Cerebro y decisiones ideológicas

Una de las fuerzas más poderosas de movilización individual y colectiva es la ideología. Hace años que se estudia cuáles son las áreas del cerebro implicadas en las decisiones ideológicas en situaciones como, por ejemplo, los periodos electorales. Caroline Chawke y Ryota Kanai, de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, han analizado de qué manera la activación de una parte del cerebro, la denominada corteza prefrontal dorsolateral, condiciona las decisiones políticas. El resultado del estudio, que han publicado en Frontiers in Human Neuroscience, indica que, con independencia de la ideología previa de cada uno y de los spots de campaña que haya podido ver, la activación de esta zona nos predispone a tomar decisiones más conservadoras.

La ideología, entendida como un sistema de ideas económicas, políticas y sociales, contribuye a facilitar la interpretación del entorno y guía nuestras decisiones. Desde la perspectiva psicológica, su función principal es reducir el sentimiento de incertidumbre que generan los conflictos, puesto que al sentirnos partícipes de una ideología se reducen las opciones de respuesta a cualquier situación concreta. Dicho de otro modo, tendemos a actuar en concordancia con nuestra ideología, lo que, por consiguiente, hace disminuir los posibles conflictos cognitivos que pueden surgir cuando hay que casar la percepción que se tiene de la realidad con las decisiones que se toman y las consecuencias de estas decisiones.

Diversos estudios han indicado que una de las zonas que se activa con más intensidad durante la toma de decisiones políticas es la corteza prefrontal dorsolateral. Se sabe que contribuye a gestionar muchos aspectos complejos de la vida mental, entre los que se hallan la memoria de trabajo, la planificación, la flexibilidad cognitiva (que es la capacidad de considerar diversas soluciones a un mismo problema), la toma de decisiones, la resolución de conflictos cognitivos (que se producen cuando la percepción que tenemos de la realidad no coincide con los efectos esperados de nuestros actos) i también, curiosamente, la facultad de mentir.

Conflictos cognitivos e incertidumbre

Chawke y Kanai han investigado de qué manera una activación intensa de esta zona, que en el aspecto fisiológico equivale a la necesidad de resolver un conflicto cognitivo, puede condicionar nuestras decisiones políticas. Para el experimento, sometieron a un grupo de voluntarios a una campaña política, con eslóganes conservadores y liberales (definidos según el espectro político británico).

En primer lugar, identificaron su ideología política con un test psicológico que determina lo que se denomina “estilo cognitivo”: las personas de estilo cognitivo conservador buscan estabilidad, mientras que las liberales se mueven mejor en la gestación de las incertidumbres. Al mismo tiempo que veían la publicidad política, se les activó artificialmente la corteza prefrontal dorsolateral con una técnica de estimulación eléctrica transcraneal, que consiste en transmitir diversos pulsos eléctricos, indetectables para la persona, a una zona concreta del cerebro para estimular su actividad. Finalmente, volvieron a pasarles un test de estilo cognitivo, para ver si las decisiones ideológicas que tomarían entonces serían diferentes de las iniciales.

Dado que esta zona se activa muy especialmente durante la resolución de conflictos, y que una de las funciones psicológicas de las ideologías es disminuir el sentimiento de incertidumbre ante los conflictos, los investigadores esperaban que los voluntarios se reafirmasen más en su ideología inicial que el grupo de control, formado por personas a las que no se había aplicado la estimulación transcraneal. Pues bien, en todos los casos se observó un cambio ideológico hacia posiciones más conservadoras, con independencia de la tendencia política inicial y del eslogan visualizado en la campaña que se les mostró durante el experimento.

Según los autores, este cambio se puede explicar considerando que el estilo cognitivo conservador busca estabilidad, y la estimulación de esta zona genera conflictos cognitivos que incrementan el grado de incertidumbre. Por ello, para compensar las respuestas, se vuelven más conservadores. La conclusión final es que el ambiente global en una campaña política puede influir de manera muy importante sobre el sentido del voto -lo que ya era obvio con anterioridad-. Pero muy especialmente, y esta es quizás la novedad más destacable, cuando las diferentes propuestas y estrategias generan conflictos cognitivos, la tendencia social general pasa por devenir más conservadores.

* Traducido del artículo de David Bueno: «El cervell tendeix a tornar-se conservador quan es troba davant un conflicte» publicado en el diario Ara el 6 de junio de 2016.