Dolor físico y dolor emocional

Al hablar del dolor nos expresamos de manera similar cuando es físico que cuando es social-emocional. Expresiones como: me duele el alma, siento un dolor profundo cuando lo recuerdo, me duelen tus palabras, me duele tu ausencia…

Pero, ¿qué de verdad encierran esas palabras?, ¿realmente sentimos dolor o es una metáfora? Adentrémonos en nuestro cerebro y comprobemos qué ocurre en ambas situaciones. ¿Qué crees tú?

El dolor físico recorre un camino veloz desde nuestros sentidos hacia el cerebro para protegernos, y se activan diferentes áreas por las que lo percibimos. Con una resonancia magnética funcional podemos observarlas y ver su nivel de activación según la intensidad del dolor. La sorpresa viene cuando al mirar el cerebro de una persona con dolor social, emocional, como puede ser el desamor, una separación, una pérdida o rechazo social, se activan áreas similares a las del dolor físico.

El dolor físico y social-afectivo van de la mano. Ambos activan áreas concretas como la corteza cingulada, la ínsula, la sustancia gris periacueductal, el tálamo, la corteza prefrontal y la sensorial… En el caso del dolor físico es más intensa dicha actividad en la ínsula posterior mientras que en el dolor social lo es en la ínsula anterior, es decir, hay cambios de intensidad en uno y otro, pero en las mismas zonas (Tchalova 2015). Si el dolor es intenso se activan vías inhibitorias para disminuirlo., mientras que en el dolor social lo es en la anterior, es decir, hay cambios de intensidad en uno y otro, pero en las mismas zonas (Tchalova & Eisenberger, 2015). Si el dolor es intenso se activan vías inhibitorias para disminuirlo.

Dolor en el aula

Cuando en un aula discriminamos, infravaloramos al alumnado, cuando existe rechazo o exclusión de cualquier tipo, cuando castigamos los errores y fracasos, todo ello realmente… duele. Nos duelen las ausencias, la soledad no deseada, el desprecio y cuanto nos afecta emocionalmente. No es inventado ni metafórico, el sustrato físico cerebral es de dolor.

Se han llevado a cabo estudios con juegos de inclusión o exclusión social (cyberball game). Una persona en un ordenador juega supuestamente con otras dos a pasarse una pelota. Cuando se entregan el balón de manera que cada persona recibe un número similar de pases todo va bien, pero cuando, a propósito, el sistema informático lo elude a menudo, jugando mucho más los otros jugadores, enseguida se activan las áreas del dolor cerebral, cuanto más se le obvia más dolor aparece en la resonancia magnética funcional, acorde con su malestar creciente. Nuestro cerebro es social, somos seres sociales y el sentido de pertenencia es vital.

En otros estudios midieron la intensidad del dolor percibida con un láser de calor sobre la piel, y se comprobó que, en condiciones normales, aparecía un umbral doloroso determinado, pero cuando provocaron una situación de rechazo social la percepción real del dolor aumentó mucho, la actividad cerebral se intensificó y la persona no aguantó un dolor que antes le resultó llevadero. Al contrario, si bien ante el rechazo se intensifica, cuando aparece afecto y acogida social éste disminuye de manera muy significativa. Se pudo constatar que ambos dolores, físico y social-afectivo, se potencian o inhiben mutuamente.

Bienestar físico y emocional en el aula

Hoy sabemos que los analgésicos alivian el dolor emocional, que el apoyo social alivia el dolor físico, y que ese apoyo afectivo genera cambios inmediatos neurobiológicos. Los antidepresivos se postulan actualmente muy eficaces como analgésicos, tanto físico como emocionalmente. Tienen un efecto directo sobre las vías dolorosas. Un dolor físico mantenido puede generar una depresión; una depresión, angustia o estrés puede provocar un síndrome doloroso.

La educación emocional, la resiliencia y las habilidades sociales provocan aprendizajes importantes que modulan la intensidad del dolor; la corteza prefrontal aporta o reduce valor a una situación. Una persona inhibe las vías dolorosas, frente a una herida o lesión, hasta llegar a una zona de seguridad; la corteza prefrontal aporta sentido y le ayuda en la toma de decisiones y el comportamiento. Al ilusionarte una actividad, aunque tengas dolor, activas vías inhibitorias ante la expectativa del disfrute. Un faquir consigue la inhibición y mayor tolerancia dolorosa. Si un grupo te rechaza por tus valores, que para ti son importantes, sentirás menos dolor porque tu coherencia contigo tiene más peso que dicho rechazo. Si te excluyen y tú te minusvaloras, aumentará tu dolor.

Lo físico y emocional interactúan íntimamente. Cuidemos el clima con el alumnado, podemos disminuir su dolor o infringirlo.

Referencias

Tchalova K., and Eisenberger N.I. (2015) How the Brain Feels the Hurt of Heartbreak: Examining the Neurobiological Overlap Between Social and Physical Pain. In: Arthur W. Toga, editor. Brain Mapping: An Encyclopedic Reference, vol. 3, pp. 15-20. Academic Press: Elsevier