MIMESIS

Aquél me imita, o me copia, o me emula. Es evidente que intenta hacer lo mismo que yo; o bien ocurre al revés: porque yo también me reconozco en cada una de sus obras cuando imito a ése que está más allá, cuando sigo con atención sus gestos y sus preferencias e investigo en cada uno de sus deseos y apetitos para sentir lo que él siente, para ser como él. Unas veces aprendo y otras veces sólo consigo destacarme de él –porque también hay una mimesis negativa, que discrimina y permite escoger lo que no se quiere ser, para lo que también se necesita copiar al otro, Se cumple así lo que Harold Bloom –que presume de copiarse a sí mismo– llamó an anxiety of influence, el paso necesario en la formación de uno mismo. La influencia que ejerce el otro sobre mí me angustia tanto como me permite avanzar en la construcción de mí mismo en la medida en que lucho por desprenderme de su influencia.

¿A quiénes copio (o repudio) en primer término? A mamá y a papá; y después, a sus sucedáneos: el maestro, la mujer de turno, el ideal mediático, el heroe deportivo. Los imito cuando juego, cuando aprendo, cuando investigo una forma o un estilo: una manera de agarrar la raqueta de tenis o un gesto al echar el humo del cigarrillo por la boca. Y sobre todo los imito cuando deseo –la gran trouvaille de René Girard–: no deseo tanto el objeto del deseo del otro como la suprema posesión de mi modelo de imitación, deseo apropiarme de su deseo.

La imitación nos permite asociarnos en rebaño, formar una grey o una comunidad, inventarnos una “identidad” e imponerla a los demás. Nos sirve para muchas cosas: para variar en los gustos o para descubrir una maniera. ¿Qué es un estilo si no la repetición de un acto mimético en infinidad de contextos disímiles? Cuando una copia tiene éxito, imaginamos que hemos aprendido algo.

La sustancia de la envidia y de su hermana gemela, la admiración, es la imitación.

Somos monos miméticos. ¿Pero quién dijo que imitar es cosa sólo de hombres? Mira los pájaros cuando vuelan en formación, mira los cardúmenes de peces y los monos en el zoológico…

(Qué monos.)

O, mejor, mira este pasaje gag genial de los Hermanos Marx en Duck Soup y ríete de ti mismo.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.