Ada Colau, la activista que desafió los límites del poder

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En 2015 Ada Colau llegó junto a Barcelona en Comú para establecer una nueva forma de hacer política. Sorprendió a todos cuando resultó electa sucesora de Xavier Trias y se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo. Ocho años después, los barceloneses vuelven a hacer frente a una elección similar pero con roles invertidos: Colau es la alcaldesa y Trias el aspirante. Luego de dos mandatos al frente de la ciudad de Barcelona: ¿Aún queda algo de la activista que logró empatizar con el pueblo?

Ada Colau en la presentación del documental Kinder City de Pau Faus.
Foto: Vitalina Koshevaya

Camila Beraldi

“Una ciudad civilizada y europea como Barcelona tiene como alcaldesa a Colau, una cosa de risa. Una mujer que debería estar sirviendo en un puesto de pescado”, dijo Félix de Azúa, el escritor miembro de la Real Academia Española en una entrevista a la revista Tiempo en el 2016. La alcaldesa no demoró mucho en replicarle en ese entonces: «En las futuras definiciones de machismo y clasismo de la RAE, podrá citarse a sí mismo”, le contestó vía Twitter al académico. Si bien Colau llegó a la política como una outsider, su objetivo junto a Guanyem Barcelona (ahora Barcelona en Comú) siempre fue muy claro: ganar. Perteneciente a una generación activista derivada del 15M y de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), no incursionó en política para ser una mera oposición. Ganar estaba en el ADN de su propuesta. Pero no es habitual que alguien pase directamente del activismo a la alcaldía de una gran ciudad sin incomodar a los poderosos. Es natural que su triunfo electoral haya despertado cierta inquietud en determinados ámbitos, que habrían preferido que ella se quedara detrás de las pancartas. 

Una gran fuente para remontarse a los inicios de Ada Colau en la política es el documental “Alcaldesa”: una crónica audiovisual de los 12 meses de campaña previos a su primer triunfo.  Su director, Pau Faus, conoció a Colau en la PAH en el 2013. “Me llamó mucho la atención el tipo de lucha que hacía, me acerqué y ofrecí ayudar”, explica Faus. “Con el tiempo me di cuenta que, al final, la película para mí habla del poder de la inocencia”, confiesa el director. Es la misma inexperiencia la que no deja que Colau se asuste en los momentos más tensos con sus adversarios y son ellos quienes acaban legitimando su lugar de poder. “Me veo alcaldesa porque los otros ya me tratan como tal”, expresa Colau espontáneamente hacia el final de la película. No fue sino hasta que Xavier Trias la llamó por teléfono que ella se dio cuenta que había ganado la elección. Ante la pregunta de qué resta hoy en Ada Colau de aquel personaje retratado en “Alcaldesa”, Pau Faus responde: “Yo creo que es exactamente la misma. Lo que pasa es que la presión mediática para que no lo parezca es fuerte”, expresa el director.

Ada Colau junto al director Pau Faus. Foto: Vitalina Koshevaya

Las redes sociales han sido, a lo largo de la trayectoria de Colau, una gran herramienta para combatir críticas y además una vía para mantenerse cercana a la gente. Como activista, le fue muy bien en Twitter para reivindicar sus causas. Pero como alcaldesa, su comunidad de seguidores pasó a ser incontrolable. En 2021, con casi un millón de seguidores, Colau anunció públicamente que abandonaba la plataforma. “Precisamente porque intento hacer buena política, voy a dejar Twitter”, afirmó en un extenso comunicado. Después de tres años de inactividad su cuenta aún conserva 883.100 mil seguidores. Hoy en día apuesta por redes menos controvertidas como Instagram, Facebook y, más recientemente, Tik Tok. Allí se puede ver a una Colau más relajada, caminando por Barcelona al ritmo de Rosalía o desmintiendo entre risas las fake news que publican sobre ella los medios tradicionales. Como otros políticos, descubrió un medio para llegar al público más joven. Ha publicado una serie de vídeos con el influencer Helio Roque promocionando el funcionamiento del transporte público en Barcelona y hasta mantuvo una conversación telefónica en vivo con Ibai Llanos.

La vivienda ha sido, naturalmente,  una de las mayores apuestas del gobierno de Colau. Lucía Martín, concejala de vivienda y ex miembro de la PAH, defiende que “nunca en la historia de la ciudad se hicieron políticas de vivienda tan valientes y transformadoras”. Pero, quizás por su pasado activista, varias de las  promesas de la alcaldesa quedaron inconclusas y esto llevó a que se la acusara de “pecar de optimista”. Durante sus dos mandatos, el parque público sumó 4.600 viviendas de alquiler, la mitad de las 8.000 que había prometido.  Delia Ccerare es miembro de la PAH desde el 2011. Allí compartió algunos años junto a Colau. Aunque no quiso dar su opinión personal de la alcaldesa, sí opinó sobre su gestión». A comparación de otros partidos ha hecho cambios para la vivienda, pero creemos que no son suficientes”, y agregó: «Aún falta muchísimo, se puede hacer más».  Delia Ccerare hizo especial énfasis en que, aunque Colau proviene de la PAH, desde que se lanzó a la política “no tiene nada que ver con el movimiento». 

La transformación urbanística de la Barcelona de Colau puede sintetizarse en gran parte por las famosas supermanzanas. Una modificación de las calles para hacerlas  “más verdes, más saludables y más paseables”, explica Janet Sanz, Teniente de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad. Este modelo, que ha supuesto una gran proyección internacional, ha sido también uno de los más cuestionados por la oposición. La obra estrella,  la que Xavier Trias define como “el gran error de Colau”, es la conversión en ejes verdes de cuatro calles del Eixample: Consell de Cent, Girona, Comte Borrell y Rocafort. El impacto que tendrá esta obra ha generado un inmenso debate. Los comerciantes temen un efecto negativo en sus negocios y a muchos ciudadanos les preocupa que el retirar los coches de esas calles provoque que otras se colapsen. La paradoja del Gobierno es que la gran mayoría de las obras ni siquiera estarán terminadas hasta poco antes de la campaña electoral.

Este año Barcelona se enfrenta a una de las elecciones más polarizadas de su historia. En esta oportunidad, con Colau como oficialista, la estrategia es la misma a la que apuntaba Trias en 2015: el voto por oposición. Las dos fuerzas proponen modelos antagónicos, pero a su vez se necesitan el uno al otro para polarizar la campaña a su favor. La imagen de ambos compartiendo un almuerzo apenas Trias anunció su candidatura no retrató un consenso, sino dibujó los dos posibles caminos que le quedan a Barcelona. El resultado final será decisivo y definirá si la ciudad continúa el cambio impulsado por Colau o, después de ocho años, volverá a manos de Trias.

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