Un título muy acorde con lo que vamos a plantear seguidamente ¿Estás preparada?

Y tú, ¿estás preparado? Si sigues aquí, ¡seguro!

¿Te has planteado alguna vez hacer ejercicio para el cambio? Pues claro, lo hacemos siempre que nos proponemos ir al gimnasio para mejorar nuestra condición física, ¿verdad? Pero aquí, cuando hablamos de cambio, nos referimos a un cambio más holístico. Estamos planteando también un cambio mental, un cambio dirigido a tomar mejor las decisiones, un cambio en nuestra forma de pensar o sentir y comportarnos; en definitiva, un cambio “dirigido” de nuestro proceso de vida. 

¿Verdad que esto ya no nos resulta tan habitual? Pues es muy conveniente hacer ejercicio apropiado para este tipo de cambio y ¡es posible conseguirlo! Si entrenamos adecuadamente, y si sabemos cómo hacerlo. Te interesa descubrirlo, ¿verdad?

Para que puedas disfrutar de este conocimiento tengo que fundamentarlo desde la neurociencia y la medicina, ya que eso te permitirá profundizar en Autoconocimiento, punto de partida imprescindible, para no tener que hacer ningún “dogma de fe” y creerte capaz de conseguirlo. Lo eres y vas a tener la información adecuada para reconocerlo.

Reflexión y marco de inicio y proyección

El mundo está en constante cambio. Lo sabemos porque nos cuesta seguir su ritmo, e incluso nos atropellamos si pretendemos ir a su velocidad. Está claro que, si podemos aportar un poco de luz a esta cuestión, será bien recibida. 

Pues sí, el mundo cambia constantemente, es imprevisible, volátil, complejo y ambiguo y nosotros somos seres inteligentes que pretendemos adaptarnos a esos cambios. Siendo eso así, ¿no es lógico que nuestro órgano rector, el cerebro, sea el especialista exquisito para poder llevarlo a cabo?  Pues sí, así es.  Ahora bien, no trabaja solo, está muy bien asesorado. Hablaré más tarde de ello y además nos despediremos con unos consejos prácticos para disfrutar de tu entreno y proyectarte saludablemente. Veamos primero qué significa que el cerebro cambie.

Nuestro cerebro cambia con cada experiencia

Todo ser humano tiene capacidad de cambio en los sistemas neuronales y algunas estructuras del cerebro. Si bien las neuronas cambian poco, muchos de los circuitos que crean entre ellas lo hacen constantemente.  Los sistemas neurales son la base de todas nuestras funciones (caminar, comunicar, pensar, sentir, tomar decisiones…) o de procesos biológicos internos (hormonales, metabólicos, síntesis de proteínas…); toda esta actividad está relacionada con nuestra inmunidad también y, por tanto, relacionada con nuestra salud. 

Los sistemas neuronales los tenemos a disposición para que nuestro organismo funcione y lo hace sin tener que ser conscientes de ello ni dedicar nuestra atención “expresa” a su proceso. 

Muchos de esos circuitos tienen capacidad de cambio, son plásticos, como los destinados a nuestros pensamientos, sentimientos y muchos de nuestros comportamientos, lo que supone la posibilidad de cambio constante con cada experiencia. 

Sí, sí, vivir implica cambiar o reforzar hábitos de pensamientos, sentimientos y comportamientos y así creamos patrones y construimos nuestro carácter.  Ahora bien, eso lo hacemos todos, pero de lo que se trata es de hacerlo bien, saber dirigir el cambio de lo que no es bueno y saber cómo reforzar lo contrario, lo que sí nos supone una adaptación saludable, con competencia, salud y bienestar. ¿Por qué es tan importante orientar ese proceder? Lo es, porque las personas nos entrenamos para ser felices o infelices y la mayoría de la población lo desconoce o, si lo sabe, no es suficientemente consciente de ello ni de sus consecuencias. Veamos cómo sucede eso:

Me entreno para ser feliz o para ser infeliz

Toda vivencia tiene tres componentes: Pensar, Sentir y Actuar. Y puedes experimentar esos componentes tanto de forma consciente como preconsciente. En este último caso funcionas en “piloto automático”.

Dependiendo de si esos componentes de la vivencia tienen valencia negativa o positiva, te entrenas de forma coherente a ella. Si generas pensamientos positivos, te sientes bien y actúas saludablemente, automatizarás hábitos saludables; si, en cambio, sueles tener tendencia a sentirte desmotivado, de mal humor y a generar pensamientos negativos y comportamientos de esa misma valencia, en coherencia creas hábitos en ese sentido. ¡Y recuerda! Tu sistema inmunitario escucha y reacciona en coherencia a esos diálogos. Por lo tanto, los hábitos de valencia positiva van acompañados y predisponen a un mejor estado de salud.

Ahora bien, ahora tienes clara la importancia a la hora de coger uno u otro camino en tu entreno, pero ¿cómo podemos facilitarnos hacerlo bien?

