Nanotecnología

//An interview with Josep Samitier, director of the Institute for Bioengineering of Catalonia and Professor of Electronics at the University of Barcelona

Josep Samitier combina la investigación, la docencia y la gestión. Es especialista en nanotecnología aplicada a la medicina y, actualmente, dirige el Instituto de Bioingeniería de Cataluña. Fundó la Plataforma de Nanotecnología del Parque Científico de Barcelona y coordina la Plataforma Española de Nanomedicina. Es catedrático de Electrónica de la Facultad de Física de la Universidad de Barcelona, y delegado del rector en la candidatura que integra la UB a la comunidad de conocimiento e innovación en el ámbito del envejecimiento activo y saludable promovida por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Dentro de la misma universidad, ha sido vicerrector de Política Internacional, vicerrector de Innovación, rector en funciones y director ejecutivo del campus de excelencia internacional HUBc. En 2003 recibió el premio Ciudad de Barcelona en la categoría de innovación tecnológica.

¿Qué es la nanotecnología?

La nanotecnología es el estudio de la materia a escala atómica y molecular. La manipulación de la materia a esta escala nos permite construir nuevos dispositivos. En el sector de la salud, por ejemplo, nuevos sistemas de diagnóstico o nuevas terapias.

¿De qué manera la nanotecnología forma ya parte de nuestras vidas? ¿En qué realidades la encontramos sin saber que está?

La nanotecnología ha evoluciona de dos maneras. Por un lado, en la reducción de tamaño. El sector paradigmático es el de la electrónica: controlando la materia a escala nanométrica podemos fabricar aparatos electrónicos cada vez más potentes, pero más pequeños. A la otra evolución de la nanotecnología la llamamos “de abajo hacia arriba”. Es decir, a partir de moléculas hemos sido capaces de construir realidades cada vez más complejas. Por ejemplo, hoy en día encontramos nuevos tipos de fármacos que ya utilizan la nanotecnología. Se introduce el principio activo del medicamento dentro de una nanopartícula que sirve de envoltorio, en el cual implantamos sistemas que pueden localizar la célula o el órgano enfermos. De este modo, conseguimos que el efecto terapéutico del fármaco sea mayor en dosis mucho menores, y así logramos reducir los efectos secundarios.

¿Esta clase de fármacos puede ser especialmente útil en las terapias contra el cáncer?

Sí, porque nos permitirán personalizar más los tratamientos. Gracias al progreso de la genética sabemos que no todos los tipos de cáncer son iguales, ni tampoco es igual la forma en que evolucionan. De manera que necesitamos poder diseñar terapias a medida de cada paciente para que el organismo pueda responder del mejor modo. Serán útiles en casos de cáncer, pero también con enfermedades neurodegenerativas, las metabólicas, etc.

Si la nanotecnología puede hacer posible que los tratamientos sean más efectivos y menos lesivos, ¿se podrán llegar a controlar los efectos indeseables de los fármacos?

«Con los nanofármacos conseguimos aumentar la eficiencia que tienen hoy en día los principios activos»

Exactamente. Porque ahora, cuando se suministra un medicamento, se distribuye por todo el cuerpo de manera relativamente homogénea, se acumula en órganos que no están afectados por la patología. Y el médico, muchas veces, tiene que hacer un balance entre los posibles efectos secundarios y los beneficios del tratamiento. Con los nanofármacos conseguimos aumentar la eficiencia que tienen hoy en día los principios activos, así como la nanotecnología aplicada a la medicina nos ayudará también a mejorar los diagnósticos.

Ha mencionado el potencial de la nanotecnología en las fases de tratamiento y diagnóstico. ¿También cambiará los métodos de prevención?

También, porque la medicina evoluciona hacia la determinación de poblaciones de riesgo. El análisis genómico, por ejemplo, elabora sistemas para prever de una forma más rápida la posibilidad de que aparezca una enfermedad concreta en diferentes grupos de riesgo. Y, en este tipo de prevención, la nanotecnología aplicada a la medicina también nos ayudará.

Sin embargo, ¿todavía no se pueden hacer aplicaciones concretas?

Estamos en la fase de investigación y de laboratorio. Esta tendencia comenzó en el año 2000. Desde entonces, cada vez más investigadores, centros y hospitales se han dedicado a desarrollarla. Ahora se empiezan a recoger los primeros frutos. Pero será dentro de diez o doce años cuando estos tipos de terapias o sistemas de diagnóstico se extenderán e incidirán en muchas de las patologías que aún prevalecen.

¿Nos ayudará, por tanto, a vivir más y vivir mejor?

Hoy en día estamos consiguiendo vivir más. De lo que se trata, ahora, es de vivir la mayor parte de esos años en las mejores condiciones posibles: ese es el paradigma al que aspiramos. Hay un aspecto muy importante, y es la relación que tienen los materiales y la nanotecnología con las terapias de medicina regenerativa. Porque cuestiones como el desgaste de una vértebra o de los cartílagos pueden provocar un gran sufrimiento a la gente. Para mejorar los implantes y las técnicas de regeneración de tejidos necesitamos la biología, conocer mejor cómo se comportan las células. Pero necesitamos, también, sistemas que nos ayuden a generar implantes más efectivos. Hoy en día, es relativamente normal que una persona de cierta edad tenga una prótesis de rodilla o una prótesis de cadera fabricadas con materiales metálicos o poliméricos. Incorporamos la nanotecnología para mejorar la integración entre esta prótesis y el tejido.

