Lectura, escritura y oralidad, tres herramientas para comprender y transformar la realidad

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Montse Colilles Codina
Psicóloga y asesora en educación infantil


López, María Emilia; Sanjuán, Beatriz; Ventura, Antonio. Anidando entre palabras: orientaciones para el fomento de la lectura en la primera infancia. Bogotá: Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina (CERLALC), 2020. 115 p. Disponible en: <https://cerlalc.org/publicaciones/anidando-entre-palabras-orientaciones-para-el-fomento-de-la-lectura-en-la-primera-infancia/>. [Consulta: 14/04/2021].


En América Latina ya hace muchos años que invierten y se interesan por la promoción de la lectura en la primera infancia. En el año 2020, el CERLALC (Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe) publicó un documento titulado Anidando entre palabras: orientaciones para el fomento de la lectura en la primera infancia, donde M.ª Emilia López, Beatriz Sanjuán y Antonio Ventura formalizan los principios que deben tenerse en cuenta para la mediación de la lectura con niños menores de seis años, de forma muy cuidadosa y bien documentada. 

Estos tres especialistas, de solvencia demostrada en el ámbito de la literatura infantil, dan una importancia crucial a la mediación literaria, y por ello dirigen esta guía a bibliotecarias, maestros, familias y otras personas involucradas en la atención a la primera infancia. Ponen el énfasis en la influencia decisiva de las primeras experiencias lectoras para acompañar la construcción de la subjetividad, el desarrollo de la relación con los otros y para ayudar a crear pensamiento crítico. 

Destacan la importancia de la transmisión del legado artístico, cultural y literario desde el nacimiento y explican cuáles son los beneficios de la lectura y el contacto precoz con la oralidad y la cultura escrita. Explican cómo las experiencias de ampliación de las capacidades comunicativas y expresivas de los niños serán determinantes en los aprendizajes futuros de la lectura y la escritura. También señalan la transcendencia de la lectura para consolidar los vínculos afectivos del niño con el adulto cuando esta se ofrece como una experiencia satisfactoria. 

Los diferentes capítulos que componen esta publicación dan pistas a los adultos mediadores para poder seleccionar materiales de lectura así como referencias y recursos que facilitan aproximaciones creativas y placenteras de los niños a la lectura. 

El capítulo de Beatriz Sanjuán da cuenta de cómo toda la comunidad interviene en la educación y en la mediación lectora. Se centra en la vertiente educativa y social, formal y no formal, y desarrolla muy bien las características de la lectura infantil, que son muy diferentes de la lectura adulta. Parte de las capacidades, habilidades e intereses de los más pequeños y hace una crítica a la poca repercusión y reconocimiento que muchas veces tienen las profesionales que trabajan en esta etapa educativa tan importante. Menciona, también, la responsabilidad de los prescriptores, que deberían ser también mediadores, y recomienda que estaría bien que tuviesen contacto directo con los niños (cosa que no sucede a menudo). Desarrolla detalladamente las condiciones de tiempo, espacios y recursos de interpretación que hacen falta para poder crear entornos de mediación en casa, en la escuela, en la biblioteca, así como en cualquier espacio o institución dirigida a los más pequeños. 

Sabemos que el niño empieza a construir su psiquismo a partir de las interacciones con sus referentes primarios. Es por ello por lo que M.ª Emilia López dedica dos de los capítulos a la mediación con familias. La autora, especialista en educación precoz y literatura infantil, desarrolla los caminos del lenguaje y su acompañamiento basándose en su experiencia con familias. Los padres y las madres son los primeros mediadores que con su voz introducen al niño en el mundo del lenguaje y de la palabra. Los niños no pueden crecer sin la voz de quien le cuida ni pueden llegar a los libros si no hay un adulto que los pone a su alcance. Los niños empiezan a leer escuchando.

También es remarcable la importancia de la función de la biblioteca pública, por la gratuidad de su fondo y por la tarea de democratización de la lectura para llegar a todos los sectores socioculturales, sobre todo a los que tienen menos recursos. En la guía que estamos reseñando se detalla cómo adaptar sus instalaciones a los usuarios más pequeños. Y se anima a los mediadores de lectura a acercarse a los CAP (centro de atención primaria), tal y como hace ACCES en Francia y como se intentó aquí, hace unos años, con el proyecto «Nascuts per llegir» que no tuvo suficiente apoyo institucional para sostenerse. Este organismo francés ha promovido acciones de acompañamiento a la literatura desde 1982 y sus estudios demuestran la importancia de acercar los libros desde el nacimiento en contextos significativos afectivamente. Por lo tanto, podemos afirmar que es básico ayudar a los adultos que cuidan de los niños, en cualquier ámbito, a comprender el alcance y la necesidad de la lectura en un contexto placentero y sin esperar nada a cambio, por el puro placer de compartir lecturas. Cosa que debería continuar haciéndose en la educación primaria y en la secundaria.