La “herramienta máster” facilita el cambio o el refuerzo [1]

Nuestro cerebro tiene capacidad de cambio con cada experiencia y, por lo tanto, se ponen en movimiento pensamientos, sentimientos y comportamientos, que reforzaremos si los atendemos conscientemente o no y perderán importancia si dejamos de prestarles atención. ¿Te das cuenta de la trascendencia de esto? 

‘’Lo que usamos se automatiza y perdura, lo que no, desaparece’’ y estamos hablando de la potencia de un músculo y también de la potencia de pensamientos y comportamientos que conforman nuestro carácter, nuestra forma de “ser”. 

Por lo tanto, la herramienta por excelencia para llevar a cabo nuestro entreno es “la atención”. Imprimimos energía donde la centramos, e imprimir energía consolida la efectividad de los circuitos responsables de esa función, tanto si estoy entrenando habilidad de un músculo, como si estoy entrenando la habilidad de generar pensamientos saludables.

Lo verás muy claro con un simple ejemplo: si centras tu atención en lo que no te gusta de tu trabajo, fortaleces la automatización de pensamientos negativos y de comportamientos desadaptativos que determinarán que tengas tendencia a observar las diferencias en lugar de las coincidencias con tus compañeros, tendencia a prejuzgar negativamente las indicaciones que recibes de tus responsables, o a sentirte malhumorada y agotada con frecuencia. Si, por el contrario, tu observación mental se centra en las cosas que te gustan de tu trabajo, generas un clima laboral atractivo para ti y tus relaciones, interactúas con tus compañeros de forma constructiva y te sientes bien. En tu cerebro, tanto en un caso como en el otro, creas circuitos de habilidad, pero con diferentes resultados. Atender consciente o preconscientemente en un sentido o en el otro tiene resultados totalmente opuestos.

Ya sabemos otra cosa muy importante: La atención consciente es la “herramienta máster”, porque nos permite reforzar aquello que atiendo, hasta automatizarlo, y a partir de ese momento no necesitaré prestar atención consciente, podré funcionar en “piloto automático” porque he automatizado hábitos saludables.

Es hora de retomar lo anunciado en la reflexión y marco de inicio y proyección; he comentado anteriormente que nuestro cerebro no trabaja solo, que tiene unos asesores muy efectivos, pues bien, vamos a descubrirlos.

Tu cerebro escucha a tu cuerpo y a tu entorno

El cuerpo es conocimiento, un conocimiento implícito, exquisito, que se denomina desde la neurociencia Cognición corporizada. Tu cara y tu cuerpo son reflejo de lo que piensas y sientes, pero también son causa de lo que piensas y sientes. ¿Qué te parece? Ya tienes una tercera información superimportante: Si estiras tus facciones vas a condicionar pensamientos saludables, de la misma forma que los pensamientos saludables suelen generar una sonrisa y una cara afable. Si te sientes mal y lo haces consciente, puedes usar la herramienta máster para sonreír y cambiar tu posición corporal rígida y cerrada hacia una posición más erecta, abierta y relajada. Así, dirigirás el cambio saludable. ¡Fantástico! Porque detrás de ese proceder estás alimentando tu salud, tu sistema inmunitario escucha esa comunicación e influyes en tu entorno en el mismo sentido. Cambiar el cuerpo es la forma más fácil de iniciar cambios mentales. ¡Recuérdalo!

Pero existe el entorno, ese asesor complejo, diverso y cambiante, tan valioso para nuestro cerebro y nuestro cuerpo. El entorno es capaz de afectar incluso a la función de nuestros genes, de despertar su función o de silenciarla y en ese entorno hay factores clave para tener en cuenta que influyen en nuestra salud física y mental, en uno o en otro sentido. Veamos cuáles son esos factores porque serán grandes consejeros para que consigas un cambio holístico y sano.

  • Un sueño reparador y regular (dormir entre 7 y 8 horas cada noche): el sueño potencia nuestro sistema inmunitario, consolida la memoria de lo aprendido y a través de los sueños somos paranoicos de noche para no serlo de día.
  • La alimentación: ha de ser rica en polifenoles, folatos, vitamina B12 y Omega 3, y evitar grasas saturadas, procesados, aceite de palma y azúcar.
  • Relaciones gratificantes: somos sociales más que individuales, aprendemos por imitación, empatía y atención compartida desde nuestra llegada al mundo. La soledad es uno de los factores determinantes para acortar nuestra vida y disminuir su calidad. 
  • El ejercicio: habitual y preferiblemente matutino. Conviene combinar aeróbico y anaeróbico (de fuerza). El ejercicio modifica saludablemente moléculas, células, funciones y capacidades como una mejor resiliencia, resistencia al estrés, disminuye el riesgo de trastornos alimentarios y trastornos del estado de ánimo…
  • Una vida con propósito: dar sentido a nuestra existencia con una proyección de ayuda y construcción social.

¿Aceptas el reto? Espero que sí y que disfrutes de la experiencia.

Nos encontraremos en el camino.


[1] En el Método Thabit la atención consciente se define cómo la herramienta máster para entrenar el cambio