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Mucho más que una macro-tienda de tebeos

El Salón del Cómic de Barcelona celebra su cuadragésimo cumpleaños con un esperado regreso tras dos años de parón por culpa de la crisis sanitaria. Desde Angle nos unimos a los miles de fanáticos que cruzan sus puertas a la caza de algún ejemplar imposible de encontrar, la conferencia o autógrafo de algún autor idolatrado o nuevas amistades. Pero el Salón del Cómic es mucho más…

Las y los amantes del proclamado como noveno arte lo estaban esperando y la organización parece no haber defraudado en absoluto. Tras haber tenido que cancelar sus dos últimas ediciones a causa de la crisis sanitaria desencadenada por culpa del coronavirus y sus sucesivas olas y variantes, el Salón del Cómic de Barcelona ansiaba reabrir sus puertas para congregar a fanáticos de toda Europa en uno de los eventos de la cultura pop más importantes y con mayor afluencia del viejo continente. Y lo hacían, además, con la promesa de una ocasión especial: la celebración de nada menos que 40 ediciones a sus espaldas. Las cifras son sin duda emocionantes, pues a su cierre se estima que son 110.000 las personas que han querido acercarse a disfrutar y compartir su pasión por la novela gráfica. 

Colección de DC Comics, con títulos tan reconocibles como Superman o Batman, en una de las tiendas del Salón. / Autor: José María Guilera Domingo

En un enclave icónico de la ciudad condal como es la Fira Internacional de Barcelona, los asistentes se acercan al pabellón principal siguiendo un camino de vallas metálicas bajo un sol que parece de verano. Las colas de cuatro o cinco horas a los pies del MNAC son cosa del pasado gracias a la venta exclusiva a través de portales web, sin opción de venta anticipada en taquilla (únicamente para el mismo día y hasta agotar aforo). Dicha medida, por una vez, no surge de la necesidad de control de aforos por culpa del mentado micro-enemigo. Ya antes de la pandemia se instauró esta norma ante el ingente éxito del evento y la creciente oleada de fans, a fin de evitar tales colas o la frustración generalizada de no conseguir acceso al recinto. Quienes ya cuentan con su tique de acceso impreso o en el smartphone se dirigen al evento sabiendo que les esperan un sinfín de tiendas, paradas y stands repletos del merchandising que tanto adoran: figuras exclusivas, réplicas ideales para coleccionistas, ropas con las marcas y emblemas de sus historias favoritas y muchos… Y muchos, muchísimos cómics; de los legendarios Spiderman, Capitán América, Batman o Superman norte-americanos a iconos japoneses de las páginas de Dragon Ball, Naruto o One Piece, pasando por vecinos de la talla de Tintín o Astérix e incluso nuestros emblemáticos Mortadelo y Filemón. Pero la creciente cantidad de tiendas frikis en grandes ciudades como Barcelona y el mercado paralelo que supone internet hace pensar que “sólo” eso no justifica un evento masivo y de referencia como es el Salón del Cómic de Barcelona. Pasado el punto de revisión de entradas y su inmediato arco de seguridad, comenzamos a hacernos una idea de lo que se cuece allí dentro… 

Estatua de Mortadelo y Filemón en la Plaça de l’Univers, hecha con vidrio reciclado, en recuerdo del historietista Francisco Ibáñez. / Autor: José María Guilera Domingo

Y es que ese arco de seguridad es una parada obligada no sólo para quienes deben mostrar por unos segundos el interior de sus mochilas, sino para todo aquel fanático o fanática que haya querido, un año más, mantener viva la tradición del cosplay para venir vestido como uno de sus personajes de ficción predilectos. Pero el cosplay, muy vinculado a la devoción por el cómic manga proveniente de Japón, es mucho más que una capa, vestido, armadura o espada: la palabra cosplay nace de la unión entre los términos costume (disfraz) y play (interpretar) y conlleva un componente de inmersión o interpretación que va más allá de la apariencia física. Un gesto, postura o frase hecha que refleje el carácter y comportamientos del personaje que se pretende imitar pueden ser tan importantes como las armas y ropajes, además de constituir un potente código entre los fanáticos que sólo ellos comparten. 

