MUJERES (III)

No miremos a las mujeres, miremos ahora cómo ellas miran. Coetzee apunta:

Incapaz de mirar, la mujer solamente puede ver, verse a sí misma siendo vista, verse a sí misma viéndose a sí misma.

Vaya…, es vertiginoso ¿no? Una reflexión que no acaba nunca, un torbellino –palabra manida–, mirada que cae atrapada en una serie de espejos en fuga, mejor dicho, en fugas.

(Las mujeres siempre están en fuga, se nos escapan. ¿O será que yo siempre persigo a una mujer?)

Pero Coetzee prosigue:

De este modo, la sutura perfecta al estilo de Hollywood logra el efecto de masculinizar la mirada del espectador al mismo tiempo que da carta de naturaleza a la mujer como exhibicionista, la que siente satisfacción de que la miren. (Coetzee,Censura, 93).

Es la histeria. El encanto de Dita von Teese, que tan bien sabe mirarse a sí misma en la mirada fetichista: el corsé, el tacón alto, el maquillaje, la curva ceñida de la cintura, como en las mujeres de Vargas.

dita

(Me encanta la histeria.)

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