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Usted dirige el IBEC, una institución de referencia en bioingeniería y nanomedicina. ¿Qué mecanismos han encontrado para hacer llegar la tecnología derivada de la investigación a la ciudadanía y al sector productivo?

Primero, cooperando con médicos y hospitales. Tenemos diferentes convenios para ejecutar proyectos en los que trabajamos con médicos que tienen una información directa sobre ciertas patologías. Ellos nos explican qué problemáticas se encuentran y nosotros vemos cómo los podemos ayudar a resolverlas. En el Instituto tenemos áreas de procesamiento de señales múltiples, de nanosondas y nanoconmutadores, de robótica, de materiales, de nanobioengeniería; dependiendo de cada caso, buscamos la mejor manera de solucionar un problema. El otro aspecto, el de crear más riqueza, pasa por colaborar con las empresas para buscar sistemas que después se puedan escalar y producir de forma industrial. Al final, son las empresas las que fabrican los materiales o los dispositivos que encontramos en los hospitales, los centros de atención primaria o las farmacias. Por ejemplo, hemos creado una unidad mixta con una empresa biotecnológica para desarrollar un sistema de diagnóstico de ciertas patologías ginecológicas. En principio, se pondrá a disposición del mercado y de los profesionales en un plazo de uno o dos años.

Entonces, ¿la cooperación público-privada es fundamental a la hora de transferir el conocimiento?

Sí, porque nuestro trabajo como instituto de investigación es generar conocimiento, encontrar respuestas a preguntas. Pero nosotros sólo podemos llegar hasta el prototipo, hasta la prueba de concepto, hasta la demostración de que algo es o no factible. A partir de aquí, tiene que entrar la industria. Una cosa es construir un dispositivo que pruebe que un problema tiene solución y otra, producir miles de unidades. Cuando hacemos un descubrimiento, buscamos la colaboración del sector privado para ver de qué manera podemos cooperar. Estos acuerdos benefician también las entidades públicas, porque nos permite recuperar una parte de la inversión que hemos hecho y utilizarla para desarrollar proyectos e ideas nuevas.

Usted ha dicho que Cataluña es líder en la aplicación de la nanobiotecnología, en sistemas de diagnóstico y en regeneración de tejidos gracias al trabajo ya la inversión que se ha hecho. ¿Cómo prevé el futuro para la investigación?

Es un panorama complejo por la situación económica del Estado español. Incluso, por la situación económica de Europa en relación con el resto del mundo. Países emergentes como India, China o Brasil tienen un grado de desarrollo cada vez más alto. Esto, desde un punto de vista global, es bueno, porque significa que cada vez hay más gente investigando. Pero, desde el punto de vista de nuestro país, tenemos que decidir cómo nos situamos en ese entorno y cómo podemos hacer que nuestro talento se quede aquí o, incluso, atraer talento de fuera que nos vea como una oportunidad.

«El conocimiento es fundamental, y es la manera que un país tiene de estar entre los mejores»

Los gobiernos catalanes de los últimos veinte o veinticinco cinco años han entendido esta cuestión, y han llevado a cabo estrategias políticas e iniciativas ─como los centros de investigación o el programa ICREA─ que han permitido mantener un nivel de desarrollo alto. En estos momentos y en el ámbito de la investigación, Cataluña está bien posicionada dentro de la comunidad europea. Pero hay que seguir, y sé que es complejo. Los últimos años han sido difíciles. Las empresas también se han resentido de la situación económica, y nos cuesta encontrar recursos para sacar adelante los proyectos. Pero lo más importante es mantener la apuesta que se ha hecho de país: el conocimiento es fundamental, y es la manera que un país tiene de estar entre los mejores.

¿Y el KIC en envejecimiento activo y saludable puede servir para atraer talento, para transferir conocimiento o para dinamizar la economía?

El KIC es una gran iniciativa del Instituto Europeo de Tecnología, una institución promovida por la Comisión Europea. Un KIC es una comunidad de conocimiento e innovación. En el consorcio donde estamos se reúnen las mejores entidades de Europa, públicas y privadas, en materias vinculadas con el envejecimiento activo y saludable. Incluye instituciones del prestigio de Oxford, el Imperial College, Karolinska, Lovaina, Heidelberg o Max Planck. Hay grandes centros universitarios y, también, grandes empresas: Roche Diagnostics, Siemens, Philips, Ferrer, Telefónica, etc. Estar presente entre estos grandes actores europeos y el hecho de que, dentro de nuestra propuesta, el nodo español tenga su sede en Barcelona, también sitúa la ciudad y sus entidades a la cabeza, junto a Suecia, Alemania, Reino Unido, Francia; es decir, los grandes países de Europa. Son grandes actores que verdaderamente pueden conseguir lo que pretende la Unión Europea: que el trabajo coordinado entre ellos genere herramientas para lograr que los ciudadanos envejezcan de una manera activa y con estilos de vida más saludables.

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