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Textos de la Era de la Perla

Presentaciones de libros

Texto de: Andrea Franulic Depix

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BARBARA VERZINI: LA MADRE EN LA MAR

Texto de: Andrea Franulic Depix

Para Bárbara

Las aguas saladas del libro de Bárbara Verzini1 solo se pueden leer (y uso palabras de ella misma) con la carne abierta sin herida y no con los ojos de la vista; sus olas mecen con su movimiento en espiral y con la anchura de su mar, con la profundidad de los abismos y su oscuridad vetusta. Para leerlo, una necesita hacer tabula rasa, pues su autora lo ha escrito haciendo tabula rasa del Orden de la Espada, sustrayendo su sentido originario2 de la inerte filosofía masculina. Está escrito en y para la Era de la Perla, que no es una Era diacrónica, dice María-Milagros Rivera Garretas. Y como también dice, nos lleva al antes del antes, al origen, que siempre es de andadura femenina y materna, que crea a todos y todas ellas, como recita la cuarta línea del Enuma Elish: Muummu Tiamat crea a todos y todas ellas en la armonía del caos, donde todo se mezcla sin confundirse.

La leo y vuelvo hacia atrás y de nuevo hacia adelante y otra vez hacia atrás en el infinito movimiento de las olas de Tiamat y cada vez se me revela algo. Este libro no puede dejar indiferente a nadie, sales mojada, como la misma autora dice, y siempre distinta, radicalmente distinta.

No hay linealidad entre pasado, presente y futuro; ni entre el antes y el después, ni entre la niña que fui y la mujer que soy: niñas-viejas, dirá Adriana Alonso Sámano… “Es que [dice Bárbara Verzini] el sentir no separa, mantiene unidos adelante y atrás, antes y después, pasado y futuro, en un único movimiento circular…”.

Y así comparezco, y esta palabra resuena de otra manera en mí, como si por primera vez la pronunciara, comparezco ante “el infinito misterio de lo uno que es dos, entre las piernas de una mujer”, la verdad de las mujeres clitóricas en la Era de la Perla, que siempre ha estado aquí, como las aguas de Tiamat, como las aguas de la mar que nunca han dejado de fluir en las entrañas de toda mujer, de cualquier mujer, de una mujer cualquiera como yo...

Hace menos de una semana que Bárbara Verzini me invitó a decir mi experiencia de lectura de su libro, y yo no sabía que era una invitación de más de 4000 años, yo no sabía que al leerla iba a ir y a volver una y otra vez a mi vida toda, a mi infancia, a mi propio origen, que es al mismo tiempo el origen primordial de todo lo vivo. He estado sintiendo, soñando, mirando con la visión de las entrañas, sintiendo a la niña que soy, sintiendo la m de mi madre… La m, que es el sonido m que, con los labios de la boca tocándose, vibra con los de la vulva; no es la p áfona de la ley del Padre, del orden simbólico que puede ser solo patriarcal en tanto Orden…

Comparezco ante la sustancia de la lengua materna3, en los brazos y en la carne de mi madre como criatura recién nacida; lengua materna que la han pretendido arbitraria, que la han querido empequeñecida a la forma, intentando dejar la sustancia fuera, como fuera han aspirado a dejar la diferencia sexual, el mismo origen. Cómo no, si ha sido el Orden de la Espada de la lingüística, espada que, como todas, separa, cercena e intenta doblegar sin éxito la mezcla armoniosa, en el caos, de sonidos, sabores, olores, tacto; lengua siempre motivada y siempre en relación.

