¡Enhorabuena a la 1ª promoción del Máster en Neuroeducación avanzada!

La música es la taquigrafía de la emoción (Lev Tolstoi)

Escuchar música es una de las actividades más placenteras que podemos llevar a cabo ya que es capaz de hacernos sentir emociones, pensar, soñar, divertirnos, evocar, crear y conectarnos con los demás.

La música es un elemento neuroeducativo para nuestro cerebro. A través de ella el aprendizaje está asegurado. Al escucharla se activa el sistema de recompensa cerebral, aumenta la actividad en regiones que intervienen en procesos emocionales (ínsula), cognitivos (corteza orbitofrontal) o motores (cerebelo) y disminuye la actividad en regiones que se encargan de señalar emociones desagradables (amígdala).

La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón (Magdalena Martínez)

Son muchos los mecanismos neuronales y partes de nuestro cerebro que se activan cuando escuchamos, interpretamos o creamos música. Una de ellas es el sistema emocional: la música nos acompaña en el desarrollo de nuestras emociones liberando una gran cantidad de dopamina en el núcleo accumbens y sellando, mediante las emociones, los aprendizajes en la memoria a largo plazo. ¿Cuántas veces has escuchado y repetido una misma canción para volver a sentir esa emoción? ¿O cuántas veces has llorado al son de una melodía?

Cuando escuchamos una canción, un conjunto de sensaciones nos inunda la mente y nos transporta a intensas vivencias recordando a alguien con quien las hemos compartido. Las emociones son las encargadas de convertir los sonidos que percibimos en algo comprensible y, sin ser conscientes, asociamos los sonidos, por sutiles que puedan ser, con las emociones. Al mismo tiempo se activan las áreas del cerebro que se encargan de la imitación y de la empatía, áreas donde las neuronas espejo actúan reflejando las acciones e intenciones de los otros como si fueran propias y facilitando así que podamos sentir las emociones de los demás. Así, entre neuronas espejo, empatía y vínculos multidimensionales y multidireccionales hemos crecido con el Máster.

La música es capaz de alterar nuestro estado emocional y crear lazos sociales y personales porque nos permite compartir sentimientos y de ahí dar el salto a acompañar y cuidar.  Una única canción tiene el poder de unirnos, de conectarnos intensamente donde las ondas del sonido se sincronizan, se fusionan en una misma frecuencia, en definitiva: se sintonizan. Esa profunda unión es el vínculo, generado por un neurotransmisor que es la oxitocina que nos causa bienestar, y nos hace sentir en confianza y seguridad al estar con otras personas.

La música nos toca emocionalmente en donde las palabras no pueden (Johnny Depp)

Hay una infinidad de músicas, estilos y canciones. Todas ellas nos han acompañado y han marcado el ritmo de cada momento de esta primera promoción del Máster en neurociencia avanzada. Según la melodía hemos generado diferentes pensamientos:  positivos y/o negativos, más o menos intensos y tanto divergentes como convergentes. Si queremos ser creativos, la música alegre nos evoca pensamientos divergentes, que nos impulsan a generar nuevas ideas y nos dan fuerza para llegar a la acción, a experimentar esas nuevas ideas, tal y como nos ha ocurrido a lo largo del curso.

Escuchamos una canción y se disparan los recuerdos. Escuchando la melodía, el ritmo y las notas del Máster de Neuroeducación avanzada, el cerebro ha ido hacia atrás en el tiempo y ha tocado de puntillas la memoria de quienes hemos coincidido en el mismo espacio y tiempo para aceptar los retos y construir una narrativa compartida. En otras ocasiones el movimiento ha sido hacia adelante, hacia un futuro que todavía no ha sucedido pero que hemos ido soñando e imaginando de manera conjunta.  Es a través de esa historia musical que se pone en marcha un circuito que comienza en la música, penetra por nuestros sentidos, conecta la atención, la memoria y el corazón para discurrir por el cerebro abrazando nuestras emociones en un acto que podríamos calificar de mágico.

Esta primera promoción se ha convertido en una experiencia explosiva e infinita que nos ha llevado a generar y co-construir una nueva frecuencia musical neuroeducativa. Las emociones vividas nos han originado aprendizajes intensos, anclándose y dejando huella en nuestra memoria explícita y profunda, sin peligro de la curva del olvido. Por todo ello, agradecemos al increíble equipo docente su excelencia y el desafiarnos en todo momento.

La música es un mundo dentro de sí mismo, es un lenguaje que todos entendemos (Stevie Wonder)

Esta frecuencia musical, creada a través de todas las personas de este gran equipo, permanece unida gracias a un vínculo intenso, especial y único desde donde hemos aprendido a reconocer la mirada del otro/a, a sentir y compartir sus emociones, a descubrir sus fortalezas y a empoderarnos.  Estas han sido nuestras conexiones emocionales, hilos invisibles que nos unen, lazos profundos y duraderos que nos conectan unos/as con  otros/as a través del espacio y del tiempo.

La música que hemos compartido ha estimulado la memoria y nos ha llevado a evocar el aprendizaje experiencial que hemos vivido en esta primera promoción. A lo largo de este camino recorrido, la música ha ido abriendo recuerdos para construir memorias, traerlas al presente y tejerlas a nuestra historia común, a nuestra apuesta por la transformación de la educación y a nuestro crecimiento personal y profesional tanto individual como colectivo.

Esta nueva sintonía musical neuroeducativa ha dado lugar a un sinfín de nuevas propuestas, proyectos, emergentes a la luz de pensamientos divergentes y creativos, extraídos de la cooperación, de la inclusión, del compartir, del pensar y construir en común, del poder de las buenas preguntas.

La música es una forma de soñar juntos y de alcanzar otra dimensión (Cecilia Bartoli)

¡Enhorabuena a la primera promoción del Máster en Neuroeducación avanzada 2020-2021!