MEMORANDUM (II)

Diasporismo es el nombre de una tendencia minoritaria del pueblo judío. Ésta asume su dispersión histórica como algo esencial. Reniega del proyecto de restituir un estado propio o cualquier forma definitiva de cohesión social, pues entiende la diáspora como elemento básico de su existencia. El familiar, el igual, en esta peculiar forma de hermandad, se conforma lejos de uno mismo, así se acepte y se desea. Es algo extraño ¿no creen? Imagino una escena donde alguien así abre una puerta, hacia un río. Cabe al torrente, sentado en una mesa de madera, resta dicho igual, un antiguo compañero de infancia, por ejemplo. Recuerda sus chiquilladas y travesuras juntos y piensa cómo le gustaría cruzar el umbral y sentarse a charlar. Aquél le contaría entonces cómo sobrevivió y qué hizo para armar su vida y llegar hasta aquí.

Pero no lo cruza. Se queda en el umbral porqué debe aceptar –o eso cree– que hay algo perdido para siempre.

Sea el diasporismo acertado o no, es curiosa esta conciencia social, se acepta a sí misma como no cohesionada, fragmentada. Creo que tiene algo inequívocamente judío, aun concibiendo este pueblo que espera un estado propio y un salvador, una unidad final. También por ello, la espera es algo profundamente judío. Incluso interiorizar el absurdo de la espera, como en el célebre cuento de Kafka, Ante la ley. Se prioriza la espera y no la consumación del acto, que nunca llega. De ahí que el protagonista sea el recuerdo y el carácter judío, indirectamente, le da cierta preeminencia. Creo que por ello la filosofía de la historia de Benjamin –otro judío ilustre– hace hincapié en el recuerdo y la memoria: éstos son los sustitutos de cualquier experiencia esperada que no llega a consumarse.

Con lo atemporal del recuerdo uno se sustrae del orden del tiempo, el orden real, donde lo que debe llegar nunca llega. Tampoco existe el tiempo en la escritura, ese código que cifra toda la espiritualidad judía y que es símbolo de la Ley, ese elemento tan atemporal como judío (y que tanta rabia le producía a Hegel); su escritura en las tablas de Moisés. Fuera del tiempo está también este pueblo, que parece haber existido desde el principio de la civilización y no ha perecido todavía.

Lo que no me queda claro es si ser atemporal es algo bueno o no.

¿Te vas ya a dormir? ¿Sí? Deja la puerta de tu habitación entreabierta sin que nadie se dé cuenta. Déjala así para que pueda entrar, cruzar el umbral a hurtadillas. Quizás al final cuando caiga rendido –de sueño o de muerte– esté cansado de vivir de recuerdos.

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