Barcelona ante el futuro

Supermanzana del Poblenou | El proyecto urbanístico que genera tanto sonrisas como lágrimas

Desde su implantación hace cinco años, la Supermanzana del Poblenou ha cambiado la vida de sus vecinos. Los que están a favor dicen que se ha generado vida social, vecinal y comunitaria en el barrio. Los que están en contra critican la creación de calles de primera y de segunda.

MIKEL ELKOROBEREZIBAR BELOKI

Cuando uno se adentra en la Supermanzana del Poblenou olvida que está en una gran ciudad como Barcelona. Uno siente que está en un pueblo con edificios modernos. En las grandes urbes como la Ciudad Condal las anchas calles están dominadas por los coches y el peatón se limita a esquivar a sus conciudadanos por las no tan anchas aceras. La Supermanzana del Poblenou no es así. Las calles peatonales están ocupadas por niños que juegan en parques, gente mayor que juega al dominó, trabajadores que abren el tupper para comer una ensalada hecha en casa, o por vecinos de todas las edades paseando, andando en bici o patinando. No se esquivan, al igual que en los pueblos.

El edificio Media-TIC del arquitecto Enrique Ruiz Geli se encuentra dentro de la supermanzana, en el ámbito de la 22@. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)

Se cumplen cinco años desde que el Ayuntamiento de Barcelona implantara la primera supermanzana en la ciudad, y fue en el Poblenou. Entre las nueve manzanas entre las calles Tànger, La Llacuna, Pallars y Badajoz no pueden adentrarse los coches, a no ser que sean vecinos o que tengan un negocio en él. El espacio que ocupaban los automóviles ahora es para los peatones: hay parques infantiles, mesas y bancos de uso público, árboles, pinturas en el suelo y una huerta vecinal. Los que están a favor de la supermanzana dicen que “la felicidad es innegable” y los contrarios opinan que se huele “un gran malestar vecinal”. Este proyecto urbanístico ha cambiado la vida de los vecinos del Poblenou.

Las bicicletas son un medio de transporte muy utilizado en la supermanzana. (Foto: Gabriela Meléndez)
Las esculturas ‘Guardians’ de Xavier Mascaró «protegen» la supermanzana, fuera del Museo Can Framis. (Foto: Gabriela Meléndez)

“Yo hace cinco años no pensaba que mi vida fuera a cambiar tanto, y realmente ha cambiado. Antes iba al supermercado caminando y no encontraba a nadie en la calle, y ahora hay mucha gente y los vecinos nos conocemos entre nosotros, no como antes. Se ha creado un espacio social donde la gente se encuentra, y realmente se ha añadido uso al espacio público. Ha sido un incremento de calidad de vida importante”, dice Patrick Kappert, vecino de la supermanzana y miembro del Col·lectiu Superilla Poblenou.

Sílvia Casorrán es adjunta a la gerencia del Arquitecto Jefe del Ayuntamiento de Barcelona, consejera de Movilidad del distrito de Sant Martí y vecina de la Supermanzana del Poblenou. Para ella, la supermanzana ha sido un “éxito absoluto” y subraya la importancia de la creación de vida social en el espacio público. Es “súper fan” de las mesas de picnic: “Es la democratización máxima del espacio público porque te permite estar en el espacio público sin tener que consumir. Ves a adolescentes haciendo deberes, gente mayor jugando al parchís, gente joven jugando a juegos de rol, gente haciendo fiestas de cumpleaños, cenas de amigas, gente trabajando con su portátil… Te permite una multifuncionalidad del espacio público”.

Los vecinos usan cada rincón de la supermanzana para realizar sus quehaceres, por ejemplo, para usar el ordenador en la calle Sancho de Ávila. (Foto: Gabriela Meléndez)

También ha cambiado el volumen en el que habla la gente, según Kappert: “Cuando pasa un coche por la supermanzana la gente normalmente deja de hablar, y en el resto de Barcelona es imposible hacer eso porque pasan continuamente, y estamos gritando siempre. Aquí se habla mucho más relajadamente. El estrés del tráfico genera agresividad y nerviosismo. Aquí no es así. Los pájaros que se oyen, las mariposas que se ven… ¡Es inédito!”.