De este modo, la asistencia de cosplayers a estos eventos se convierte en un auténtico reclamo cultural que provoca dinámicas y sinergias sociales en cuestión de segundos. Quien asiste al Salón del Cómic de Barcelona enfundado en su cosplay (ya sea comprado o, muchas veces, confeccionado por uno mismo) expone su predisposición a interactuar con el resto de visitantes a sabiendas de que los puntos en común serán muchos en esa potencial nueva amistad. Tal es su importancia que este y otros eventos destinan zonas enteras a concursos de cosplay con suculentos premios, actuaciones en vivo o talleres en los que elaborar o reparar dichas indumentarias. Por supuesto, las redes sociales juegan aquí un papel fundamental, y el uso de ciertos hashtags permite compartir al instante fotografías con otros usuarios, participar en sorteos y mantener el contacto una vez fuera del evento. 

Grupo de cosplayers de distintos héroes y villanos de Marvel Comics. / Autor: José María Guilera Domingo

Ya dentro de los grandes pabellones que componen el evento, superada la soleada plaza en la que los visitantes posan con sus disfraces o hacen cola para comprar comida en food trucks de gastronomías que van de la estadounidense a la nipona, se abre ante nosotros un espacio inmenso rebosante de tiendas. No faltan, por supuesto, stands como el de la poderosa Norma Comics o editoriales de referencia como Planeta. Pero si miras más allá, entre la marabunta de superhéroes, otakus, frikis y trekis, puedes encontrar puestos que te sorprenden y que ayudan a dotar de un valor cultural relevante al evento por encima del consumismo exacerbado. 

Es el caso de la AACE, la Asociación de Autores de Cómics de España. Su secretario, Sergi P. Monte, nos atiende entusiasmado explicando la labor que dicha organización lleva a cabo desde hace ya dos décadas. Su misión, nos cuenta, es la de descubrir y acompañar a nuevos talentos del mundo del cómic, cualquiera que sienta pasión por la narración ilustrada y que quiera adentrarse en ese arte que, de una u otra forma, ha estado siempre presente en la historia de la humanidad. Además de su asesoramiento en ámbitos a veces complejos como son los derechos de autor, la AACE se encarga de difundir el trabajo de los potenciales artistas -historietistas, ilustradores, rotulistas, etc- así como hacer de interlocutor entre con distintas instituciones, organizando certámenes como el Premio Nacional del Cómic junto a instituciones amigas como la AAAC (homónima aragonesa) o Extrebeo. Sobre su supervivencia después de veinte años, la misma se justifica por la aportación de los autores particulares, al no contar con ayudas públicas ni de empresas. Su presencia se repite en otros Salones del Cómic como el de Valencia o el de Madrid. 

Asociación de Autores de Cómic de España (AACE). / Autor: José María Guilera Domingo

Otro puesto que llama la atención, tras recorrer parte de ese inmenso palacio de altos techos, es el de la reconocida Escola Joso, Centro de Cómic y Artes Visuales. La escuela está de enhorabuena, pues como el propio Salón soplan el presente año las cuarenta velas. Su parada, más que visible en un lugar privilegiado del evento, se adorna con múltiples carteles que dan a conocer a los aficionados a los cómic los distintos cursos y posibilidades que ofrece su centro académico. Engalanado con la camiseta del aniversario de la escuela, uno de sus encargados nos explica cómo el viernes -primer día del Salón- recibieron a diversas escuelas de secundaria para ofrecerles un taller sobre diseño de personajes, provocando una sana envidia en quien suscribe estas líneas. 

Durante el fin de semana, Carlo, uno de sus artistas, ofrece clases dirigidas a los más pequeños para contagiarles su pasión por el noveno arte. Con motivo de su aniversario, la Joso celebra un concurso pensado para estimular no sólo la habilidad sino también la imaginación de los visitantes del Salón: a todo el que quiera participar, se le entrega una página de cómic a medio dibujar, la cual deberá ser terminada de la forma más original posible por los participantes. ¿El premio? Un curso de verano totalmente gratuito en sus aulas. A la pregunta de si estos eventos suponen un repunte en sus inscripciones, nos aseguran que así es y que su presencia y la de otras escuelas de arte en esta clase de eventos ayudan a estimular y promover la cultura del cómic y dar un camino a quienes quieran iniciarse en ella. 

