Daniel Torres
Centro de Investigación Médica Aplicada
Grupo EC3
Susan Kroll and Rick Forsman. 2010. "A Slice of Research Life: Information Support for Research in the United States." Report commissioned by OCLC Research in support of the RLG Partnership. Published online at: http://www.oclc.org/research/publications/library/2010/2010-15.pdf
Recientemente en otros foros se ha venido comentando el creciente desapego que existe en la actualidad entre los investigadores/profesores y la biblioteca universitaria. El investigador actual parece que ya no necesita a la biblioteca y la biblioteca, en su enésima crisis de identidad, parece que debe buscar nuevas competencias y servicios que ofrecer a éstos usuarios para su supervivencia. Este alejamiento, independientemente de las razones que lo han producido, no es exclusivo de España ya que en otros países se está produciendo una situación análoga (parece que es una preocupación común) por lo que se elevan las voces que ven necesario el volver a tender puentes entre bibliotecarios e investigadores. Para ello es necesario conocer exactamente a que dedican su tiempo nuestros investigadores y precisamente en este tema se centra uno de los últimos informes de la OCLC titulado "A Slice of Research Life: Information Support for Research in the United States".

Bibliografía mensual especializada en tecnologías de la información, de carácter selectivo de acceso gratuito, publicada únicamente por Internet. El ámbito temático es bastante amplio, dado que las tecnologías están presentes en todos los ámbitos de nuestra profesión. Se tratan temas como las bibliotecas digitales, preservación de recursos, gestión de repositorios, Google, Internet, usabilidad, catalogación, opacs, gestores de contenidos, acceso abierto ... Los trabajos citados se refieren tanto a bibliotecas públicas como universitarias, y otros contextos de aplicación.
Algunos de los resultados más espectaculares de la digitalización de la información han venido por un lado inesperado, la de los mecanismos que han encontrado editores y bibliotecas de hacer unos acuerdos comerciales totalmente nuevos respecto a los que han configurado la realidad bibliotecaria de la última mitad del Siglo XX.
Aunque no hacía falta la eficaz colaboración, más que de los docentes, de los enseñantes de documentación, lo cierto es que el trabajo catalográfico no está muy bien visto. Es francamente poco cool. Sin embargo, no cabe duda de que crear registros bibliográficos es algo imprescindible para que las bibliotecas funcionen correctamente. De alguna manera tiene el pobre lector que acceder a alguna clave que le permita el acceso a la información o al material bibliográfico que busca, e incluso puede encontrarse con sugerencias que satisfagan, al menos parcialmente, su interés inicial por una obra concreta. Y no es ese, desde luego, el único escenario que cabe imaginarse. Está claro, por lo tanto, que cuanto mejor sea la descripción bibliográfica, más amplios los puntos de acceso, mejor conectados unos registros con otros, unos campos con otros, más abiertos sean los sistemas, se disponga de resúmenes, y así hasta el grado que queramos imaginar, la biblioteca cumplirá la labor esencial que Ranganathan fijó y que no es otra que ahorrarle tiempo al lector.