Los pájaros también aprovechan la calma de la supermanzana del Poblenou. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)

“La felicidad es innegable”, según Casorrán. Sí lo niega, en cambio, Ferran Mascarell, concejal adscrito en el Consejo del distrito de Sant Martí por Junts per Catalunya: “Hoy por hoy, todo el urbanismo táctico en Barcelona genera polución, genera mal humor, genera una intoxicación del espacio público que nunca había tenido Barcelona”.

Según Mascarell, la supermanzana desequilibra el espíritu de Ildefons Cerdà: “El Eixample que ideó Cerdà tenía un principio completamente democrático: repartir cargas y beneficios. No había calles de primera ni de segunda, todos ganaban y todos perdían, todos asumían las cargas de la vida urbana. El proyecto de las supermanzanas ha modificado genuinamente el proyecto de Cerdà”.

Se cumplen cinco años desde la implantación de la Supermanzana del Poblenou. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)
Se cumplen cinco años desde la implantación de la Supermanzana del Poblenou. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)

El concejal de Junts per Catalunya opina que la supermanzana del Poblenou ha provocado calles de primera, y calles de segunda: “Los vecinos se quejan de que si te ha tocado en un determinado rincón tienes la suerte de tener un espacio verde y si te ha tocado en otro lugar, tienes la mala suerte de que todos los coches que se distribuían por el conjunto del territorio pasan delante de tu casa. Yo siempre he pensado que el reto era recuperar los interiores de manzana, que eran para Cerdà los verdaderos pulmones de convivencia urbana”.

¿Es un debate entre ricos y pobres?

También hay un conflicto de clases sociales, según Kappert: “Muchos de los que están en contra viven en una urbanización que está fuera de la supermanzana, con jardín y piscina. Todas las casas de la supermanzana son viviendas de protección oficial. Es un poco de ricos contra pobres: ‘Ahora van a arreglar el espacio público a estos…’, pensarán. Había un bus en la calle Pere IV que iba en dos direcciones, y las paradas las han movido a las calles Tànger y Pallars, porque no podía pasar por la supermanzana. Ellos, que no cogen el bus y van en coche, se quejaban del ruido que hace el bus”. Sin embargo, ese autobús ahora pasa por la supermanzana, por un proceso participativo.

Los niños también son parte de la supermanzana. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)
Los niños también son parte de la supermanzana. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)

Hace cinco años comenzó el proyecto piloto siguiendo la propuesta que unos alumnos de Arquitectura hicieron al ayuntamiento. Después, el ayuntamiento organizó un proceso participativo donde debatían tanto los que estaban a favor como en contra de la Supermanzana. “Pronto se consigue que los que están en contra ya no critiquen la totalidad, sino que quieran mantenerla con algunos ajustes. Ahí hubo un proceso de negociación. Por ejemplo, la calle Roc Boronat al inicio de la Supermanzana no era continua como ahora: se obligaba a los coches a girar a otras calles. La gente se quejaba de que tenían que ir muy lejos para dar la vuelta y ahí hubo una concesión: los coches podían pasar a una velocidad máxima de 20 km/h. Fue la única concesión”, dice la consejera del ayuntamiento. Kappert señala que “TMB exigió que el bus pasara por ahí, y por eso pasan los coches ahora”.

La supermanzana ha dado color a las calles del Poblenou. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)
La supermanzana ha dado color a las calles del Poblenou. (Foto: Mikel Elkoroberezibar)

Para Ferran Mascarrell, “se ha perjudicado notablemente la movilidad porque en estos momentos para hacer un recorrido que antes se hacía en tres minutos ahora necesitas seis o siete”. Casorrán, en cambio, opina que “las quejas venían de vecinos que vivían fuera de la supermanzana que reclamaban su derecho a circular recto por todas las calles de la ciudad: un derecho bastante curioso”.

La Supermanzana del Poblenou abrió el camino a las supermanzanas de Sant Antoni y Horta, y a los ejes verdes del Eixample, por ejemplo. Sin embargo, el debate no se ha apagado. Este proyecto urbanístico que genera tanto sonrisas como lágrimas tiene un trasfondo que va más allá de los sentimientos: ¿quiénes deberían dominar la vida urbana: los coches o los peatones?

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