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El conocimiento nos hará iguales

Las bibliotecas son una de las instituciones más antiguas creadas por el ser humano, y si bien resulta prácticamente imposible identificar cuál fue la primera, lo cierto es que las mismas han estado siempre presentes en las distintas civilizaciones a lo largo de nuestra historia precisamente por ser las encargadas de documentar tal historia. De Alejandría a Pérgamo, pasando por Ashurbanital o El Vaticano, todas ellas han sido más que un puñado de libros polvorientos: las bibliotecas explican cuáles son nuestras inquietudes, nuestros miedos y esperanzas y, a la postre, quiénes somos. Tal es su importancia que los antiguos egipcios, civilización que se prolongó por más de tres mil años, tenían una diosa (mujer) cuyo sino era la protección de las bibliotecas: Seshat, también conocida como la diosa del destino. De mujeres y bibliotecas va este artículo escrito en días de defensa de la igualdad y la diversidad, pero también en días en que los derechos de las mujeres y colectivos minoritarios siguen en jaque en multitud de países.

Una de las estancias principales del Institut de cultura i biblioteca popular de la dona. / Autor: José María Guilera Domingo

El centro de Barcelona es un lugar conocido y amado por personas de todo el mundo: puedes dar de comer a las palomas de la Plaça Catalunya, comprar unos discos en el Carrer Tallers, recorrer Las Ramblas o sacarle una fotografía más (la enésima) al Pont del Bisbe. Pero es muy cerca de allí, a pocos pasos de la Catedral de la ciudad condal, donde aguarda un lugar tal vez no tan conocido ni por locales ni por turistas. Nuestros pasos nos descubren, tras cruzar la Vía Laietana, una de las bibliotecas más únicas y con más personalidad de toda la ciudad: la Biblioteca Francesca Bonnemaison. En medio de una de esas irregulares calles empedradas tan propias del casco antiguo, un ornamento también tallado en piedra bajo balcones de baldosa reza “Institut de cultura i biblioteca popular de la dona”, al cual pertenece la citada biblioteca. Maria Oriola, bibliotecaria responsable del fondo especial “Mujeres y feminismo”, y Agnès Santamarta, técnica auxiliar del mismo recinto, nos explican que ese ha sido el espacio para la biblioteca durante el último siglo. Pero no fue el primero…

Ornamento tallado en piedra, presentando el espacio a la ciudadanía. / Autor: José María Guilera Domínguez

Fundado originalmente como la Biblioteca Popular en el año 1909, este proyecto se erigiría como la primera biblioteca para mujeres de toda Europa. La iniciativa surgió de la mano de las Damas Cooperativas, procedentes de la Parroquia de Santa Anna de Barcelona, de las cuales Francesca Bonnemaison formaba justamente parte. El claustro de la mentada parroquia sirvió como espacio original para dar cabida a un proyecto preocupado por la condición de la mujer de la época y sus dificultades para acceder al conocimiento en igualdad de condiciones a los hombres,  buscando crear un proyecto social enfocado a la juventud femenina de la urbe, sin importar su condición social. La realidad de sus demandas y la necesidad de su existencia justificaron que no necesitara más de un año para que dicho espacio resultara insuficiente, trasladando su centro de acción a la Casa de la Misericòrdia y ya bajo el nombre que se puede leer tallado en roca en su ubicación actual, a la cual se trasladaría el complejo tras un docenio de nuevos éxitos gracias a los cursos y enseñanzas que se impartían.

Sección dedicada a la mujer, en la segunda planta de la biblioteca. / Autor: José María Guilera Domínguez

Y es así como, en 1922, se llegó por fin a la Casa Cordelles, su ubicación actual. En la misma, este templo del saber destinado a defender la igualdad y la diversidad en la cultura ha soportado las inclemencias de nuestra historia reciente: sus puertas se cerraron durante los años de la Guerra Civil y en tiempos de la Dictadura fue ocupada por la Sección Femenina de la Falange y el Instituto de Cultura para la Mujer, movimiento que existiría hasta los primeros días de democracia con Adolfo Suárez. En esos años, concretamente en 1976 y ya al amparo de la Diputación de Barcelona, la biblioteca adoptó al fin el nombre de su más férrea fundadora. Un nombre que, en 2004 y gracias al activismo y reivindicaciones vecinales, se extendería al conjunto del espacio, aprovechando una serie de obras en el mismo. Tras cruzar el hall del espacio, de estilo clásico y alumbrado por antiguas lámparas, una escalera bien señalizada nos dirige hacia tan histórico santuario de libros.

