JUSTICIA INFINITA

Lo único que parece hacer vibrar nuestra irremediable tendencia a lo justo tras la muerte de Dios parece ser seguir buscando pecadores, o culpables. Palabras de nuevo cuño como “lo denunciable” (no se ha inventado, en cambio, “lo juzgable”) demuestran que esta furia es incontenible. También la discusión jurídica sobre si es posible la “muerte natural”, porque incluso en lo natural hay que buscar responsabilidades. Todo este mundo se mueve por una molestia infinita, un picor permanente, sea en las reclamaciones de descendientes de víctimas de los nazis o del tabaco, sea en los pentimentos públicos de Papas o jefes de Estado por masacres cometidas siglos atrás.

Igualmente en las protestas contra los “equipamientos” sociales no deseados, es decir, prisiones, aeropuertos, líneas eléctricas, cualquier cosa que ensucie o haga ruido, diagnosticadas como “efecto NIMBY” (not in my back yard), donde la misma etiqueta de “efecto” ya connota su carácter de patología social: o “sociopatía”.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.