Enredados: el analfabetismo informacional de los nativos digitales

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Laura Calosci
Máster en Biblioteca Escolar y Promoción de la Lectura


Evaluating information: the cornerstone of civic online reasoning (2016). [S.l.]: Standford History Education Group. 27 p. Disponible en: https://sheg.stanford.edu/upload/V3LessonPlans/Executive%20Summary%2011..... [Consulta: 28/09/17].


La habilidad con la que los nativos digitales se mueven por la red y utilizan sus terminales electrónicos –smartphones, tabletas y ordenadores– no significa necesariamente competencia informacional sino, más bien, según un estudio publicado en noviembre de 2016 por el Stanford History Education Grup (SHEG), de la prestigiosa universidad californiana de Stanford, «las capacidades de los jóvenes de valorar las informaciones en Internet se pueden resumir con una sola palabra: desoladoras». Según el citado estudio, los nativos digitales son fáciles de engañar a la hora de valorar una información. Este hecho, según el SHEG, es extremadamente preocupante tanto desde el punto de vista de los derechos de ciudadanía, como desde el punto de vista de la calidad democrática que se puede derivar. En un momento en que la posverdad ha entrado en el debate público por su fuerte influencia en la opinión pública es fundamental, para no caer atrapados en la red, promover en las escuelas una pedagogía que favorezca la adquisición de sólidas competencias informacionales en el uso de las nuevas tecnologías.

En este sentido, el SHEG es un grupo que, además de la investigación académica, ofrece diferentes recursos para los profesores de las escuelas de todos los niveles educativos, y es en este contexto que se enmarca el estudio Evaluating information: the cornerstone of civic online reasoning. La finalidad del estudio es justamente la de dibujar un cuadro realista sobre las actuales capacidades de los jóvenes de valorar la credibilidad de la información que fluye en Internet y dar herramientas para trabajar estas competencias en las clases.
El cuadro que surge es francamente preocupante.

El estudio, iniciado en enero de 2015, ha implicado estudiantes de diferentes edades, desde la ESO hasta la universidad, procedentes de 12 estados de los Estados Unidos y de realidades socioeconómicas muy diferentes. Se han elaborado 7.804 respuestas en total. Los ejercicios propuestos a los estudiantes pedían reflexionar sobre la naturaleza de la información y el grado de fiabilidad de las noticias que circulan por Internet y en las redes sociales.
La publicación del estudio al que nos referimos detalla el análisis de tres ejercicios, uno para cada nivel de estudio, mostrando los resultados globales y algún ejemplo de respuestas.

Ejercicio 1. Análisis de una home page del magazín en línea Slate.com

Se ha pedido a los estudiantes de ESO distinguir las noticias de los anuncios publicitarios y de los native advertising –contenidos patrocinados, verdaderos anuncios camuflados de noticias– y motivar sus respuestas.
De los 203 estudiantes que han participado, tres cuartas partes saben distinguir perfectamente una noticia de un anuncio publicitario, pero más del 80 % no ha reconocido una noticia de un anuncio patrocinado –native advertising–. Esto significa que la mayoría de estudiantes no sabe qué es un anuncio patrocinado.

 

Ejercicio 2. Evaluación de las pruebas. Foto Fukushima nuclear flowers. Post en Imgur

El ejercicio tiene la finalidad de valorar las capacidades de los estudiantes de bachillerato, de poner en duda la fiabilidad de las fuentes y preguntarse: ¿de dónde viene este documento que estoy mirando?
A la pregunta de si el post con la imagen de las flores radioactivas proporciona evidencias sobre las condiciones de las plantas en las proximidades de la central nuclear de Fukushima, tan solo el 20 % de los 170 alumnos examinados ha cuestionado las fuentes, mientras que el 40 % ha argumentado que el post era verídico por el hecho de ser una imagen, o sea que la irrefutabilidad de la prueba se fundamenta en lo que aparece a la vista. Una cuarta parte de los estudiantes sí que ha dudado de la imagen, pero solo por el hecho de que no se mostraban alrededor otras plantas y animales afectados por las mismas radiaciones.

 

Ejercicio 3. Reclamos de las redes sociales: análisis de un tuit

¿Es Twitter una buena fuente de información? Los estudiantes universitarios consultados tuvieron que demostrar sus capacidades para ponderar las fuentes, las opiniones y los intereses implícitos y los argumentos utilizados antes de decidir si un tuit puede considerarse una buena fuente de información.

El tuit objeto del ejercicio concierne a la difusión, por parte de una organización a favor de un mayor control sobre el uso de las armas en los Estados Unidos, MoveOn.org, de un sondeo realizado por otra organización –Center for American Progress– igualmente favorable a la adopción de estas medidas.
En general, los 44 estudiantes universitarios que han llevado a cabo el ejercicio han tenido graves dificultades para ponderar las fuentes del tuit. Solo pocos han prestado atención al hecho que el tuit se basaba en un sondeo realizado por una sociedad profesional y que esto le confería mucha credibilidad como fuente de información. Tan solo una tercera parte de los estudiantes, pero, han destacado al contrario que la ideología política de las dos organizaciones podría haber afectado de alguna manera el sondeo restando, por tanto, credibilidad al tuit. La mayoría de los estudiantes no ha considerado mínimamente las fuentes, limitándose a hacer genéricas consideraciones de contenido. Algunos incluso ni tan solo han abierto el enlace del sondeo.

El estudio demuestra cómo el analfabetismo informacional es una realidad entre los jóvenes de los Estados Unidos. Es lícito pensar que aquí las cosas no sean demasiado diferentes y que quizás el problema no concierne únicamente a los jóvenes sino también a una parte significativa de la población adulta que accede siempre más frecuentemente a la información mediante Internet y las redes sociales. Sería interesante poder realizar un estudio análogo para comprobarlo. Antes de Internet, la información pasaba por ciertos filtros que, de alguna manera, garantizaban la calidad: además del autor, la redacción, el director y eventualmente el editor velaban por las publicaciones. En Internet este filtro desaparece. Es el lector el único responsable de lo que lee y es por esto que a día de hoy es imprescindible dar una formación específica en este sentido, si no queremos convertirnos en ciudadanos fácilmente manipulables. Las competencias informacionales deben entrar en las escuelas y llegar a ser un elemento curricular central. Los recursos para hacerlo ya están disponibles. Además del estudio aquí presentado que ofrece materiales e ideas para trabajar en clase, la UNESCO publicó en 2011 un trabajo sobre Curriculum para profesores sobre alfabetización mediática e informacional que recoge los objetivos de las declaraciones de Grünwald (1982), de Alejandría (2005) y la Agenda de París de la UNESCO (2007).
 
Las bibliotecas escolares y las aulas de informática son unos buenos puntos de partida para trabajar las competencias informacionales en las escuelas, siempre más los docentes y bibliotecarios, personas específicamente formadas en esta materia. Se trataría por tanto de aprovechar con inteligencia estos recursos y, si no estuvieran disponibles como pasa a menudo, sería el momento de reivindicarlos con fuerza si queremos mantener sana y despierta la sociedad en la que vivimos y no acabar enredados en los embrollos de las posverdades, de las fake news y, en definitiva, de las falsedades y manipulaciones.