UN POCO DE METAFÍSICA

¿Es posible un pensamiento sin objeto? Aristóteles lo imaginó como la sustancia del Primer Motor y lo describió como un pensamiento que se piensa a sí mismo, una especie de Gran Autista originario. Obviamente, la necesidad (no la posibilidad) de esta hipótesis –¿a quién se le puede ocurrir semejante manera de pensar?– no viene de experiencia alguna. Somos absolutamente incapaces de pensar sin objeto y solo concebimos un pensamiento sin sujeto cuando pretendemos hacernos una idea de Dios o de lo que pueda ser una entidad semejante a la sustancia divina. La necesidad de imaginar un pensamiento sin objeto viene, además, de querer explicar cómo tuvo lugar el comienzo del tiempo; mejor dicho, el tiempo, sin más, del que tenemos consciencia porque asistimos a constantes cambios en lo que hay. Damos por supuesto que en el comienzo tiene que haber habido una entidad sin transcurrencia ni pasado.

Un pensamiento sin objeto sería exactamente lo contrario del tiempo tal como lo conocemos: por consiguiente, algo así como un tiempo intemporal; inconcebible, puesto que no podemos pensar un pensamiento que no transcurra. ¿Cómo sería el tiempo de ese pensamiento inmóvil e indiferente? Una eternidad (nunc stans), un presente perpetuo.

Ah, pero entonces, cuando imaginamos un pensamiento sin objeto, lo que hacemos es prefigurar la muerte.

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