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La pandèmia com a oportunitat d'enteniment global

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MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS

La pandèmia com a oportunitat d'enteniment global

La epidemia ya global de coronavirus empezo, según parece, en China, un gran país de muchos países con una gigantesca capacidad productiva. También una vacuna contra el coronavirus parece haber sido diseñada en China. Lo tomo como dato astral que me señala algo que es del orden simbólico, del orden de sentido (sale en las novelas de Jane Austen), que es que el problema y la solución nacen en el mismo sitio, en las mismas entrañas. Por eso pienso que la pandemia que vivimos es una oportunidad de entendimiento global, no una nueva incitación a la competitividad.

La política de las mujeres no entiende la vida como lucha, ni dialéctica ni total, sino como sinapsis, como colaboración, cosa muy distinta de las sinopsis o síntesis que enseñaban en la escuela cuando yo era niña y que no llegué a aprender. La política partidista, en cambio prioriza la competitividad y la lucha por el primer puesto en la lista. Parece un tópico pero sigue ahí, en los estertores del final del patriarcado. Ya oigo a comentaristas políticos decir que China, por haber sufrido el coronavirus antes que Europa y por tener, al parecer, menos leyes que protejan la justicia social, aprovechará la ocasión para acabar de ponerse por delante de Occidente en el tablero de la clasificación mundial. Pero no es este el mundo que yo quiero y por el que vivo y deseo.

La política de las mujeres de hoy tiene su precedente más cercano y genial en la cultura de la conversación (Benedetta Craveri, Lia Cigarini) de las Preciosas de los siglos XVII y XVIII. Las mujeres amamos la conversación (ahora por zoom o lo que haga falta, el tendedero, el patio, la mesa, las cartas, las cortes de Amor) porque la conversación es versar con, con distintas versiones. Es siempre dispar y perecedera, no jerárquica ni piramidal, dejando sus huellas en el sentir, en el alma y en la conciencia de quienes participan, mujeres u hombres, en cada cual a su manera. La conversación es distinta y, en mi opinión mejor, más expuesta al entendimiento de Amor (Margarita Porete) que el diálogo, porque no es “palabra que atraviesa”, no atraviesa nada sino que aumenta, ensancha el placer de hablar y genera autoridad femenina, que es distinta del poder.

Si la epidemia que sufrimos es global, global ha de ser el entendimiento que genere. No una ocasión última y desesperada de reanimar la vieja prepotencia masculina, más propia del patriarcado extinto que del presente. Con la pandemia, la naturaleza se ha reivindicado sobrenatural. A mí me gustaría tenerla en cuenta, conversar con ella, no intentar dominarla una vez más. En la política de las mujeres, lo sobrenatural no consiste en tener poder para destruir la naturaleza ni en dotar de más medios a “la ciencia” si esta ciencia no es divina, sino en abrir una dimensión de entendimiento humano, personal, común, en la que esté siempre el dos.

Porque la naturaleza, frente a la máquina, es sexuada, siempre y en todas partes (Luce Irigaray). La criatura humana que la habita es mujer u hombre, porque así es dada a luz por su madre. Este es el principio de la política de las mujeres, un principio necesario que sigue ausente de la política masculina en sus estertores del final del patriarcado, aunque haya en ella mujeres. Pero ahí las mujeres no estan verdaderamente cómodas, se les queda pequeña, porque los partidos políticos nacieron precisamente en contra de las Preciosas. La mujer, madre o no, viene siempre antes, está ahí desde antes (Sor Juana Inés de la Cruz), y abre a la conversación, a la palabra, enseñándonos a hablar.
(24/03/2020)

Universitat de Barcelona
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