GLORIA

Cada vez me resulta más extraño el nombre de Gloria para una mujer. Al pasar por delante de la Biblioteca, en el antiguo recinto del hospital, ha rodado hacia mí un balón de plástico hasta rebotar en mi pierna. Junto a mi sorpresa por el toque, al instante he visto una niña correr tras la pelota. Un grito de enfado por parte de la madre (¿Tía?, ¿Niñera?) sentada en un banco a unos diez metros, incluía el nombre de la pequeña

–¡Gloria!

Te han bautizado con el nombre de algo que no existe, he pensado.

(No te pases de listo, lo que sucede es que nunca habías tenido la gloria tan cerca, y no sólo tenías expectativas más altas hacia su presencia, sino también hacia su resultado: nada ha cambiado).

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.