HERMENÉUTICA

Los libros de Gadamer y sus discípulos, que son legión, se parecen en muchas cosas.

Por ejemplo, están hechos de pedazos de pensamientos que se mueven con velocidad entre muchos asuntos y temas. Se agitan como las alas del colibrí que lo mantienen quieto y estable en un solo punto y, de pronto, lo hacen cambiar de lugar para repetir lo mismo en otro lugar del espacio. No afirman nada, sólo conversan con la tradición. No discuten ni defienden posición alguna, por lo tanto, la mayor parte de las veces no se equivocan; pero, como es un pensamiento que nunca incurre en riesgos, una vez lo lees al poco rato descubres que lo has olvidado.

Sólo hay un asunto de la hermenéutica gadameriana que siempre me ha llamado la atención: la llamada “fusión de horizontes” que, en alemán pedante, se denomina Wirkung. Vagamente, este concepto alude a una especie de necesaria comunión o de amalgama entre el momento en que una obra se da al mundo y el momento en que es acogida por éste: la anticipación y la necesaria espera que acontecen en relación con una obra. Eso significa que, tras Hegel, necesariamente había de aparecer un Marx. Hegel contiene en sí a Marx y Marx es la recepción (Wirkung) de Hegel. Todo autor u obra tienen su factor desencadenante y su espera.

Dos horizontes que se fusionan… La filosofía no necesita de este concepto. No sirve para nada. En cambio sí sirve para comprender la extraña sensación que se produce cuando tras una tremenda decepción

(En inglés, como en latín, deception es engaño.)

sigue otra que se suma o se fusiona a la anterior y más tarde otra más… y otra. Hasta que todas ellas forman un solo horizonte decepcionante; y, al final, ya no sientes nada.

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