Risas, cosquillas y chistes

¿Tienes cosquillas? Prueba a hacerte cosquillas en este momento. ¿No pasa nada? Ahora hazle cosquillas a otra persona. ¿Por qué esa persona se ríe y tú no? La respuesta a esta pregunta es una verdadera teoría del humor: no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos porque, al predecir la estimulación táctil (es decir, que vamos a tocarnos, y en qué parte del cuerpo), disminuyen sus efectos. Dicho en otras palabras: la risa es un efecto de la sorpresa. Sí, un “bajón” si descubres con este dato que no puedes hacerte una fiesta sorpresa. 

Ahora dile a otra persona que le vas a hacer cosquillas, pero todavía no lo hagas. Espera un poco. Un poco más. ¡Ahora sí! ¿Qué ha sucedido? Seguramente haya sentido todavía más cosquillas. Esto se debe a que la sensación de cosquilleo es mayor si hay una diferencia de tiempo entre el momento en que sabemos que vamos a recibir una cosquilla, y el momento en que efectivamente la recibimos. En otras palabras: la anticipación aumenta la sensación de cosquilleo. 

La risa no es fruto de una estimulación sensorial; no hace falta que nos hagan cosquillas para reírnos de un chiste, un monólogo de stand-up o una comedia. Siempre se ha pensado que la risa solo nos ocurría a los seres humanos. Sin embargo, se hicieron experimentos con ratas y chimpancés que mostraron que ellos también reaccionan con “vocalizaciones de respuesta a las cosquillas”. ¿Nunca viste cómo se ríe un orangután? Aquí tienes uno (y parece que le encantan los trucos de magia): https://www.youtube.com/watch?v=FIxYCDbRGJc

La risa como medidor de relaciones

La risa es espontánea, involuntaria y contagiosa, al punto que raramente nos reímos en soledad: es 30 veces más probable reírnos con otras personas, que estando solos. Sin embargo, no todas las risas son iguales: las que son sonoras (y suenan como “jajaja”, “jejeje”, …) generan un efecto más positivo en quien las escucha; en cambio, las que son sonidos no vocalizados, gruñidos o ronquidos generan mayor desagrado, especialmente si quienes las producen son mujeres. 

Además, nos reímos distinto según con quién estemos, y eso se nota. Un estudio publicado en 2015 muestra que podemos identificar si dos personas que ríen al mismo tiempo son amigas o desconocidas solo por su manera de reír. El experimento se realizó con 966 personas de 24 culturas distintas, lo cual significa que la risa nos sirve, como especie, para conocer el grado de relación que tienen dos personas. Por eso nos molesta tanto la risa falsa: porque nos damos cuenta del engaño.

La risa aparece muy temprano, incluso antes que el lenguaje: hacia los tres meses de edad los bebés humanos comienzan a reírse y ya no paran. Cumple desde ese momento una función social muy importante, porque le indica a la otra persona que queremos conectarnos con ella. Un experimento con chicos y chicas de entre 2,5 y 4 años mostró que era 8 veces más probable que se rieran viendo dibujitos con sus amigos que viéndolos solos. 

La risa es parte de un lenguaje universal de emociones básicas que todos los humanos reconocen. Sabemos que es posible usar el poder de la risa para mejorar la salud y mejorar la enseñanza y el aprendizaje. El humor puede ayudar a construir relaciones y mejorar el desempeño de los estudiantes atrayendo y manteniendo la atención, reduciendo la ansiedad, mejorando la participación y la motivación creciente. Además, el humor es un antídoto para el estrés, ya que estimula múltiples sistemas fisiológicos que disminuyen los niveles de hormonas del estrés, como el cortisol y la epinefrina y aumentan la activación del sistema de recompensa que libera dopamina.

¿Qué es el humor? (spoiler: todavía no lo sabemos)

Dice Alejandro Dolina que dijo Borges que dijo Schopenhauer que el humor es “poner una cosa allí donde no va”, explicando de esta manera que está íntimamente ligado a la sorpresa, al contraste. El neurocientífico Scott Weems, en su libro Ja! La ciencia de cuándo reímos y por qué (2014), coincide: para él, el humor surge de un conflicto interno en el cerebro y forma parte de nuestro proceso de comprensión del mundo. Básicamente y de forma resumida, lo que sostiene Weems es que ante un dilema, ante una situación con múltiples resoluciones, el cerebro naturalmente tiende a apostar a la resolución lógica y, cuando esta expectativa se frustra, lo disfrutamos y nos reímos. Eso explicaría por qué no funciona de la misma forma un chiste cuyo final ya conocemos. Pero no es tan fácil: no todas las sorpresas son humorísticas, ni todo el humor depende de la sorpresa. Cuando vemos un sketch, o volvemos a ver un espectáculo de humor, muchas veces lo hacemos precisamente esperando esa parte que ya conocemos, ese remate o muletilla que conocemos y nos hace morir de risa. Y otras veces un chiste nos puede causar mucha gracia sin que eso se traduzca en risa. Y otras veces nos reímos de algo que no nos causa gracia.

Para otras personas, el humor puede convertirse en una forma de crítica social, especialmente cuando nos reímos de quienes tienen poder. Visto desde ese lugar, el humor nos permite decir lo que está prohibido, combatir la hipocresía desde el lugar, relativamente seguro, del chiste, de lo inverosímil o lo ridículo.  

