JE TE VEUX

Este encantador vals de Erik Satie es todo sutileza. Muestra tanta tristeza como serenidad y galantería. Mejor dicho, las oculta a ambas con precisión y por eso relucen a la vez, lo cual produce una serena resignación. Una tristeza soportable y casi caprichosa, estética, que se gusta y se celebra a sí misma junto a su riqueza de matices y su contención calculada. Melancolía, en definitiva.

Kierkegaard arremetía siempre contra ella, la encontraba excesivamente gratuita. Estoy triste y no sé por qué, era la definición del danés. Es un dolor que no molesta demasiado –precisamente en el agravio sutil reside el daño– y por este motivo el arte y la cultura en general han aprovechado su temple y han hecho tanta literatura sobre él. Lo curioso de la melancolía es que, de manera pedestre, es presentada como una especie de nostalgia. No como una imposibilidad que se proyecta hacia el futuro –como hago yo–, sino como el anhelo de algo pasado que ahora falta. Por eso captó mi atención la pequeña novela Seda de Alessandro Baricco, quien pone en boca del protagonista Joncour una confesión que aporta otro matiz a la melancolía:

Es un dolor extraño. En voz baja. Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca. (Seda, trad. Xavier González Rovira y Carlos Gumpert. Barcelona: Anagrama, 1997.)

No hay aquí tristeza por nada perdido en el pasado sino un sentimiento más complejo, la nostalgia de algo que se proyecta al futuro pero ya perdido de entrada.

Se ve que todo lo interesante de la melancolía depende de sutilezas.

Siempre he escuchado otra genialidad de Satie, la primera de sus Trois gymnopédies, como la transcripción exacta de tal emoción en música. Escucha cómo la toca Aldo Ciccolini cambiando el ritmo para realzar ciertas notas que dan a la interpretación un aire más dramático. Moldea la composición a su gusto, acentuando sutilmente las variaciones de algunos compases, que podrían tocarse igual en las partes de la composición donde se repiten. Fijate en la solemnidad de su estilo, cómo somete todo a merced de su dominio.

Te legislo poco a poco, mientras nuestra ropa cae al suelo.

(Pero no, eso no ha pasado. No pasó ni pasará nunca).

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.