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Texts de l'Era de la Perla

La violència de tants homes vers les dones

Matar mujeres no conmueve a los hombres, el terrorismo sí. Utrecht 18/3/2019

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MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS

Matar mujeres no conmueve a los hombres, el terrorismo sí. Utrecht 18/3/2019

Ayer en Utrecht, ciudad plácida, un hombre se montó en un autobús, sacó su pistola y mató a varias personas, mujeres y hombres. Al saberse que, además, el hombre era o parecía turco (hoy dicen tunecino), fue declarada por el gobierno la alerta de seguridad máxima, la 5, en toda Holanda.

Yo me enteré de los crímenes por la noche, oyendo una tertulia política. Y me ocurrió un suceso que es del orden simbólico, del orden de sentido que comparte una comunidad de hablantes. El suceso es que cuando el periodista que dirigía la tertulia añadió al debate la posibilidad de que se tratara de un caso de violencia machista, de que la primera asesinada fuera una mujer de la familia del asesino y, el resto de las víctimas, quienes acudieron a asistirla, el tiempo quedó suspendido un instante, yo en vilo, ansiosa de saber si los tertulianos sentían algo, pero ellos, todos hombres, se abalanzaron enseguida sobre el terrorismo como ante una tabla de salvación y recuperaron su normalidad racionalista, como aliviados. Nadie dijo nada.

Independientemente de la calificación oficial, todavía indecisa, de lo sucedido, me pregunto: ¿por qué alivia hoy más que un hecho terrible como este sea terrorismo y no violencia masculina contra las mujeres? A primera vista parece un contrasentido, tanto que a una le puede tentar pensar que los asesinatos de mujeres interpelan poco a los hombres porque, no siendo mujeres, no se perciben como posibles víctimas. Pero creo que no, creo que en la escena relatada hay algo más. Es algo que tiene que ver con el final del patriarcado (Librería de mujeres de Milán). Parece que el final del patriarcado empieza a dar más miedo a muchos hombres que el terrorismo, y esta es una buena señal. Es buena porque se están enterando de lo que ya ha ocurrido, y buena porque casi expresan su miedo a la posibilidad de sentir algo, algo originario, algo verdadero, ante la violencia contra las mujeres. El sentir suficientes hombres algo verdadero ante la violencia contra las mujeres y acceder a expresarlo sería, en mi opinión, el principio del fin de esta violencia horrorosa que sigue sin producir ninguna contradicción social.

Dejarían de ser unos desalmados. En Para una historia de la Piedad, María Zambrano escribió que “el sentir... es la vida toda del alma”. Si no sientes, tu alma se petrifica, muere. En el patriarcado, los hombres no sentían nada ante la violencia machista porque el sentir lo tenían prohibido como un tabú en este ámbito, prohibido hasta volverse algo inconcebible, ya que el patriarcado estaba basado precisamente en la violencia contra las mujeres, concretamente en el contrato sexual (Carole Pateman).

María Zambrano entendía por sentir lo que ella llama el sentir originario, o sea, el sentir que es origen y origina, que está en el origen y da origen a algo, palabras, por ejemplo. Si los tertulianos citados antes, periodistas muy instruidos y expertos, hubieran sido capaces de sentir algo y de expresarlo, aunque fuera balbuceando, al comentar los asesinatos de Utrecht de ayer ¡qué cambio habrían empezado a traer a los medios de comunicación! Un nudo de sus vidas y de la política sexual de Occidente se habría empezado a aflojar. Habrían aprovechado la oportunidad ofrecida por la triste circunstancia. Quedó solo el testimonio del instante suspendido, que es ya algo, porque da esperanza de que el sentir, tan prohibido entre hombres, esté a punto de llegar.

(19/3/2019)

Universitat de Barcelona
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