El escollo de la limpieza

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A pesar de la estrategia Residu Zero implementada en el año 2016, el plan de choque del año 2021 y una inversión histórica en la limpieza en 2022, la percepción negativa entre los barceloneses ha crecido a un nivel nunca visto. 

Lea Beliaeva Bander

Trabajadora de limpieza barre la calle en Sant Antoni, Barcelona. Foto: Lea Beliaeva Bander.

Cuando Ada Colau llegó al poder por primera vez en 2015, la limpieza era el tercer problema más grave para el 5,6% de los barceloneses, según el Barómetro Semestral de Barcelona publicado en diciembre del mismo año. El programa electoral que llevó a Colau de Barcelona en Comú a la alcaldía, propuso un cambio de modelo de la ciudad. Este cambio incluía la adopción de una estrategia denominada Residu Zero, que entre otras cosas pretendía reducir los residuos y aumentar la recogida selectiva a través de una iniciativa de recolección puerta a puerta. La estrategia fue implementada por el Ayuntamiento en el año 2016. Uno de los objetivos era reciclar un 60% de los residuos urbanos en el año 2020, un proyecto ambicioso, si se considera que el año de aprobación el porcentaje de reciclaje de residuos estaba por debajo del 37% en Barcelona. Un año después, aunque el porcentaje había subido al 39%, aún se encontraba lejos de la meta original.

A finales del primer mandato de Ada Colau, en 2018, cuando el 3,6% de los barceloneses consideraba que la limpieza era uno de los problemas más graves, se ejecutó un proyecto piloto de recogida selectiva de residuos puerta a puerta en el casco antiguo de Sarrià. Después de seis meses, la recogida selectiva había pasado de 19% a 56%, según explicó Frederic Ximeno, comisionado de Ecología del Ayuntamiento al Ara en septiembre de 2018. Con esta buena noticia, en el año de la reelección de Colau, la limpieza cayó al puesto número doce de importancia. Sólo preocupaba a un 2,2% de los barceloneses, el nivel más bajo desde 1988. En el año 2019, el Ayuntamiento gastó menos dinero, que con el presupuesto prorrogado del año anterior, en la recogida de residuos y a la limpieza de las calles, que el año anterior, tendencia que continuó hasta el año 2022.   

El año de la pandemia marcó un cambio en la percepción de los barceloneses. A finales del año 2020, la cifra de ciudadanos preocupados por la limpieza ascendió a 6,3%, situándose en el octavo puesto de los problemas más graves. Este número coincidió con la reducción a un tercio de la plantilla de limpieza durante el confinamiento, de 4.000 a 1.300 empleados. Carlos Vázquez, director de los servicios de limpieza y gestión de residuos del Ayuntamiento, admitió a El País en mayo de 2020 que “con un tercio de plantilla, no llegamos a todo”. También, el director reconoció que la reincorporación de empleados se había movido demasiado lento durante las etapas del desconfinamiento, lo cual afectó la limpieza de las calles, y así la percepción de los ciudadanos. 

Con el éxito del ‘puerta a puerta’ en Sarrià durante 2019, el Ayuntamiento amplió el proyecto a una parte de Sant Andreu de Palomar en mayo de 2021 con la intención de expandir la propuesta a otra parte del barrio en octubre del mismo año. Sin embargo, en Sant Andreu el proyecto fue recibido con manifestaciones y quejas por parte de los vecinos y el Ayuntamiento decidió no ampliar el proyecto antes de estudiar cómo se podía mejorar el sistema de recogida. Aprovechándose de la mala recepción, Junts lanzó en septiembre de 2021 las campañas ‘Junts cuidem el barri’ y ‘Ajuda’ns a fer una Barcelona neta’. Diez mil carteles en papel con un código QR fueron distribuidos por los distritos barceloneses que invitaban a los vecinos a colgar fotos de calles y plazas sucias en una página web del partido. Junts recibió alrededor de 600 fotos y crearon un mapa de la suciedad en la ciudad.

Un mes después de la campaña de Junts, en octubre de 2021, el Ayuntamiento lanzó un plan de choque, Cuidem Barcelona, para acompañar el despliegue de la nueva contrata de limpieza que empezó en marzo de 2022. El nuevo plan pretendía, además de añadir una inversión de 70 millones de euros,  fomentar el mantenimiento y la limpieza de la ciudad, y poner énfasis en el baldeo de 350 puntos de la ciudad indicados por los vecinos. La iniciativa fue lanzada al mismo tiempo que la alcaldesa negó que la ciudad estuviera más sucia que antes. Al acabar el año, el plan de choque no había cambiado la percepción de los barceloneses. Para el 11,8% de los ciudadanos la limpieza llegó a ser uno de los problemas más grandes de Barcelona, detrás de la inseguridad y eso a pesar de que el Ayuntamiento había cambiado todos los contenedores de la ciudad a un modelo de menores dimensiones justamente para mejorar la percepción de inseguridad. 

Al llegar la primavera de 2022, la nueva contrata fue implementada en dos fases: cinco distritos en marzo y otros cinco en septiembre de 2022. El presupuesto destinado a la limpieza llegó a más de 300 millones de euros y, por primera vez, creció durante la gestión de Colau. La nueva contrata significó una ampliación de la plantilla de 400 personas a 4.400 personas y una nueva flota de vehículos eléctricos de limpieza, que pasaba del 20 al 80%. En cuanto a la recogida de basura, se instaló un 25% más de contenedores amarillos mientras se retiró un 17% de los contenedores grises con el objetivo de fomentar el reciclaje de la estrategia Residu Zero. Aún así, a finales de 2022, la cantidad de barceloneses descontentos con la limpieza ascendió al 15,8%, el nivel más alto de los dos mandatos de Ada Colau. 

Una ciudadana de Barcelona recicla en los contenedores especializados. Foto: Lea Beliaeva Bander.

A pesar de esta alza histórica, pocos candidatos para la alcaldía han dado prioridad a presentar soluciones al problema. Ninguno ha declarado propuestas concretas, más allá de ideas poco específicas como “queremos una ciudad limpia” o “vamos a poner orden al tema” como han dicho candidatos como Xavier Trias y Jaume Collboni, respectivamente. El único que, hasta ahora, se ha pronunciado al respecto es Ernest Maragall. El candidato de ERC ha propuesto la ‘Brigada 100×100’, al que define como “un equipo de 100 personas durante 100 días en lugares seleccionados de Barcelona”, e incluye “un equipo para supervisar el contrato de limpieza”. 

Si la estrategia de silencio beneficiará la reelección de Ada Colau, se verá el 28 de mayo. Lo cierto es que Colau no ha conseguido convertir a Barcelona en una ciudad de ‘residuo cero’, después de 8 años en el poder y con recortes en el presupuesto de limpieza hasta el año 2022. Aunque, la alcaldesa sí ha hecho récord en la recogida selectiva de residuos que llegó a un 39,4% el año pasado, una tendencia durante sus 8 años de mandato.

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