Chiste como unidad mínima del humor

Se puede pensar en el chiste como la unidad mínima del humor. Generalmente, es una narración corta, oral o escrita, que termina en un remate. Su estructura más simple es una situación inicial, que puede ser cotidiana o extraordinaria, y un remate, que resuelve la situación inicial, generalmente de una manera incongruente. Esto último es muy importante, porque la situación inicial genera expectativas que el remate no respeta, dando una respuesta completamente inesperada. El remate nos tiene que sorprender para ser gracioso; si lo podemos prever, o si ya conocemos el chiste, nos causa menos gracia, o incluso ninguna. El chiste, sin embargo, no es lo único humorístico: si no está acompañado por gestos, tonos de voz, objetos, actitudes, etc. no suele ser muy gracioso que digamos, y seguramente no nos haga reír del mismo modo leer un chiste en un libro que escucharlo y verlo. En otras palabras, el humor tiene siempre un lado no verbal que depende de la actuación de una persona; incluso cuando leemos un chiste en soledad, lo hacemos actuando.

En un libro clásico de 1905, El chiste y su relación con lo inconsciente, Sigmund Freud planteó la hipótesis de que el humor permite una liberación segura de los impulsos sexuales y agresivos generalmente reprimidos. Pero hay algo más, porque entender un chiste involucra procesos cognitivos de alto nivel, que juegan un papel crucial en la vida social humana. Piensa en esto: entender un chiste significa detectar una situación incongruente (“una cosa allí donde no va”) y encontrarle una resolución que, al no ser lógica, genera un momento de revelación cognitiva. Esta capacidad de comprender y apreciar un chiste es considerada un atributo exclusivo de los seres humanos, porque activas regiones del cerebro que son exclusivas, como las que involucran el lenguaje y los significados. Ahora bien, esta capacidad cognitiva de entender un chiste varía según la cultura y la clase social. El humor negro, por ejemplo, está asociado a personas con mayor inteligencia verbal y no verbal, niveles más altos de educación y niveles más bajos de agresividad.

La percepción del humor según el género y la edad

La manera en que percibimos a las personas con sentido del humor incide en nuestras conductas sociales, y esto parece tener una fuerte relación con el género. En un estudio realizado en Alemania en los años 90 se observó que las mujeres que más reían en la primera cita con un hombre luego se mostraban más atraídas hacia él. De la misma manera, los varones se mostraron más atraídos hacia las mujeres que reían más durante el primer encuentro. En el campo laboral, el humor también nos ayuda… a los hombres. En efecto, un experimento publicado en 2019 muestra que, si eres varón y tienes más sentido del humor, las personas tienden a atribuirte mayor estatus laboral que a varones menos divertidos. En cambio, a las mujeres más divertidas se les atribuye un estatus más bajo en comparación con las mujeres no chistosas. Estas diferencias tienen implicaciones para las evaluaciones de desempeño posteriores y las evaluaciones de la capacidad de liderazgo, lo cual muestra que el sentido del humor también es percibido a través de los estereotipos de género.

La percepción social del humor también depende mucho de la edad. Las personas mayores se ríen menos (en volumen y en cantidad de risa) que las personas más jóvenes. Además, las personas mayores disfrutan del humor más que las personas jóvenes, aunque a veces tengan más dificultades para comprender los chistes. Si quieres hacer reír a adultos mayores, no hagas chistes agresivos y mucho menos relacionados con la vejez. 

Cosquillas en el cerebro

¿Por qué nos reímos de un chiste? Para la ciencia no es fácil responder esta pregunta. En primer lugar, hay que aislar un estímulo y su respuesta: te sientan en una habitación, te ponen un casco lleno de cables y te dan una serie de chistes escritos. No es muy gracioso, la verdad; pero tampoco es muy realista: el humor es una actividad socialmente relevante, que funciona mejor cuando hay otras personas. Nos reímos para manejar situaciones estresantes, para reducir el roce social ante desconocidos, para ser más atractivos o más atractivas, para crear lazos sociales… Pero ¿por qué?  Desde el punto de vista fisiológico, parece que el humor afecta muchas zonas del cerebro: una red coordinada de respuestas a la generación de expectativas y asociaciones, a la percepción de incongruencias y el cambio de esas expectativas; y todo esto ocasiona respuestas físicas de alegría y risa. En un estudio reciente, dos investigadores hicieron resonancias del cerebro a personas mientras miraban videos de diferentes comediantes. Descubrieron que los clips que causaban más gracia en las personas estudiadas provocaban una mayor activación en varias regiones del cerebro involucradas con las respuestas de recompensa, incluyendo el núcleo accumbens, caudado y putamen. Esto significa que el humor genera respuestas de recompensa en el cerebro, las mismas que se despiertan con tu comida favorita o las adicciones: una vez que te reíste, tu cerebro quiere más.

¿No te pasa que ves un espectáculo de stand-up y parece que te estuvieran leyendo la mente? ¿Qué las cosas que te cuentan son las mismas que te pasan a ti? Se debe a que el humor está muy vinculado a la empatía, porque al reírnos de un chiste nuestro cerebro trata de decodificar el estado mental de la otra persona. Por eso algunos comediantes nos gustan más que otros: porque es más fácil identificarnos con ellos. 

¿Cómo en el mejor momento de la ciencia y la tecnología abundan teorías conspirativas y discursos negacionistas?

Fabricio Ballarini ha llevado la obra CIENCIA por distintos países. Trata sobre el conocimiento científico, con experimentos en vivo y mucho humor. El amor, los sueños, las emociones, los prejuicios, el humor, los besos, la música, la memoria.

¿Para qué sirve (y para qué no) el pensamiento científico?

Fabricio Ballarini es biólogo por la Universidad de Buenos Aires. Es investigador del CONICET en el Laboratorio de Memoria del Instituto de Biología Celular y Neurociencias “Dr. de Robertis” y Director de Bioingeniería del ITBA. Además, es columnista y divulgador científico en diversos medios de comunicación: Filo News, Luzu, Vorterix, Paka Paka, Radio Urbana Play, Radio con vos, Nacional Rock, etc.