Águila perdicera

El conocimiento de las áreas y los hábitats utilizados por los individuos de águila perdicera es un aspecto clave de la biología de esta especie. Se conoce que las águilas adultas viven en pareja y ocupan un mismo territorio durante todo el año, mientras que los jóvenes se desplazan hasta las llamadas áreas de dispersión donde pasan unos dos o tres años hasta que se instalan en un territorio propio y se aparejan. Sin embargo, aún falta mucha información sobre las áreas y los hábitats utilizados por las águilas, tanto en los territorios reproductores como en las áreas de dispersión. Para mirar de resolver esta situación, se realizaron diversos estudios sobre el uso del espacio y selección de hábitat por parte de dicha especie.

Para conocer exactamente como son estos territorios, se siguieron los movimientos de 18 ejemplares de 12 territorios diferentes mediante radioseguimiento terrestre durante un año consecutivo entre los años 2002 y 2006. Teniendo en cuenta los resultados, cuando no es época de cría, las águilas explotan territorios más extensos y pasan más tiempo fuera de los nidos, a pesar de que las áreas de nidificación continúan siendo importantes ya que a menudo las águilas las usan para descansar, refugiarse y dormir. Por eso, las regulaciones de conservación en las áreas de cría no se deberían tener en cuenta únicamente durante el periodo de reproducción, sino durante todo el año, por ejemplo, la regulación de las actividades de ocio que provocan molestias en las águilas. Los resultados también revelan que las águilas usan áreas alejadas de los nidos, óptimas para la caza y que son clave para la supervivencia de los individuos territoriales, pero que a menudo no gozan de ningún tipo de protección.

La información proveniente de 17 de los 18 individuos radioseguidos entre 2002 y 2006 también se usaron para conocer cuales son los hábitats más usados dentro de los territorios de las águilas. Los resultados obtenidos muestran que los principales hábitats dentro los territorios de las águilas son los matorrales, los bosques de coníferas, los cultivos, los bosques de esclerófilas, los roquedales y las áreas urbanizadas. El hábitat dominante en las áreas de nidificación son los roquedales, donde se sitúa el nido en un barranco o risco, mientras que los matorrales dominan en las áreas de caza, ya que estos mantienen las máximas abundancias de conejo y perdiz, las principales presas de águila perdicera. Además, la medida de los territorios se encuentra inversamente correlacionada con la proporción de matorrales, hecho que sugiere que este es un hábitat clave para la conservación de la especie.

Finalmente, para localizar las zonas de dispersión y conocer la selección del tipo hábitat, entre 1986 y 1993 se marcaron 122 jóvenes con anillas y marcas alares. Gracias a esto, se localizaron las áreas de dispersión donde se concentran los jóvenes, zonas agrícolas de secano que se alternan con áreas arbustivas y con elevadas abundancias de conejo y perdiz. Posteriormente, se realizaron censos de individuos a las principales áreas de dispersión de la depresión central lleidetana mediante itinerarios con coche realizados durante el otoño y el invierno entre 1991 y 1994. Los resultados mostraron que la disponibilidad de presas es verdaderamente el factor que determina la selección de las áreas de dispersión para las águilas no adultas, y no factores topográficos o de paisaje. Este hecho indica claramente la necesitat de políticas de gestión cinegética sostenible para garantizar la disponibilidad de presas para las águilas.

Dichos estudios son de vital importancia para los gestores de la especie, ya que ofrecen información relevante sobre que áreas hace falta proteger y que hábitats es necesario conservar y gestionar. Por estos motivos, y porque los paisajes no son estáticos, sino que se encuentran en constante cambio, es necesario continuar estudiando el uso del espacio por parte de las águilas y así adaptar la planificación territorial y la protección de espacios en las nuevas áreas explotadas por esta especie.

Estos estudios han sido posibles gracias al apoyo de diversas administraciones, entidades y empresas. Entre ellas, Miguel Torres S. A., la Diputació de Barcelona, el Ministerio de Educación y Ciencia, y la Comissió Interdepartamental de Recerca i Innovació (CIRI) de la Generalitat de Cataluña.