El 23 de mayo de 1706, en Romillies, una bala perdida tumba la cabalgadura de Mambrú.
En el momento en que su escudero le acerca el caballo de reemplazo, otro disparo hace estallar la cabeza del infortunado asistente. Con un simple borrón de tinta china Caran d’Ache logra un efecto casi cinematográfico.
(Si uno pudiera volarse así la cabeza…)
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