El pasado 17 de noviembre tuvo lugar el II Precongreso Internacional de Neuroeducación. IA y Neuroeducación: rompiendo límites. Coincidía con los cuatro años de nacimiento de la Cátedra de Neuroeducación UB-Edu1st. Entre ponente y ponente, aprovechamos la oportunidad para conversar con Anna Forés y David Bueno —directores de la Cátedra— y Gilberto Pinzón y Ana María Fernández —co-fundadores de Edu1st— y que nos hablaran del pasado, presente y futuro.

¿Qué es para vosotros la Cátedra?

Anna Forés. La Cátedra es como un paraguas, algo que nos cobija, que nos da aliento para seguir adelante con todos nuestros proyectos de neuroeducación. Si tuviera que describirla con una palabra sería «oportunidad». Para mí es una oportunidad de seguir aprendiendo, de cocrear con gente maravillosa que forman parte de esta Cátedra y gente que está llegando, que está formando esta Comunidad y una oportunidad de seguir ampliando esos conocimientos y difundiéndolos a lo largo y ancho de este mundo.

David Bueno. Desde mi punto de vista, es un ámbito de encuentro de profesionales muy diversos que compartimos la pasión por entender y comunicar, de forma académica y práctica, cómo optimizar una educación que sea respetuosa con las capacidades y los ritmos de maduración de los estudiantes, desde una perspectiva también neurocientífica.

Ana María Fernández. Para mí, la Cátedra es un sello de calidad. Es el punto de encuentro interdisciplinario que conecta la Academia de la Neurociencia de la Educación con las prácticas educativas.

Gilberto Pinzón. La Cátedra es la posibilidad de ese puente, que se tiende entre la Academia y la práctica y hace posible que la investigación y la ciencia se lleven a las aulas. A menudo la práctica está desligada de la Academia y la investigación. Y a veces la Academia está desligada de la práctica. Son dos áreas que están trabajando en los mismos sectores, pero cada una por su lado. Para mí ese es el valor más importante que tiene la Cátedra.

Para las personas, los docentes, en las aulas educativas, es muy difícil poner en práctica los resultados o los hallazgos de las investigaciones. Y de la misma manera a los investigadores y a los académicos les cuesta trabajo llegar al docente, que es el propósito de la investigación: llevar esta a las aulas para que los estudiantes aprendan de una mejor manera. Y, además, generar un cuestionamiento de las prácticas de la enseñanza y el aprendizaje. El valor más relevante es conseguir que el docente se replantee su ejercicio profesional, que replantee los paradigmas y que tenga elementos generados por la investigación.

A.M.F. El sello de la Cátedra va de la mano con la filosofía del modelo educativo de Edu1st, que busca transformar la educación llevando a los docentes enfoques de prácticas neuroeducativas. Entonces, la Academia de la Universidad de Barcelona, con la filosofía de Edu1st, ayudan a integrar los enfoques y acercarlos a los educadores.

A.F. Además, va asociado también al de la universidad que nos ampara, la Universidad de Barcelona. El sello de la Cátedra nos permite visibilizar todo lo que se está haciendo en la Universidad y la obligación que tenemos como Universidad de transferirlo a la sociedad.

¿Cómo habéis vivido la Cátedra estos primeros años?

G.P. Ha sido una experiencia insuperable, muy ligada a las personas que están vinculadas a la Cátedra. Resaltaría el liderazgo de David y de Ana, personas de una calidad humana y profesional increíble; con una gran facilidad para comunicarnos, encontrarnos; para hacer que las cosas sucedan. Aunados en un objetivo común, que es que la Cátedra permee a la práctica, que haga más tangible y lleve al aula las investigaciones. Han sido cuatro años de impulsar —con Ana, con David y con el equipo­ —, con fuerzas aunadas, con propósitos y significado compartidos.

A.F. Estos cuatro años los he vivido con mucha intensidad y con mucha ilusión; con nuevos descubrimientos, con posibilidades que se iban abriendo paso, casi sin buscarlos y con muchos y nuevos encuentros.

D.B. Han sido cuatro años intensos, emocionantes y apasionantes, llenos de esos retos que te ayudan a crecer como profesional y como persona. A nivel personal me han permitido conocer historias que no sabía ni que existiesen, y me han abierto a muchas y nuevas posibilidades. Unos aspectos que he tenido el lujo de poder exportar tanto hacia mis estudiantes, a través de mi práctica docente, como también hacia mi investigación académica.

A.M.F. Estos cuatro años de la Cátedra han sido maravillosos. Se inician con una admiración profunda por David y Ana, como dijo Gilberto, por su trabajo incansable, su capacidad de acoger y su mirada amplia. Ha sido un trabajo magnífico donde nos hemos ido encontrando muchas personas que buscamos lo mismo, reunir y conectar las diferentes investigaciones, posturas, enfoques para generar una conversación y una discusión profunda para ver hacia dónde va la educación a la luz de la neuroeducación. Han sido cuatro años llenos de ilusión, de resultados excelentes, donde se han descubierto talentos, se han explorado prácticas; cuatro años de mucho trabajo, que han dado unos resultados excelentes.

¿Cómo imagináis la Cátedra en el futuro?

A.M.F. ¿Cómo visibilizo ese futuro? Creciendo con muchísima más integración, con muchísimas más personas participando, llegando a los rincones más lejanos, dándole una garantía y un sello de calidad desde la investigación, desde la rigurosidad, pero también desde la facilidad para acceder a la información. Visibilizo una Cátedra que crece, que impacta, que empodera a los educadores, porque tienen un referente que les da claridad en este mar de información y desinformación.

A.F. Los próximos años, no sé lo que nos van a deparar, y hacia dónde nos van a llevar. Pero sí, con esas ganas de seguir construyendo entre todas y todos y abrir esos nuevos caminos, nuevas sendas. Algunas que se han transitado muy poco y hay que seguir recorriendo. Siempre con esa ilusión de que tenemos mucho por andar y mucho por descubrir.

G.P. Vemos la Cátedra como un ente vivo; que seguirá siempre en proceso de desarrollo y de evolución, buscando nuevas formas de llegar al docente, de hacer más amigable todo lo que genera la neurociencia y transferible dentro y fuera del aula, en el aprendizaje del día a día. Un ente vivo, en constante desarrollo, en constante evolución, con ganas de estar cerca de la gente, del aprendizaje y la enseñanza.

D. B. Como dijo el gran maestro jedi Yoda, “Difícil de ver es. Siempre en movimiento el futuro está”. Sin embargo, como persona optimista que soy, lo veo lleno de nuevos retos que nos llevarán a posibilidades desconocidas, que sin duda sabremos aprovechar para continuar avanzando en la neuroeducación.