Lluís Vicente
Jefe de Innovación e iX Team
Quantion
Connolly, Edmund; Fredrickson, Jacob; Millar, Jake; White, Liz (comp.) (2019). Digital transformation for UK public libraries: five approaches to a «single digital presence». [S.l.]: [British Library: Arts Council England: Carnegie UK Trust]. 38 p. Disponible a:
<https://www.bl.uk/press-releases/2019/june/britishlibrary/~/media/6f0874bfdfd04e74abd9e113dd74d015.ashx>. [Consulta: 20/12/2019].

La transformación digital es el concepto estrella en cualquier sector cuando se habla de innovación más allá de novedades tecnológicas o startups con propuestas de valor que quieren romper el mercado. Más allá del hype y de los grandes gurús que nos hablan de cómo la transformación digital va a mejorar nuestras vidas (o es un caballo de Troya que va a sustituir a diversos perfiles de trabajo), transformar la actividad de una organización con la digitalización implica aspectos de gran calado. Por ejemplo, la eficiencia de los procesos. Todo aquello que no aporte valor o sea repetitivo debe ser digitalizado. También encontramos maximizar la experiencia de los usuarios (o clientes). Todos aquellos puntos de contacto o comunicación con estos deben regirse por una omnicanalidad lo más automatizada posible. Qué decir de la explotación de datos en grandes cantidades para tomar decisiones y de la reducción de costes a partir de la optimización de infraestructuras o aplicativos. Vaya… ¿No nos suena en bibliotecas o centros de documentación? Ciertamente, no cabe duda de que nuestro sector siempre ha avanzado con paso firme en ese proceso de transformación digital. Más allá de la aplicación de las .tech, la hoja de ruta que han seguido las bibliotecas a nivel global ha supuesto una mejora en muchos aspectos. En este sentido, ¿nos queda algo por hacer? Sí, bastante, el proceso de transformación aún parte de un modelo que empieza a perder fuelle. Hay tecnología disruptiva que aún debe cambiar mucho más y mucho más rápido en nuestro sector.
La transformación digital es el concepto de moda en todo tipo de evento, foro, redes sociales o blogs sobre innovación. Más allá de métodos milagrosos, insights de gurús digitales o estrategias etéreas sin resultados claros, usar la tecnología para mejorar servicios u organizaciones, y superar ciertas barreras conceptuales en el entorno de trabajo es necesario y obligado. En este sentido, por encima de otros sectores económicos y culturales, las bibliotecas y centros de documentación llevan un largo recorrido en este campo. Cabe preguntarse asimismo si los profesionales están preparados para tecnologías que están generando nuevas disrupciones. El machine learning o los smart contracts serán conceptos que vamos a tener que integrar en nuestro día a día laboral, así como el trabajo en entornos virtuales, con más de un dispositivo, y en donde el usuario final tendrá prácticamente línea directa con los profesionales, a través de diversos canales. Así pues, ¿tenemos las habilidades para asumir estos cambios? ¿Ya estamos en ese camino?

Facilitar, a través de repositorios en acceso abierto o a otros, publicaciones científicas, materiales docentes universitarios o cualquier tipo de documento académico generado por la actividad investigadora es una práctica muy habitual dentro de los centros de investigación y de las universidades. El profesional de la información sabe que, si bien es importante, archivar, guardar e identificar documentos de manera correcta para su futura recuperación, también lo es conocer la acogida de la comunidad científica y los caminos que han seguido los usuarios para llegar a la información. Hay experiencias y modelos para evaluar la actividad y cuantificar el retorno del esfuerzo que hacen centros de investigación y universidades para publicar artículos, e-prints u otros. Entre todos ellos, podemos destacar Toolkit for the Impact of Digitised Scholarly Resources (en adelante TIDSR), que nos servirá como algo más que una recopilación de técnicas para medir el impacto y retorno de la inversión de la publicación académica.
