¿Qué pasa cuando no dormimos bien?

La reparación y la regeneración deficitaria del sistema muscular y esquelético favorecen la aparición de dolor en diversas partes del cuerpo, normalmente las que han trabajado más durante el día, como puede ser la zona lumbar, si estamos muchas horas sentados, o las articulaciones. La falta de sueño también puede propiciar o agravar la fibromialgia  y la fatiga crónica, afecciones que también perjudican la calidad del sueño, de manera que no resulta sencillo establecer cuál es la causa y cuál la consecuencia. Pero, sin duda, hay una relación entre la calidad del sueño y estos trastornos.

Los desequilibrios hormonales debidos a la falta de sueño o a un sueño de mala calidad perjudican el funcionamiento psicológico, lo que afecta negativamente al estado de ánimo y favorece episodios de tristeza y depresión, al mismo tiempo que se acentúan las consecuencias del estrés. Además, también se alteran otras hormonas implicadas en el metabolismo, como por ejemplo la insulina; ello repercute en la aparición de trastornos metabólicos como la diabetes, la obesidad y la hipertensión. Estos trastornos, a su vez, en combinación con el estrés, pueden propiciar también patologías cardíacas.

La falta de coordinación y reactivación del sistema inmunitario por déficit de sueño o por sueño de poca calidad dificulta la defensa inmunitaria contra las enfermedades infecciosas, como las debidas a bacterias patógenas o a virus, y reduce la producción de anticuerpos.  Los anticuerpos son proteínas fabricadas por células del sistema inmunitario que reconocen de forma específica los agentes patógenos y los marcan para que otras células, también del sistema inmunitario, las destruyan o bien lo hacen ellos directamente, ayudados por otras proteínas. Además, el sistema inmunitario dispone de células capaces de reconocer y destruir las células tumorales. La falta de activación o la desregulación de estas células, que se denominan linfocitos T citotóxicos, incrementa la probabilidad de padecer cáncer.

No dormir o dormir mal afecta negativamente a la atención, la memoria y los aprendizajes, dado que el cerebro no puede consolidar las experiencias vividas durante la vigilia. Esto provoca que la memoria a corto plazo se resienta, hecho que a su vez afecta negativamente a la capacidad de concentración y de asimilación de conocimientos nuevos, al tiempo que favorece la pérdida de memoria. Por otra parte, en combinación con otros factores, como el estrés o el estado de ánimo negativo, que también pueden ser inducidos por la falta de sueño, incrementan la impulsividad y, en consecuencia, disminuyen la capacidad de reflexión y razonamiento.

Población que sufre apneas o insomnio

No hay coincidencia entre los diferentes estudios, pero en general se calcula que un 15% de la población adulta sufre insomnio, con más incidencia en las mujeres que en los hombres. En cambio, en cuanto a las apneas -pausas respiratorias durante el sueño-, el porcentaje de afectados sería el mismo, pero mayoritariamente son hombres. Los otros trastornos del sueño tienen una afectación más baja en el conjunto de la población.

Y… ¿Qué pasa cuando dormimos bien?