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Bibliotecas públicas y escuelas: una relación compleja, también en Francia

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Mònica Baró
Facultat de Biblioteconomia i Documentació
Universitat de Barcelona
 

Dominique Arot i Thierry Grognet. Les relations des bibliothèques des collectivités territoriales avec les établissements scolaires. Ministère de la Culture et de la Communication, décembre 2013. Disponible a: http://cache.media.enseignementsup-recherche.gouv.fr/file/2013/62/4/Rapportecoles_definitif_25-02_303624.pdf [Consulta: 21/05/2014]

El documento que comentamos forma parte de un estudio más amplio encargado por la Ministre de la Culture et de la Communication y por la Ministre del Enseignement Supérieur et de la Recherche del gobierno francés a la Inspection Générale des Bibliothèques con el objetivo de analizar el papel de las bibliotecas en cuanto a la formación, la investigación, la cultura y la inserción social, especialmente de los jóvenes, en un contexto de modificaciones en las estructuras territoriales y de generalización de la documentación digital.

Este informe específico se propone determinar las relaciones entre las bibliotecas públicas y los centros educativos, identificar las buenas prácticas y establecer unas recomendaciones para mejorar la eficacia de las acciones que se llevan a cabo, aprovechando la implantación de nuevas directivas en el mundo de la educación que deberían permitir una mejora en la organización del tiempo escolar y la revalorización de las actividades artísticas y culturales. Los malos resultados en las pruebas PISA y las tasas elevadas de fracaso escolar (17%), requieren que los diversos agentes involucrados en los aprendizajes de los niños y jóvenes mejoren en la coordinación.

El primer capítulo repasa la historia de las bibliotecas departamentales y municipales y de las de los colegios, los liceos y de las escuelas maternales y elementales, y evidencia el desarrollo tan desigual que han tenido. En el segundo capítulo se analiza la relación entre las bibliotecas públicas y los centros educativos, y se valoran las acciones más comunes como las visitas escolares o el préstamo de libros en las aulas. Por otra parte, se pone de manifiesto que la complejidad administrativa dificulta el trabajo entre estas dos instituciones, y así, la biblioteca municipal a menudo trabaja exclusivamente para los centros de grados inferiores, mientras que colegios y liceos quedan al margen, ya que dependen de los departamentos y las regiones, respectivamente. El capítulo se cierra con la mención de algunas buenas prácticas derivadas del establecimiento de políticas específicas de promoción de la lectura, como los contratos territoriales lectura (CTL), y otros más genéricos como los Proyectos educativos territoriales (PEDT). En el capítulo tercero repasa muy someramente los recursos y servicios que las bibliotecas públicas ofrecen a niños y jóvenes: colecciones, apoyo al trabajo escolar, espacios de trabajo, etc. El cuarto capítulo es una especie de recopilación de iniciativas y acciones muy diversas que podrían tenerse en cuenta para mejorar la situación. Se mencionan el modelo del mundo anglosajón, con una tradición más arraigada de biblioteca escolar, las bibliotecas de doble función finesas o la creación de un portal único para las bibliotecas escolares en Alemania. Se describen las posibilidades de Bibliothèque Nationale de France de cara a la formación de los profesionales y la provisión de recursos para las bibliotecas, recursos didácticos, pero sobre todo digitales tal como lo hace la Library of Congress. Por otra parte, se explora el papel de las bibliotecas públicas en la difusión de la cultura digital y cómo se pueden abrir los centros educativos. También se plantea la necesidad de establecer vínculos con el mundo del libro, con autores, libreros y editores, y de trabajar para una cultura del escrito, que se podría establecer a partir de las colecciones patrimoniales de muchas bibliotecas públicas y se hace una breve mención a la necesidad de trabajar con las familias. El capítulo se cierra con dos peticiones: la primera, de reforzar la relación entre los profesionales de la biblioteca pública y la biblioteca escolar -de procedencia académica diferente y que desconocen la realidad ajena-, y la segunda, de realizar un estudio en profundidad de la situación de las bibliotecas escolares en Francia, indispensable para el establecimiento de políticas públicas.

El apartado dedicado a las conclusiones no aporta gran cosa al informe, que se cierra con un apartado de recomendaciones, quizás la parte más interesante del trabajo, en el que se proponen una serie de actuaciones para mejorar la cooperación entre el mundo escolar y las bibliotecas públicas. Las propuestas reclaman insertar las bibliotecas escolares en las redes de bibliotecas públicas y en las políticas locales de desarrollo de la lectura; trabajar para unificar los catálogos; mejorar la coordinación de las actividades en torno al libro y la lectura; crear servicios educativos específicos en las bibliotecas públicas, desarrollar formaciones comunes entre los profesionales de las bibliotecas y la educación; reforzar la labor pedagógica de la Bibliothèque Nationale de France y, finalmente, crear un portal que reagrupe todas las ofertas e iniciativas llevadas a cabo en el territorio francés en relación a las bibliotecas escolares.

Después de leer el informe se puede pensar que, visto lo que se detalla, en casa no estamos tan mal. Ciertamente, los problemas detectados también están presentes en nuestra realidad, aunque ya quisiéramos que nuestras bibliotecas en los centros de educación secundaria y bachillerato se parecieran mínimamente a las francesas: personal específico y formado, presupuesto, acceso a los recursos digitales proporcionados por servicios centrales de los Departamentos, etc... pero por el contrario, hay que decir que nuestras bibliotecas públicas tienen más asumido su rol de apoyo en el mundo educativo y que en los últimos años se ha avanzado mucho en la relación entre estos dos entornos. Aún así, nos gustaría que nuestros consejeros de educación y cultura manifestaran preocupación por el papel de las bibliotecas en el siglo XXI, tal como lo han hecho los ministros franceses y actuaran de acuerdo, ni que sea para conocer el estado de las bibliotecas escolares y su relación con las bibliotecas públicas... Por lo demás, no hace falta decir que todos suscribiríamos que las recomendaciones del informe se pongan en marcha ahora mismo, en Francia, y aquí.