CATEGORÍAS

Mi compadre Feliú me refiere a un comentario de su amigo Rafael Gumucio, que a su vez cita las ideas de otro acerca de las tres categorías en que puede dividirse la comunidad humana.

(Soy consciente de que este comienzo tan recursivo parece tomado en préstamo de Platón.)

Sostiene el compadre de Gumucio que hay tres tipos de personas: los freaks, es decir, monstruos, individuos geniales o extravagantes y muchos otros tipos de inadaptados que pueden ser felices o infelices, pero que en cualquier caso nadie consigue encuadrar en clasificación alguna; en segundo lugar están los perfects, individuos que tras largo empeño y voluntad de hierro, consiguen demostrar en sus propias vidas que las reglas sociales o culturales o estéticas al uso son razonables y fiables, que la felicidad de acuerdo con esas reglas es posible y realizable, que la fortuna existe y que ellos son los afortunados; y por último, en tercer lugar, están los ordinary people, que no necesitan ser descritos y que Nietzsche llamaba “el rebaño”.

Tres categorías o modelos, tres perspectivas irreconciliables, tres maneras del destino que cada uno de nosotros puede elegir para sí y que no por casualidad mucho se parecen a los tres estamentos de la República platónica: filósofos, guerreros y artesanos, con la diferencia de que para Platón estos estamentos debían ser respetados mientras que, entre nosotros, a menudo se dan las fórmulas híbridas o transicionales. Así pues, hay freaks empecinados en vivir como la ordinary people, que acaban por arrastrar a todos los que los rodean a alguna forma de desdicha por efecto de su propia insensatez. Perfects, que, de tan intachables, acaban por resultar monstruosos, tal como sucede con la belleza física cuando se alcanza la perfección; o multitud de gente corriente que anda por ahí disfrazada de monstruo, ya sea porque un buen día decide cubrirse el cuero de tatuajes o hacerse adicta a una secta orientalista o a la bisutería. Seres vulgares o monstruosos que quieren ser perfects como sea, ya sea con el yoga o la macrobiótica o con el triatlón.

El sentido común indica que la felicidad se alcanza cuando el individuo reconoce cuál es su verdadero estamento, su categoría o su grupo de pertenencia y comprende que hay algo esencial o ineluctable en lo que le ha sido dado; y en cambio, las vidas infelices están llenas de individuos que simplemente no hacen lo que deben y emulan o pretenden lo que en rigor no es de su mundo.

O quizá sea que los antiguos tenían muy claras estas tres categorías, mientras que nosotros no hemos hecho otra cosa que confundirlas.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.