Encontraréis la evolución lectora partiendo de las canciones de cuna, las carantoñas, los juegos de falda y los textos rimados como preludio de la lectura ‒en sentido amplio‒. En el último capítulo, Antonio Ventura detalla con esmero la importancia de la palabra poética, en todas sus vertientes. El texto nos abre preguntas interesantes: ¿en qué mundo de palabras nacen los niños en la actualidad? ¿Cuáles son las canciones infantiles que provienen de la tradición oral para cada niño, para cada mediador? ¿Cómo podemos iniciar al niño en el camino de la narrativa oral en un mundo saturado de pantallas? ¿Por qué la poesía es la cenicienta de la literatura? ¿Por qué cuesta tanto hacer propuestas literarias con poesía? El autor recomienda que la poesía tenga una presencia diaria en las vidas de los niños desde los tres años (y por qué no, en la guardería). El autor despliega ejemplos de juegos de palabras, trabalenguas, adivinanzas, canciones de corro y poemas para jugar, cantar y recitar que podrán memorizar y repetir a medida que crecen. Anima a los maestros a ser como el Frederick de Leo Lionni para que los niños puedan serlo para otros.

Los autores describen detalladamente cuáles deben ser las características fundamentales de las lecturas para las primeras edades y las claves de la experiencia lectora, y dan mucho valor a las diversas tipologías de libros que podemos ofrecer. Desde los primeros señaladores e imagiarios, a los libros de conocimientos, los álbumes, los libros ilustrados y las primeras narrativas. Destacan el valor de los diferentes formatos y dan mucha importancia a cómo están escritos (si hay texto) y cómo están ilustrados dado que hay mucha producción vacía de contenido que deberíamos descartar. 

La guía también da pistas para poder elegir y seleccionar el fondo literario que queremos ofrecer, dando mucho peso a la calidad más que a la cantidad, y sin olvidar que es necesaria una oferta variada por lo que se refiere a las tipologías, géneros y formatos. Con autores locales y de otras procedencias, de ficción, no ficción y con estilos variados de ilustración. 

Para construir una biblioteca para los más pequeños (municipal, de aula, de escuela, de casa...) lo primero que deberíamos hacer es deshacernos de los libros que no cumplen las características que estos autores nos recomiendan. Vivimos en un mundo en el que se ha priorizado la inteligencia emocional en detrimento de la inteligencia crítica, donde los libros «receta» inundan las mesas de las novedades editoriales. Estos libros que podríamos denominar «de autoayuda» deberíamos descartarlos de las selecciones, sobre todo porque van más dirigidos a los adultos que a los niños, y quedarnos con los libros que ofrecen experiencias lectoras interesantes, que contienen sorpresas, que pueden remover, motivar, abrir preguntas y no dejar indiferente al lector, sea pequeño o mayor. Podemos hablar de la mediación literaria desde la primera infancia cuando el objetivo no es moralizador, cuando tenemos presente la herencia cultural para que no se rompan los lazos que unen las personas al lugar y a la cultura a la que pertenecen. 

Sería muy interesante tomar como propia esta guía para poder incluir profesionales y proyectos de promoción de la lectura de nuestro país y animar a la Conselleria de Cultura de la Generalitat de Catalunya y a los ayuntamientos que inviertan en la mejora de la competencia de los mediadores en la primera infancia. Por desgracia, al ser una etapa educativa no obligatoria, no siempre se ha cuidado la valoración y la formación de los profesionales que se dedican a ello. Para dar a los mediadores los recursos necesarios para acompañar a los niños a crecer como ciudadanos formados y cívicos, que tengan las bases culturales mínimas, la capacidad de argumentación y el dominio de las exigencias lingüísticas elementales que nos ofrece la formación literaria desde la más tierna infancia. Guías como esta, que no infantiliza al público al que se dirige, pueden ser una herramienta para hacerlo posible. 

Es un texto imprescindible y muy útil para los mediadores que tienen un papel crucial en esta lectura compartida que es necesaria y previa a la lectura individual. Se dirige a los adultos que son conscientes y que quieren evitar los efectos censores de la selección y que tienen ganas de formar lectores polivalentes y con criterio.

Ahora haría falta que hubiera en nuestro país una apuesta política de inversión y de recursos para llevar a cabo formaciones e investigación en este ámbito, pero para que esto pase hay que dar a la etapa de educación infantil la importancia que tiene. ¿Será que no conviene, a la política imperante, formar ciudadanos críticos sino obedientes, que se dejen manipular y controlar, y sobre todo que no lean mucho no vaya a ser que se les volviera en contra? 
 

Nota: Esta reseña es publica simultáneamente en el Blog de l’Escola de Llibreria.