DESTINO

El destino se suele mostrar a través de dos representaciones contradictorias. Una es lo irreductible, lo que no puede ser modificado porque ya está escrito, que es lo que quiere decir en latín la palabra fatum. La otra es la ocasión o la suerte que, por una extraña paradoja, algunos creen que pueden poner de su parte aunque sepan que el destino es algo ya deparado. Necesidad y contingencia. La primera da contenido a la idea de lo funesto; la segunda, en cambio, es la ilusión de la fortuna. Cada una de ellas, sin embargo, también tiene una representación inversa: el lado positivo de lo funesto es la providencia y el negativo de la fortuna es, naturalmente, la mala suerte. En cualquier caso, no recuerdo mejor definición del destino que la de Yourcenar, cuando lo describe como una especie de inscripción:

Por mucho que yo cambie, mi destino no cambia. Cualquier figura puede inscribirse en el interior de un círculo. (Yourcenar, Fuegos: 42)



Extrañamente, hay quienes no ven aquí una amenaza. Rechazan cualquier figura que diseñe sus vidas y sólo se sienten seguros y felices cuando miran a su alrededor y ven un solo trazo que da una vuelta completa en torno a ellos.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.