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Texts de l'Era de la Perla
Presentació de la Revista DUODA
JÚLIA GARCÍA HERNÁNDEZ
Rev. DUODA 53 Presentació
Llibreria Pròleg. 15 de març de 2018
Me gustaría empezar expresando el gran privilegio que siento al estar aquí hoy presentando la revista número 53 de Duoda. Descubrí Duoda a raíz de un curso que realicé sobre pedagogía menstrual en una plataforma llamada el Camino Rubí. En el momento que supe que en la universidad de Barcelona existía un lugar que vinculaba docencia e investigación decidí que quería formar parte de ello.
Me gustaría expresar qué ha significado Duoda para mí y querría vincular mi experiencia personal con el diálogo magistral “Treinta años de docencia libre en Duoda” de María Milagros Rivera publicado en este número.
Mi experiencia era, antes de llegar aquí, la de una mujer joven feminista que reivindicaba mis derechos en confrontación con el patriarcado. Llevaba tiempo agotada. Frustrada con la que sentía una imposición masculina en la mayoría de ámbitos. Ese neutro no me representaba y buscaba mi lugar por medio de la confrontación, el debate o la polémica. Mi ser mujer me pesaba.
Aquí descubrí una verdad que me había sido oculta siempre. Abriéndome a algo nuevo, que estaba presente pero que debía observar con más cuidado. Necesitaba ser consciente de mis alas para levantar el vuelo. Existe presencia pública de lo femenino libre, hoy y en el pasado; se trata de reconocerlo y traerlo a la lengua que hablamos. Descifrar la genealogía femenina que me precede y reconocerla fue el inicio del camino hacia mi propia libertad. Dar sentido y reconocimiento a mis antecesoras componiendo dicha genealogía y partiendo de la escucha compartida fue el segundo paso. La Biblioteca Virtual ha resultado un gran pozo de sabiduría. De ahí ví la necesidad de hacer palabra mi experiencia, como mujer. Sin miedos. Por otro lado, observé por medio de lecturas e investigación cómo el patriarcado había excluido siempre a la madre, la única garante de lo simbólico. Como subraya Maria Milagros Rivera en éste número.
Antes, siempre había vivido esa libertad sexual posicionándome a favor o en contra pero he aprendido que de esa forma dejamos de ser libres para estar a un lado u otro del patriarcado. Entendiendo que ni el hombre es la medida de la mujer ni la mujer del hombre nace la apertura a lo infinito de cada quién.
En Duoda he aprendido que hay más libertad simbólica que la que una se toma. Ahí está el final del patriarcado. Como expresa la autora en este número, ser consciente de ese fin remueve y libera. Es algo irreversible. Reconocer que hoy en día los actos patriarcales son tomados como un delito y una injusticia es una certeza que nadie puede negar.
Creo que aún me queda mucho camino por recorrer, pero la necesidad de libertad femenina que me ha despertado este máster de docencia libre es un camino de no retorno. Lo que sí llevo conmigo siempre es la importancia de la acción diaria de significar en femenino. Y en Duoda observé el poder de la escritura que parte de mí. Es cierto que en un primer momento dudé acerca de la comunicación online del máster pero descubrí la fuerza de la escritura como experiencia vivida en nuestro cuerpo sexuado. Haciendo uso de la palabra. Una palabra que viene de la relación con nuestra madre y el diálogo con ella. Parte de nuestro ser y nuestra relación con el mundo. Personalmente el uso de la escritura me abre horizontes y tiende puentes. Dar palabra a lo que siento en momentos concretos va más allá de las reglas patriarcales limitantes. Escribiendo siento que expando mi infinito propio. Hago y deshago. Soy capaz de dejar fluir mi creatividad, mis conocimientos, mis saberes. En momentos de soledad cojo papel y lápiz y escribo. Partir de ti misma genera una independencia simbólica brutal. Ese cambio en la colocación me hizo levantar el vuelo.
Mi cambio interior fue haciendo mella en mi vida en la escuela. Mi trabajo como maestra fue abriéndose para dar paso a pequeñas dosis de libertad. Sin medidas políticamente correctas. La libertad se enseña con libertad, decían las beguinas, y entendí que se enseña libertad dando clase con libertad. Porque “las armas del amo no modificarán nunca la casa del amo” como ya dijo Audre Lorde en 1979. Sin comparar niños con niñas. Dándoles espacio a ser. Eso sí, sin abandonar el trabajo de mediación sobretodo en la violencia contra las mujeres. Al ser parte del equipo directivo de la escuela tuve suerte de poder incidir en la inversión de una gran cantidad de libros escritos por mujeres y sobre las biografías de éstas. Y sí, fue una acción política.
Por otro lado, me gustaría comentar el artículo de Encarnación López sobre las mujeres congolesas y las minas de coltán: dolor en el mundo. Como la autora comenta, el conflicto en el Congo destruye a las mujeres y la tierra donde ellas viven, pero cabe remarcar que son los hombres los agentes de ese conflicto. Al leer dicho artículo me vino a la mente el ecofeminismo y cómo la relación entre la naturaleza y lo femenino es más que evidente. Vandana Shiva explica el vínculo entre la dominación de la naturaleza, la subordinación de las mujeres y la opresión de los pueblos no occidentales. Comparto el análisis de la autora en cuanto a la apropiación del patriarcado de las cualidades que definen el principio femenino: de actividad, productividad, creatividad, y que ha sido asociado posteriormente a lo masculino. Tanto la naturaleza como las mujeres sustentan vida y conectan lo humano y lo natural. Ambas son consideradas hogar, donde existe un arraigo cultural, unas raíces que nos amparan. La Madre Tierra es madre porque la consideramos un ser vivo que garantiza su propia supervivencia y la de sus descendientes, del mismo modo que hacen la mayoría de las mujeres del planeta.
Es obvio pensar en que tanto mujeres como hombres somos seres necesitados de cuidado y alimento por motivos de supervivencia y es algo que han llevado a cabo las mujeres desde siempre: las prácticas de creación y recreación de la vida y la convivencia humana. Podríamos decir que la práctica de las mujeres ofrece una nueva forma de hacer política en la que la confianza y el amor por y en el mundo es fundamental. Y que de ella depende nuestra existencia. Es indispensable destacar el papel de las mujeres en las economías de sustento y nombrarlas como agentes activas en la culturalización basada en la vida.
Por último me gustaría hacer referencia al proyecto artístico de Olga Olivera-Tabeni, Plegant murs. Manual d’instruccions que aparece en este número de la revista. La idea de doblar los muros como lo hacemos con las sábanas, entre nosotras, con cuidado y amor pero con firmeza genera una acción política que vincula dentro y fuera. Lo dibujamos todas juntas. Y que pasa de las manos de unas a otras. Me guardo las brillantes palabras de la artista que dicen: si doblamos los muros como lo hacemos con las sábanas descubriremos que la próxima que los desdoble podrá disfrutar de la suavidad de la libertad femenina sin las arrugas del patriarcado.
Duoda me ha mostrado la importancia de la toma de consciencia femenina de desear algo que parte de mí. Pensar en que poseemos un deseo original que ya tenemos en nosotras pero que debemos poner conciencia para dejarlo surgir. Reconocerme y hacerme reconocible es un trayecto que va de la mano de la relación con otras mujeres.
Por último, decir que aquí he aprendido que tenemos frente a nosotras la posibilidad de estar en el mundo del modo en que queramos. Mi estar en la universidad ha cambiado. La autoridad femenina que se genera en este máster genera una grandeza que se contagia. Como sucede con la experiencia de libertad. Y entendí que el significarse mujer es el centro de Duoda.
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