LEER BIEN

Es casi imposible establecer la diferencia entre escribir bien y escribir mal pese a que todo el tiempo establecemos criterios de lecturas y valores corespondientes de tal modo que nos parece que lo hacemos con bastante exactitud y que podemos escoger en consecuencia. No hay una escritura buena en contraposición con otra mala y, en cambio, es muy fácil determinar quién es un buen lector y quién se pierde en irrelevancias o en la maraña de sus propios prejuicios.

(Así pues, ve con cuidado lector, porque yo sé que tienes prejuicios…, puedo valerme de ellos, seducirlos, birlarlos y engatusarlos. Mira bien cómo lees…)

La clave para leer bien no está en ningún modelo hermenéutico o comprensivo sino que se parece a la manera correcta de comer el durazno. El que no sabe comerlo lo lava y lo pela, lo corta en pedazos y cuida de poner a un lado la piel. Pero el que sabe de qué va la cosa se lo come todo entero y tras mucho masticar, escupe el carozo.

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