“Aquí es fa cultura”, puede leerse tintado sobre los vidrios de las ventanas interiores de la biblioteca, que dan al patio interior al final del cual descansa el hall por el que antes hemos paseado. Un gran cartón con la fotografía de quien da nombre al lugar da la bienvenida, enfatizando con una de sus citas la importancia de que las mujeres cultiven su mente para no depender de los hombres. A partir de allí, te sientes transportado. En una época de tonos grises y muros prefabricados, esta biblioteca resulta arquitectónicamente relevante, conservando vestigios de una época que hace mucho que terminó. La sala principal, con libros en sus cuatro paredes, está llena de lectoras y estudiosas de todas las edades, pese a ser una hora cualquiera de un día cualquiera, tal y como indica el reloj de agujas al fondo de la cámara. Los techos son altos, como en los edificios de antes pues este es uno de ellos, y dan cabida a enormes ventanales por los cuales entra abundante luz natural. Entre toda esa ingente cantidad de ejemplares que vamos descubriendo con cada sala, algo llama la atención.

Cartel con Francesca Bonnemaison, a la entrada misma de la biblioteca. / Autor: José María Guilera Domínguez

Su conciencia original del feminismo se palpa en cada rincón, donde stands y pósters varios buscan enfatizar dicha misión dando visibilidad a libros emancipadores o de lucha contra la discriminación y la violencia que padecen las mujeres: Respuestas a la violencia contra la mujer, Abandonar el hogar paterno, Más que olímpicas, El libro de Carmen Laforet… La lista no termina y, además de la temática, el denominador común es que todas las autoras son, por supuesto, mujeres. Como dijo la escritora y dramaturga británica Virginia Woolf, en la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer. Lugares como el que hoy recorremos luchan porque ello no vuelva a suceder, y a la educación de las que vienen se suma el reconocimiento a las que ya se fueron. Toda una sección destinada a obras con la figura de la mujer como eje central ocupan una parte importante de la segunda planta, pero lo cierto es que en cualquiera de las otras salas hay también un sinnúmero de tomos con el emblema del feminismo en su lomo, indicando la relevancia de cada uno de esos ejemplares para la causa. No es ese, sin embargo, el único sello distintivo que emplea la Bonnemaison.

Algunas obras destacadas, escritas todas ellas por mujeres. / Autor: José María Guilera Domínguez

Y es que, como nos narran nuestras anfitrionas, la vinculación con el tema feminista y la libertad -también sexual- de la mujer, se reenfocó hacia una importancia cada vez más capital sobre temática lésbica e identidades sexuales. Si todas esas mujeres no lo tuvieron fácil en su día para acceder al conocimiento y recibir un trato igualitario al de los varones, las mujeres lesbianas lo tenían todavía más difícil. La sensibilidad con el colectivo no hizo más que ganar peso en las páginas de la biblioteca y en las demandas populares, y ante el incremento de libros estrechamente conectados al movimiento LGTBIQ+ se ha terminado creando un centro de interés especializado, diferenciado del resto para aumentar su visibilidad, donde se concentran libros que abordan de manera frontal al colectivo homosexual, trans y demás, a través de la visibilización, la comprensión y la lucha incansable por la igualdad frente a quienes no aceptan la diversidad en la sociedad. Otras bibliotecas de la ciudad, como Sagrada Familia – Josep N. Ainaud o Nou Barris, son referentes absolutos del colectivo, y su trabajo coordinado con esta y otras bibliotecas resulta inestimable.

La Bonnemaison, vista desde su patio interior. / Autor: José María Guilera Domínguez

Aquí, el propio Departamento de Derechos Civiles del Ajuntament de Barcelona impulsó, a partir del 2014, clubs de lectura de temática LGTBIQ+ para toda aquella gente, cis o no, que deseara conocer más del colectivo y su causa. Si bien, según nos explican, la idea original era mantener unidos todos esos libros en el mencionado centro de interés, su creciente cuantía obligó a desplazar las novelas de ficción (ojeamos Arcadia de Emmanuelle Bayamack-Tam y El huracán lleva tu nombre de Jaime Bailey), cómics (como Unas bollos de cuidado o El marido de mi hermano) y demás a las secciones que les correspondieran según su formato. Eso sí, indicando su vinculación con el colectivo, ya fuese por narrativa o por condición de algunos de sus personajes, con su propio símbolo en el lomo: la bandera arco iris de seis colores.

