ALMA UK (Archives, Libraries & Museums Alliance UK) (2010). Economic Impact Toolkits for Archives, Libraries and Museums: Final Report. Newcastle upon Tyne: ERS, UK. 100 p. <http://wales.gov.uk/docs/drah/research/110331almaukeconomicimpactresearchen.pdf>. [Consulta: 20/09/2012].
La pregunta que encabeza este escrito es más fácil de hacer que de responder, y aunque está relacionada, no es exactamente lo mismo que preguntar por la utilidad de este museo. La pregunta, tal como está formulada, lleva implícita la idea de hacer balance entre los recursos empleados y los resultados obtenidos. Además no sería lo mismo el que respondieran el director del museo, un artista, un urbanista, un hotelero, un turista, un vecino del barrio del Raval de Barcelona, o un político. En todo caso, la respuesta -salvo quizá la del director del museo- estaría fundamentada en algunos datos, pero sobre todo en percepciones, sensaciones, experiencias, ideas preconcebidas que muy probablemente no acabarían de ser una respuesta precisa a la pregunta.
Y sin embargo desde algunos sectores lo que se llama sector cultural, se han hecho y se hacen ensayos para dar una respuesta precisa, adecuada, fundamentada y elaborada en base a una metodología científica a preguntas como esta, tratando de medir el impacto que tienen determinadas instituciones culturales y traduciéndo las conclusiones a términos económicos.
En 2004 el Gobierno encargó el primer estudio parlamentario federal sobre bibliotecas escolares. Cuatro años después, en 2008, Edith Cowan University, la Escuela Australiana de la Asociación de Bibliotecas (ASLA) y la Asociación Australiana de Bibliotecas e Información (ALIA) llevaron a cabo un estudio que ponía de manifiesto que el 29% del total de centros educativos y el 54% de centros educativos públicos tienen un presupuesto anual de menos de 5.000 dólares para la biblioteca escolar, una cantidad inferior a los datos del 1975, según el Children's Book Council of Australia (libro del Consejo de los Niños de Australia - CBCA). Esta cifra disparó la alarma. (Una situación, sin embargo, muy lejana en comparación con las bibliotecas escolares españolas, en las que sólo en un 15% de los casos declaran1 tuvo un presupuesto por encima de los 700 euros anuales.)
El pasado mes de mayo se celebró en Barcelona la Conferencia de la sección Metropolitan Libraries 2012 de la IFLA. Entre las participaciones destacadas, estaban las prácticas de las bibliotecas de Rotterdam y Amsterdam. No nos es extraño que los Países Bajos sean un referente en el mundo bibliotecario. Estudios como el que nos ocupan así lo constatan. Este documento, disponible también en formato libro, es un extenso diagnóstico y hoja de ruta para las 1100 bibliotecas públicas holandesas. Su lectura resulta de gran utilidad para contextualizar y observar qué líneas de trabajo se han desarrollado en Holanda desde el inicio del actual siglo XXI.
Los documentos científicos y técnicos son fundamentales para la actividad académica y para la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (I + D + I). Ahora bien, las nuevas tecnologías y los modelos emergentes de negocio han transformado el entorno informativo de los investigadores y los trabajadores del conocimiento, es decir, de aquellos cuya actividad laboral principal consiste en desarrollar y usar conocimiento. Algunos cambios han facilitado el acceso a la información, mientras que otros la han complicado. Por ejemplo, el aumento de servicios para identificar literatura científica (Google Scholar, PubMed, Scirus, Scopus o Web of Science) facilita la localización de documentos pero, a pesar del empuje del movimiento de Open Access (OA), no siempre es fácil acceder. Además, los investigadores tampoco acaban de entender como pueden reutilizar los contenidos abiertos para la enseñanza, la extracción de tablas, figuras u otros materiales, la colaboración o el análisis de textos.
