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Creando espacios de biblioteca para el presente y futuro: un nuevo tratado de referencia

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José Pablo Gallo León
Director de la Biblioteca de la Universidad de Alicante


Hickerson, H. Thomas; Lippincott, Joan K.; Crema, Leonora (eds.) (2002). Designing libraries for the 21st century. Chicago: Association of College and Research Libraries 2022. XIII, 447 p. Disponible en: <https://www.ala.org/acrl/sites/ala.org.acrl/files/content/publications/booksanddigitalresources/digital/9780838936726_OA.pdf>. [Consulta: 01/06/2023].


Se puede afirmar que la tecnología de la información imperante en cada época siempre ha determinado la forma de las bibliotecas. Pero los últimos cambios han ido quizá más allá, porque ya no es necesario llegar a donde se encuentra físicamente registrada la información y acceder a ella de forma directa en su soporte palpable. Esto es, desaparece la necesidad de la localización para el acceso a la información. 

Esto hace que, desde los años 60 del siglo XX1, casi en la prehistoria de los ordenadores, la vigencia de las bibliotecas empezó a ser puesta en duda, al menos como ente físico y presencial. De forma recurrente, diversos autores de la talla de F. W. Lancaster han seguido haciendo pronósticos preocupantes, algunos con fuerte impacto, como los de Scott Carlson (2001) o Brian T. Sullivan (2011)2. Pero la irrupción de la World Wide Web a mediados de los años 90 supuso un punto casi de ruptura. 

Sin embargo, durante estos años las bibliotecas han ido evolucionando y adaptándose a los cambios. Es más, desde los 80 hasta la Gran Crisis de 2007 las bibliotecas físicas vivieron una época de bastante esplendor. 

Existe el problema de que el propio término biblioteca se refiera a un espacio físico; y que la imagen popular de una biblioteca sea la de estanterías con libros. En parte, y por ahora, sigue siendo eso, pero las tecnologías y la propia evolución de la sociedad provocan que sea mucho más. 

En una etapa inicial, automatizamos las tareas y los accesos, pero basándonos en modelos físicos. La sociedad red ha supuesto un cambio más profundo, con modificaciones en la socialización, adquisición del conocimiento, etc. Es un cambio global, que afecta de forma profunda a la esencia de las bibliotecas y, por tanto, a su forma física. Igualmente, la tecnología de la información cambia ineludiblemente un espacio destinado a la explotación de esa información. Modifica sus servicios y, en consecuencia, sus espacios. Algo lógico en una arquitectura que debe ser originalmente funcionalista. Pero, como se indica en el capítulo segundo del libro que nos ocupa, el ejemplo más importante de la capacidad de transformarse y afrontar el futuro de las bibliotecas es, precisamente, las bibliotecas que se han reformado o construido en los últimos 20 años.

Así, Ashkenas (2015)3 indicó que no basta con modificaciones parciales o aisladas, sino que se requiere un conjunto más amplio de cambios interdependientes e interconectados que solo podrían describirse como transformacionales.

En este contexto, nace el libro Designing libraries for the 21st century, editado por Tom Hickerson, Joan Lippincott y Leonora Crema. Se trata de una obra heredera de las conferencias del mismo nombre que se iniciaron en la Universidad de Calgary en 2012. Por ello, los numerosos autores proceden, en su mayoría, de las mismas. 

Los editores indican su intención de que el libro tenga una perspectiva holística del proceso de diseño de una biblioteca o de su renovación, no sólo centrado en las instalaciones físicas. Se estudia desde la visión y primeros conceptos hasta el momento de la publicidad y difusión. Pretende orientar y proporcionar buenas prácticas a todo aquel que se acerque al mismo, bien por estar en el trance de la planificación y construcción, bien por interés académico o como herramienta para persuadir a quien toma las decisiones al respecto. Quiere ser práctico e inspirador al mismo tiempo, pero no es un manual que guíe cada paso del proceso, sino más bien un tratado sobre todas las variables necesarias para llevarlo a cabo. 

El leitmotiv del libro es la dificultad para diseñar edificios en estos momentos. Hemos pasado de diseñar basándonos en el libro a basarnos en las personas, adaptándonos al tiempo a un entorno tecnológico cambiante. Se puede encontrar un hilo que guía todo el libro y que ya hemos sugerido: que las tecnologías han cambiado la sociedad, la forma de aprender y la forma de acceder a la información, variando por tanto de forma ineludible la propia forma de las bibliotecas. Centrado en las bibliotecas académicas, la principal inquietud es su habilidad para favorecer el aprendizaje y adaptarse a los objetivos de la institución. O sea, diseños centrados en el buen servicio a la comunidad, por lo que se enfatiza su importancia, así como de la inclusión.