Solo puede haber relación en el origen, dice la autora, y solo puede haber sustancia en la lengua materna, y se me han quedado sus palabras, esas que ella dice que “respiran, sudan, se mueven, se persiguen, saltan y juegan”, pegadas a la carnosidad de mi lengua, sus sonidos vibrantes trabajando dentro de mí: una madre solo puede ser clitórica, toda madre es Muummu, todas somos madres y somos únicas, y esta verdad no deja sitio a la envidia entre mujeres porque aquí el Mal no tiene lugar…

Ese Mal de Apsu al que la Diosa le cierra sus aguas, aunque igualmente toca su corazón porque la quiere separar de sus criaturas. El toque del Mal que también es el toque de la tristeza y que siempre está al acecho, a veces, en la figura de la ficticia mujer patriarcal, que se camufla en lo que Bárbara Verzini, en los encuentros mensuales a los que nos convoca, ha llamado el “teatro de la práctica de la relación”. Por eso hago tabula rasa de mi propia vaginalidad 4… Como su libro enseña, solo el Bien puede ser radical 5

Asimismo, enseña que ninguna madre es Ummu, eso es falsedad misógina de la Espada de Marduk que intenta desmembrar las olas de la m y la u que es la clítoris; falsedad es la vagina y el orgasmo vaginal, falsos son los géneros y las identidades, mentiras misóginas ancladas a la gran mentira matricida del Orden patriarcal, que aspira a crear ex nihilo, pero solo reproduce, repite, idéntico a sí mismo, estancado cual Apsu…

La niña que fui corrió el riesgo de ahogarse en la mar a los 9 años de edad, la niña que soy amaba la inmersión6 en las profundidades de la mar, deseaba entrar en sus abismos, amaba permanecer flotando; ama sentir el agua en los pliegos del cuerpo, en los poros, el pelo empapado, la piel escamosa, reseca por la Sol del desierto de Atacama…

Leerte, Bárbara, me ha traído de vuelta esta historia de mi vida y la he sentido con la carne abierta sin herida. Así como has escrito e interpretado libre de patriarcado el Enuma Elish y, junto a este mito mesopotámico, todos los mitos patriarcales han sido desenmascarados, he recordado cómo los hombres de mi familia -mi padre, mis tíos- salieron a mi socorro y no pudieron, la dragona serpiente Muummu Tiamat no dejaba que se acercaran a mí, los absorbía en sus corrientes, mientras me iba llevando cada vez más adentro… Yo no tenía miedo, solo estaba cansada de nadar, entonces me puse de espaldas y dejé que la monstrua me sostuviera…

Ningún hombre me pudo salvar porque ningún hombre puede salvar a una mujer, porque una mujer está siempre antes7 . Como enseña tu libro, los héroes son del Orden fálico, solo hay esfinge y hay enigma clitórico… Mi cuerpo inmaculado de niña no fue rescatado por otro cuerpo; en un flotador con una larga soga que alguien jaló, regresé intacta a mi orilla…

Bárbara Verzini, he dejado que tus olas me mojen, y he emprendido el viaje con una mochila ligera como sugieres, y todavía no acaba porque no es finito, aun así, mira dónde me ha llevado: al antes del antes, que, como dices, es abertura al infinito antes de apertura a otro cuerpo, abertura con b que también vibra (traducción del italiano hecha con el placer de María-Milagros Rivera Garretas). Gracias, Bárbara, ojos oscuros de Babau, monstrua preciosa del Lago Ness, labios carnosos que nos y me invitan a nunca más cerrar mi boca ancha de rana para decir la verdad, mi verdad.


1Bárbara, Verzini, La madre en la mar. El enigma de Tiamat, Verona-Madrid, Colección a Mano, Edición Independiente, 2021. Traducción del italiano de María-Milagros Rivera Garretas.
2Idea de María Zambrano.
3Ver Luisa Muraro, El orden simbólico de la madre.
4Ver “Mujer clitórica y mujer vaginal” de Carla Lonzi.
5Lo dice también María-Milagros Rivera Garretas en su libro El placer femenino es clitórico.
6Inmersión y emersión, así titula partes de su libro, la autora.
7Dice, incansable, María-Milagros Rivera Garretas.

Universidad de Barcelona
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