencia impregna el ambiente en el que viven los protagonistas de la película que, sin embargo, encuentran en la música una vía de escape. A través de la música se crean pequeñas islas de momentáneo sosiego que enmarcan escenas de profunda ternura, de solidaridad y de alegría compartida. Al mismo tiempo se busca otro lenguaje para la rabia y la impotencia, para dar voz a la protesta y a la lucha, ya sea contra la violencia, contra el racismo o contra el machismo de la sociedad.

El hip hop americano es la fuente de inspiración de Tamer Nafar (y de Kareem en la película) y desde el punto de vista de la lucha política y social lo son las Panteras Negras y Malcom X. No es algo inusual: no solo las reivindicaciones identitarias de los palestinos residentes en Israel, sino también las de los judíos árabes hacen referencia a menudo a la cultura afroamericana para luchar contra el racismo de la sociedad israelí.

En ocasión de la entrega del premio Ophir de 2016 a la mejor banda sonora original que ganó Tamer Nafar junto con Itamar Ziegler, el rapero subió al escenario con Yossi Tsabari, actor judío árabe que suele componer y recitar poemas en las performances de poesía oral. Juntos interpretaron Ana mish politi y cantaron unos versos del famoso poema de Mahmud Darwish Identity Card en el que está inspirada una de las composiciones poéticas de Tzabari. La actuación provocó que Miri Regev, Ministra de cultura del gobierno israelí, abandonara la sala indignada y suscitó diversas polémicas.

Es curioso que la serie televisiva Avoda Aravit «Trabajo árabe» dirigida por Sayed Kashua, exitoso escritor palestino israelí, use como banda sonora una canción de DAM, el grupo rap fundado por Tamer Nafar, y en ella también, como en Junction 48, se pone en escena la vida cotidiana de una familia palestina en Israel, aunque con un estilo más bien cómico.

Puede que se esté asistiendo a una paulatina recuperación y reivindicación de la cultura palestina también dentro del escenario cultural israelí. A través del arte se intenta dar voz y legitimidad al relato de los palestinos que residen en Israel y la película Junction 48 es un claro ejemplo de ello .

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