Viñeta a completar para ganar un curso de verano en la prestigiosa Escola Joso. / Autor: José María Guilera Domingo

Regresando a la zona de las tiendas, cargados de bolsas, extravagantes fotografías y tal vez un dorayaki o kakigori en la diestra (dulces y helados japoneses propios de estos eventos), nos encontramos con que no sólo las grandes marcas cuentan con un espacio en ese recinto. Una de sus áreas, cercana a la zona de exposiciones, varias decenas de artistas independientes cuentan con pequeñas paradas en las que pueden exponer sus trabajos en forma de pósters dedicados, camisetas únicas, fanfics, puntos de libro o calendarios con sus dibujos, entre muchas otras cosas. Esto es ya una tradición en Salones del Cómic y similares (Salones del Manga, Japan Week-Ends, etc), pero en esta edición su presencia parece incluso haber aumentado. Preguntando en distintas paradas, los y las artistas que las ocupan nos explican que la organización del Salón alquila estos espacios cada año para permitirles exponer su obra ante un público de potenciales compradores. ¿El coste? Nos dicen que no alcanza los doscientos euros por los tres días que allí están. ¿Los beneficios? Ventas, por supuesto, pero más aún la visibilidad de su arte y la posibilidad de colaboraciones y alianzas interesantes. Quien quiera puede adquirir, en estas entusiastas paradas, productos artesanos a precios muy competitivos, ayudando a talentos emergentes a ganar relevancia en el panorama artístico. 

Stands de diversos artistas independientes en el Salón del Cómic. / Autor: José María Guilera Domingo

Tras varias horas recorriendo el certamen, buscamos algo de aire en una zona diáfana libre de tiendas y puestos de consumo, donde un puñado de grandes mesas nos dan la bienvenida. Aquí, las y los visitantes del Salón encuentran una nueve de entretenimiento. Bajo el estandarte de Comic Fantasy, diversas asociaciones sin ánimo de lucro han formado una auténtica ludoteca en la que un sinnúmero de juegos de rol son los protagonistas. A las partidas de juegos tipo Dungeons & Dragons se unen talleres gratuitos como “Lánzate a dirigir” donde masters expertos enseñan a quien quiera los secretos de estos juegos de cartas, dados y mitologías repletas de personajes épicos. Ya habían tenido presencia en un par de Salones del Manga, este es su primer Salón del Cómic y entre sus logros celebran el éxito de su pleno en Humans VS Zombies: un juego de rol en vivo en el que los cincuenta participantes que se han apuntado recorren el pabellón inmersos en un apocalipsis zombie por equipos. Esta y las demás actividades son todas gratuitas, promueven la interacción de los participantes y, de la mano de la asociación “Ayudar jugando” recaudan donaciones para ayudar a niños desfavorecidos. El nombre tras la iniciativa es el de Cels Pinyol, autor de cómics y una voz dentro de Ficomic, promotora del Salón del Cómic. 

Asociaciones sin ánimo de lucro destinadas a la promoción de juegos de rol. / Autor: José María Guilera Domingo

Con todo ello, y tras una agotadora jornada recorriendo cada rincón del celebrado evento -no es raro pasar todo el día entre sus muros y no son pocos los que se animan a venir dos o incluso los tres días del evento- descubrimos que, tras dos años de sequía, la pasión por los cómics ha regresado con fuerza a la ciudad de Barcelona. Pero el Salón del Cómic es, además de uno de los mercados de merchandising pop más importantes de toda Europa, un verdadero motor creativo que año tras año acerca la cultura a las personas y las personas a la cultura, promoviendo el arte, la formación, la colaboración y el sentimiento de comunidad a través del noveno arte en todas sus formas: una parada obligada para cada vez más personas dentro del panorama cultural de la ciudad. Pero si no habéis podido ir este año, no os preocupéis. El Salón del Cómic estará, el año que viene, esperando a sus visitantes para su cuadragésimo primer aniversario. 

Cosplay de uno de los personajes más populares, Spiderman, en una de sus múltiples versiones junto a un póster con otros famosos súper-héroes. / Autor: José María Guilera Domingo

 

Imagen destacada: Entrada al cuadragésimo Salón del Cómic de Barcelona, en la Fira de Montjuïc. / Autor: José María Guilera Domingo

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