De esta forma, la monografía presenta las principales tendencias en la concepción de estos lugares e identifica estrategias para preparar las bibliotecas del futuro. Entre las primeras, la construcción de espacios activos, sociales y ricos en tecnología. Lugares en los que apetezca estar y que sean flexibles o, en palabras de Hickerson, uno de los editores, permeables. Esto es, diseñados según la expectativa de cambios continuos, algunos previstos y otros aún no imaginados, con planteamientos abiertos que generan flexibilidad espacial.

El libro no obvia la pandemia y lo que supuso. Varios autores la abordan parcialmente, pero no es un asunto fundamental, pues se indica que no ha cambiado las tendencias a largo plazo. Aun así, se señala que provocó pérdidas reales en el aprendizaje y en la productividad investigadora, por lo que se ha producido un aprecio renovado por la biblioteca como lugar. 

Se estructura en ocho secciones temáticas y 28 capítulos, más la introducción y unos apéndices:

  • Bibliotecas académicas del siglo XXI en un entorno en evolución. La primera sección ofrece una visión general de las cuestiones clave que cualquier persona que planee evaluar y abordar sus espacios bibliotecarios debe tener en cuenta para garantizar el éxito.
     
  • Alineación con la visión institucional, ya que las universidades también están cambiando sus objetivos, impactando en el diseño de las bibliotecas.
     
  • Colaboración con arquitectos, diseñadores y planificadores, lo cual es desde siempre un tema recurrente en cualquier manual.
     
  • Cuestiones clave en la planificación. Medición de usos y su interpretación; qué hacer con las colecciones en papel; o la introducción de las tecnologías. Se dedica un capítulo a la accesibilidad y el diseño universal para conseguirla.
     
  • Colaboraciones y convergencias. Renovar los espacios existentes para fomentar la colaboración con otras unidades de la universidad, sobre todo en torno a la utilización de espacios para el aprendizaje. 
     
  • Liderazgo, cambio organizacional y nuevas funciones del personal. Dentro de esa visión holística que habíamos indicado, entra en temas poco habituales para este tipo de obras, como la planificación estratégica y del cambio. Algunos de ellos tan abiertamente delicados como la composición de la plantilla para ese cambio. 
     
  • Programación para la investigación, el aprendizaje y la comunidad. Es la sección con más capítulos y más heterogénea, con diversos estudios de caso sobre diferentes aspectos que se pueden incluir en la nueva biblioteca. 
     
  • Mirando hacia el futuro. La octava sección sirve como resumen y desglosa los desafíos en el diseño de bibliotecas a los que nos enfrentamos.

Valoración

Como puntos fuertes de la obra se pueden destacar la visión amplia y la exhaustividad de su alcance, que aborda prácticamente todo el proceso de diseño. Igualmente, resulta muy valioso que se refiera a ejemplos concretos que, dentro de la limitación geográfica, están muy bien seleccionados. Pueden servir como inspiración o como modelos a imitar, con una abundancia de imágenes. También se agradece que una obra de este peso se encuentre disponible en libre acceso.

Como puntos débiles, la diversidad de autores y la propia ambición que hemos señalado tiene como consecuencia que no logre la cohesión de un manual al uso. Igualmente, se echa en falta una bibliografía completa. 

Por otra parte, no es en sí una debilidad, pero debemos tener claro que, aunque exhaustivo en su planteamiento del proceso, es restrictivo en su objetivo, al centrarse casi exclusivamente en bibliotecas académicas norteamericanas. Sólo se citan otros dos ejemplos notables: la Biblioteca Pública de Calgary y la Biblioteca Nacional de Qatar.

De forma quizá más anecdótica, tampoco el título es especialmente afortunado, al no reflejar esta orientación. Además, como dice Chris Bourgh (directora de la biblioteca del MIT) no se sabe si tiene sentido seguir hablando de una biblioteca para el siglo XXI, pues llevamos casi un cuarto del mismo.

No obstante, el libro es, desde el momento de su aparición, un clásico de consulta imprescindible. Junto con Khan (2022) y Schlipf & Moorman (2018)4, constituyen el triángulo de grandes trabajos anglosajones de la actualidad. 

Notas

1. Alvin Toffler se preocupaba por el tema ya en 1963. [Citado por McAdams, Nancy R. (1987). «Trends in academic library facilities». Library trends, vol. 36, no. 2, p. 287-298.]

2. Carlson, Scott (2001). «The deserted library». The Chronicle of higher education, vol. 48, no. 12, p. A35–A38. [Consulta: 07/06/2023]. Sullivan, Brian T. (2011). «Academic library autopsy report, 2050». The Chronicle of higher education, January 02. [Consulta: 07/06/2023].

3. Ashkenas, Ron, (2015). «We still don’t know the difference between change and transformation». Harvard business review [blog]. [Consulta: 07/06/2023].

4. Khan, Ayub; Thebridge, Stella (2022). Better by design: an introduction to planning designing and developing library buildings. 2nd ed. London: Facet Publishing.

Schlipf, Fred. A.; Moorman, John. A. (2018). The practical handbook of library architecture: creating building spaces that work. Chicago: American Library Association.
 

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