Sentados en un par de butacas, cerca de una de las mesas con ordenadores de la sección de informática del centro, un stand colorido recorta su silueta frente al ventanal. El cartel preparado por el Ayuntamiento para el pasado Pride 2022 lo encabeza y, bajo el mismo, algunos títulos hielan la sangre. Guía de supervivencia para adolescentes trans: si ha sido necesario escribir un libro con semejante título, es que aún queda mucho por luchar, aunque haya gente que se niegue a entenderlo. Y la Bonnemaison ayuda en esa lucha. Y porque la mejor lucha es la que no llega a librarse, la biblioteca ofrece todo un espacio infantil y juvenil con libros de referencia para que el público pre-adolescente y adolescente pueda cultivar un criterio basado en la tolerancia y la aceptación de la diversidad, libre de estigmas y prejuicios que dañan tanto a quienes los padecen como a quienes los asimilan. Porque nadie nace odiando, la biblioteca ofrece propuestas adaptadas a todas las edades para que también las y los más pequeños puedan crecer libres del odio del mundo (aunque, reconozcámoslo, muchas veces los niños les llevan ventaja en cuanto a tolerancia a los adultos).

Cuento para la igualdad, una iniciativa destinada a cultivar la tolerancia entre el público más joven. / Autor: José María Guilera Domínguez

La maqueta colgante de un barco suspendido sobre nuestras cabezas nos da la bienvenida a esa zona, tintineando con el viento que se cuela por las ventanas. Este espacio, bautizado con el nombre de “Cuentos para la igualdad de género”, cuenta con distintas secciones tales como la revisión de estereotipos, los cambios de rol, o un apartado de mujeres excepcionales. Todo ello es arropado por fotografías de las clases de niñas y niños que ya han podido disfrutar de ese espacio, dibujos con el amor en todas sus formas como bandera, y un buen puñado de maquetas y juguetes que le dan color a la sala y la diferencian de todas las demás.

Y así, nuestros pasos nos regresan al punto de origen tras un ir y venir de pasillos y libros de lo más diversos. Enfatizando su papel no meramente expositivo sino efectivamente activo en la sociedad y el panorama cultural, desde la biblioteca nos invitan a participar de los diferentes eventos y actividades que constantemente organizan u acogen. Al club de lectura antes citado, que tuvo lugar desde el 2014 hasta el 2019 de la mano de Ricardo Reitano, se suman otras herramientas de difusión cultural como actos o ciclos que pretenden despertar el interés feminista y un espíritu crítico con vocación de autoaprendizaje constante. Algunos ejemplos son el club de lectura Veu de dones (Voz de mujeres) desde 2006 o el Club d’Assaig Feminista (Club de Ensayo Feminista) desde el 2019.

Stand dedicado al Pride 2022 acompañado de obras sobre la igualdad y contra la discriminación. / Autor: José María Guilera Domínguez

Además, y siguiendo con esta vocación de participación ciudadana y énfasis del talento femenino, la Biblioteca nos informa a través de su cuenta de Instagram de un evento muy especial: el I Premi de Poesia Francesca Bonnemaison. El mismo nace de la mano del espíritu original del centro, para fomentar la escritura de todas las poetisas mayores de edad que deseen compartir su pluma con el mundo. Las obras, que deberán ser inéditas, podrán presentarse del diez de octubre al diez de noviembre de este año, siendo este un certamen doble para obras en castellano por un lado y catalán por el otro. ¿El premio? La publicación de las ganadoras en forma de poemario bilingüe dentro de una nueva colección enmarcada en Afaret Editorial, sello creado hace apenas un año precisamente por otras tres mujeres: Luisa, Rosanna y Antonia. Estas amantes de los libros hallaron en su proyecto común una vía para sus sueños e inquietudes, y encuentran hoy en la Bonnemaison una compañera ideal de viajes con quien recorrer los senderos de tinta que conforman la historia entrelazada de la mujer y el libro.

Con este y tantos otros proyectos, sumado a un constante esfuerzo por todas y todos sus profesionales y el respaldo de un barrio concienciado con la igualdad y la cultura, la Bonnemaison aspira a seguir creciendo como uno de los puntos de referencia de la igualdad y la diversidad en el corazón de la ciudad condal, dando visibilidad a quienes por tantos años se les ha negado, facilitando el acceso y consulta a trabajos hechos por mujeres o que versan sobre colectivos minoritarios, y sirviendo de altavoz para impulsar nuevas políticas de igualdad en pro de una lucha que sigue y de la cual Barcelona es adalid y estandarte.

Algunos de los tomos marcados con la bandera arco iris, símbolo de su relevancia literaria para con el colectivo y su causa. / Autor: José María Guilera Domínguez
Imagen destacada: Biblioteca Francesca Bonnemaison, en el corazón de Barcelona. / Autor: José María Guilera Domingo

 

 

 

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