Universidad de Salamanca
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Ya a casi nadie sorprende, o al menos así debería de ser, la aparición de nuevos modelos de negocio en relación al libro y las tareas que tradicionalmente realizamos los profesionales de la información, cuyo origen a veces se pierde en el devenir de los siglos. Quienes llevamos al menos una veintena de años en la profesión hemos tenido la gran fortuna de haber sido testigos de primera línea en este viaje iniciático cuyo principio fue próximo a la tradición casi milenaria del bibliotecario y cuyo final está por escribir. Actualmente en la profesión existe una gran incertidumbre sobre hacia dónde nos dirigimos y cuál debe ser la naturaleza de los servicios de información, ello también es en cierta manera lógico, ya que ahora más que nunca somos intermediarios que realizamos una serie de tareas poco visibles y definidas, que a veces son atribuidas a otros profesionales como editores, gestores o informáticos.
¿A qué se refiere, precisamente, el término digital forensics? Antes de definirlo hay que precisar que, a diferencia del uso limitado al campo médico en castellano, la palabra forensics en inglés se refiere a la aplicación de una variedad de técnicas para resolver dudas y responder a preguntas para el buen funcionamiento del sistema judicial. En consecuencia, digital forensics abarca los procesos que sirven para:
En un momento en el que el interés por las monografías en las bibliotecas universitarias se centra en la incorporación de los libros electrónicos a la colección, nadie parece acordarse de los libros en papel. Sin embargo, la Cornell University encargó recientemente a un grupo de trabajo que estudiara el uso de las monografías impresas en la biblioteca. El objetivo era saber cómo circulan los libros para mejorar la gestión de la colección, intentando responder a preguntas como las siguientes: ¿hasta qué punto es justificable la existencia de un porcentaje de libros en la colección que nunca salen en préstamo?, ¿debe considerarse la adquisición, gestión y conservación de estos libros un gasto superfluo o una inversión en una colección de reserva estratégica?
Este estudio editado por el CLIR (Council on Library and Information Resources) trata de poner las bases para una buena gestión del nuevo ambiente digital. Ello llevará a una reconceptualización de la universidad moderna y por supuesto de las bibliotecas universitarias.
