Biblioteca Pilarin Bayés: una ubicación emblemática en Vic

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Maite Comalat
Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals
Universitat de Barcelona (UB)

Eli Ramírez
Biblioteca La Bòbila
L’Hospitalet de Llobregat


Biblioteca Pilarin Bayés. Passeig de la Generalitat, 1. 08500 Vic.


El 7 de octubre de 2022 se inauguró otra de las biblioteca de la que más se ha hablado en los últimos meses: la Biblioteca Pilarin Bayés de Vic.

Pero, empecemos por el principio. Tal y como dice su página web, esta Biblioteca «es heredera de una larga historia bibliotecaria en la ciudad de Vic». En pocas palabras, la resumiremos diciendo que allá por 1930 había dos bibliotecas en la ciudad: la Jaume Balmes (inaugurada en 1931) y la Biblioteca de la Caixa de Pensions (inaugurada en 1929). No fue hasta 1996 que ambas se fusionaron para dar lugar a la Biblioteca Joan Triadú, que se ubicó en el claustro del antiguo Convent del Carme. Y aquí estuvo hasta el año pasado, cuando se cerró para dar paso a la protagonista de nuestra reseña: la Biblioteca Pilarin Bayés.

Un espacio mayor, con un nombre nuevo y una ubicación emblemática: los terrenos del antiguo cuartel de la guardia civil donde, en 1991, tuvo lugar el atentado terrorista en el que murieron 10 personas que ahora son recordadas con los 10 árboles que se han plantado en el jardín, alrededor del cual se organiza el edificio.

El cambio de ubicación responde también a una mirada estratégica. Tal y como apunta Ignasi Janer (coordinador general de la Biblioteca), «es una importante intersección entre el centro y el sur de la ciudad. El sitio de la Biblioteca, solo separado por un puente que durante años ha actuado de barrera social, pretende empezar a romper ciertos prejuicios, una escasa interacción social, el desconocimiento, la incomunicación… y hacer aflorar puentes de diálogo que favorezcan y mejoren la cohesión social». Reconoce, no obstante, que a pesar de que «el flujo de usuarios tanto de una parte del puente como de la otra, por decirlo de alguna manera, se está produciendo poco a poco y se va visualizando un equilibrio entre edades diversas y culturas diferentes», todavía echan en falta que «colectivos y usuarios de la antigua Biblioteca Joan Triadú, otra gente del centro, del sur y de otros puntos de la ciudad (y comarca) se acerquen a la Biblioteca». 

La elección del nombre ha sido el resultado de un proceso participativo abierto a toda la ciudadanía que también ha querido incluir los nombres que no salieron ganadores y que ahora dan nombre a los diferentes espacios: la sala de actos «1 d’octubre», el «Espai Lab Ausa», el Aula multilingüe «Anna Dodas» y la planta «M. Àngels Anglada».

La Biblioteca, que comparte el edificio con la Oficina d’Atenció al Ciutadà y que cuenta con una cafetería-restaurant, ha apostado por nuevos espacios y servicios, de los que destacamos dos: en primer lugar, el «Espai Lab Ausa», un espacio versátil que se ha configurado como «un estudio de grabación musical abierto y apto para grupos amateurs y emergentes del territorio» y, en segundo lugar, la sala de videojuegos, que busca convertirse en un espacio de ocio alrededor de la cultura del juego y donde la ciudadanía pueda descubrir sus múltiples posibilidades expresivas.

Estos espacios favorecen la programación de actividades. «Constantemente se van provocando situaciones en forma de actos y actividades (muchas de estas vienen dadas por entidades que quieren hacerlas en el lugar nuevo de la Biblioteca) que posibilitan que si la temática interesa, la gente se mueve y llega a la Biblioteca», nos dice Janer, que también remarca que «ha habido bastantes colaboraciones con agentes del territorio a nivel de barrio, ciudad y comarca». A pesar de que reconoce que muchas son quizás de carácter puntual, añade que «esta es la intención de cara al futuro: tejer y trabajar en red regularmente con diferentes agentes y trabajar juntos por iniciativas comunitarias y culturales». 

A parte de las entidades, el resto de usuarios también puede hacer llegar sus propuestas: «Desde el primer día pusimos a disposición unos buzones/urnas y unos papeles en forma de boletín para rellenar y opinar, siempre en positivo, de cómo poder mejorar [...] y nos sirven para rectificar y arreglar algunas de las cosas que nos dicen directamente los usuarios».

La Biblioteca tiene una particularidad respecto al fondo que merece la pena destacar aquí: una de las soluciones arquitectónicas para distribuir parte de la colección fue incorporar unos compactos accesibles a los usuarios (cuando normalmente este tipo de mobiliario se encuentra en zonas internas, como archivo o almacenes). Esta apuesta, prueba piloto impulsada por la Diputació de Barcelona, ha tenido pros y contras. Como destaca Janer, «el funcionamiento técnico y autónomo no ofrece demasiados problemas y uno mismo puede gestionarlo solo, y siempre cuenta con la ayuda del profesional bibliotecario. La crítica ha venido más por el bibliófilo que prefiere tener a la vista todos los libros, tal y como están en las estanterías. En nuestro caso, la decisión de hacerlo mixto, estanterías y compactos, ha sido para priorizar los espacios diáfanos y generosos a favor de la circulación de las personas usuarias» y parece que «el beneficio arquitectónico que permite ahuecar más el espacio común tiene buena aceptación». 

Ya para terminar, Janer concluye que «los usos en la Biblioteca han cambiado en los últimos años: una gran mayoría de los usuarios la quieren utilizar para estudio y trabajo. Otros no ven con malos ojos que tenga apuntes de centro cultural con una programación cultural regular. Otros quieren que se convierta en un espacio de encuentro para hacer muchas cosas más. Y otros quieren que continúe siendo un espacio privilegiado y confortable para leer y por el fomento de la lectura, para la consulta, para conservar documentos y para enriquecer el conocimiento» pero añade que «las nuevas bibliotecas deben poder ser todo esto, para diversificarse y abrirse más, y para llegar a nuevos públicos. Mantener el pilar fundamental como centro del conocimiento pero apuntando más allá sin miedos ni manías, adaptándose a los cambios sociales, y fortaleciéndose como un lugar libre para todo el mundo. Siendo el libro el segundo aspecto más importante de todo lo que se hace en una biblioteca, solo superado por el usuario/la persona». El nuevo equipamiento evidencia que «hay usuarios que entran y vienen a la Biblioteca para otros usos: a tomar un café, a estudiar, a escuchar o grabar música, a la OAC, al Aula Multilingüe...».

Como punto final de la reseña, quisiéramos recordar que esta Biblioteca opta al premio a la mejor biblioteca pública del mundo del año 2022. Un galardón que otorga anualmente la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias donde tendrá que vérselas con, entre otras, una biblioteca que también hemos reseñado, la Biblioteca García Márquez de Barcelona. Sea cual sea el veredicto, que conoceremos a finales de agosto en Rotterdam, no hay duda de que tenemos en Cataluña dos nuevas magníficas bibliotecas y, lo que es más importante, que responden a las necesidades de su comunidad.

 

Nota: Agradecemos especialmente la colaboración de Esther Farrés (directora) e Ignasi Janer (coordinador general) que ha sido imprescindible para la elaboración de esta reseña.

© Imágenes de Marc Sanyé