Perspectives

La protesta en tiempos de pandemia

La Red se ha convertido en el centro de la actividad durante todos estos meses. Los problemas que ha causado la pandemia han impulsado gran cantidad de cambios y movimientos digitales, conectando a las personas más que nunca.

«Debido a la obligación de estar en casa y el distanciamiento social, más personas han recurrido a internet no solo para buscar entretenimiento o interacción social, sino también para apoyar cambios sociales positivos. Durante muchos meses, la Red ha sido el único lugar donde se podían elevar reclamaciones, protestar, expresarse», explica Irene Milleiro Díaz, Directora Gerente de la Change.org Foundation. En plataformas como Change.org, una de las mayores organizaciones de peticiones y activismo digital a nivel mundial, han detectado un aumento en la actividad de hasta un 80% respecto al año anterior. De hecho, según un informe de la pandemia llevado a cabo por la propia página web, más de 100 millones de personas han apoyado durante este periodo peticiones relacionadas con la Covid-19.

La pandemia ha tenido importantes consecuencias sociales y económicas, hecho que ha provocado también que mucha gente haya recurrido a este tipo de plataformas para hacerlas visibles y aportar soluciones. Marcos y Tonia son dos ejemplos de ello. «Soy sordo y las mascarillas opacas me aíslan», dice Marcos Lechet, de 48 años, en la petición que inició hace unos meses en la plataforma Change.org para que se homologuen las mascarillas transparentes. Marcos es sordo desde los cinco años, aunque gracias a los implantes cocleares que lleva puede comunicarse. Sin embargo, desde la llegada de las mascarillas con el comienzo de la pandemia, le es imposible leer los labios de la gente cuando no entiende lo que le dicen. «No es un capricho, ni algo que necesite solo yo. En España somos un millón y medio de personas con discapacidad auditiva, según el INE», declara en su solicitud. El problema está en el hecho que los médicos advierten de que estos modelos de mascarillas ni protegen ni filtran. Por lo tanto, es necesario que se fabriquen primero modelos que sí cumplan con los estándares y protejan bien para que se homologuen y la gente los pueda llevar.

En Alemania, Tonia Merz, diseñadora de moda autónoma de 46 años, decidió empezar también una petición en la misma página web. Tonia lleva un pequeño negocio con cinco empleados. Debido a la crisis derivada de la situación actual está al borde de la ruina. Por ello, abrió una petición para reclamar al gobierno alemán una renta básica universal. «Para quienes no hay subsidio de trabajo y para quienes los préstamos no pueden ser una perspectiva futura. Nadie sabe cómo pagar el alquiler, el seguro médico privado, la comida de sus hijos u otras responsabilidades», escribe Tonia. Además, decidió organizar una manifestación digital de doce horas en Twitter para intentar conseguir una respuesta del gobierno alemán a través de la cual logró llamar la atención de varias diputadas.

«El dinero no se come». Maria Eugènia en una de las manifestaciones llevadas a cabo por el grupo de activistas en contra de la destinación de millones de euros a la industria fósil por parte de los grandes bancos españoles // Nacho Sánchez.

Al igual que ellos, este año miles de personas alrededor del mundo han decidido protestar por sus derechos digitalmente, y no solo por cuestiones derivadas de la pandemia. En general, muchas personas han seguido de cerca los movimientos en las redes y se han puesto al día durante el confinamiento. Maria Eugènia Patón, estudiante universitaria y trabajadora en el centro comercial La Maquinista, aprovechó la cuarentena para leer libros. Entre sus elegidos, varios trataban sobre el cambio climático, lo que la motivó a apuntarse al grupo de activistas Rebelión o Extinción Barcelona, centrado en el movimiento contra la crisis climática y ecológica. Eso sí, el espíritu revolucionario ya lo llevaba dentro desde hace años. «Siempre he estado muy a favor de luchar por nuestros derechos y más por nuestros servicios públicos», dice mientras comenta cómo en los días de huelga en el colegio, ella iba a las manifestaciones en contra de los recortes en educación y sanidad pública. Aunque no se fía mucho de las páginas web de peticiones, a no ser que sea algo que conozca, sí participó en diversas protestas en Instagram, y ha llevado a cabo varios crowdfunding en los que se subvenciona con pequeñas cantidades de dinero proyectos o empresas a través de internet.

La Covid-19 ha traído consigo meses muy duros y llenos de enormes retos. La red ha conectado el mundo como nunca antes se había visto. Ha obligado a los estados a escuchar a la población y a las comunidades. «Lo que también hemos visto estos meses es un mayor número de respuestas de decisores a las peticiones. En Francia, por ejemplo, seis ministros diferentes respondieron a peticiones ciudadanas relacionadas con la Covid-19», afirma Irene Milleiro. En España, más de 90.000 personas firmaron una petición pidiendo que el Gobierno español mantuviese peluquerías y salones de estética cerrados para evitar contagios. Este hecho provocó que el Gobierno rectificara al día siguiente, declarando el cierre de estos centros.

No obstante, no todas las peticiones que se inician en la plataforma consiguen su objetivo. Su éxito depende, sobre todo, de lo que se está pidiendo. Hay peticiones con millones de firmas que no han conseguido su objetivo, y otras que apenas tienen un centenar, pero lo han conseguido. Algunos factores importantes son que esté bien articulada, que tenga el poder de convencer y que pida un cambio concreto y que genere empatía. Además, tener una estrategia también es fundamental a la hora de sacar adelante la campaña y poder llegar a más gente. Y aunque tener éxito nunca es fácil, sí es posible con la determinación necesaria. A pesar de que iniciar peticiones parece algo más de jóvenes, sorprendentemente, en Europa, la mayor parte de los usuarios que empiezan campañas tienen más de 40 años, como Marcos y Tonia. Pero esto depende de cada país, ya que, en sitios como Turquía o Brasil, el porcentaje de gente joven es mayor. Ahora bien, no existe duda de que, a nivel global, el tráfico de usuarios jóvenes se ha incrementado notablemente.

La sociedad está entrando en una nueva era de activismo en la que las redes sociales están impulsando el cambio social y los responsables de la toma de decisiones están más abiertos a responder a los ciudadanos. Irene Milleiro está segura de ello: «Con más peticiones, más personas apoyándolas y más gobiernos y empresas respondiendo a la misma, creemos que estos últimos meses han iniciado una nueva era de activismo digital. La ciudadanía está liderando el camino para crear una nueva ola de cambio positivo impulsado directamente por las personas», sentencia.

Fotografía encabezado: Creative commons

Estudiant de Comunicació i Indústries culturals. M'agrada escriure, principalment, sobre temes relacionats amb la societat. Algunes de les meves aficions són llegir i descobrir nous llocs. Com deia Miguel de Cervantes: "Qui llegeix molt i camina molt, veu molt i sap molt".

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