Drogas y delitos: Aproximación criminológica a las sustancias psicoactivas

drogas y delitos

Este extenso libro de casi 400 páginas responde a muy diversas intenciones. En primer lugar, se trata de un texto académico, un tanto duro, dirigido a estudiantes de criminología, a los que presenta una versión holística e inédita de la cuestión tradicional de las drogas, incluyendo múltiples aclaraciones conceptuales e informaciones singulares en forma de anexos que recogen cuestiones poco conocidas, aunque relevantes, sobre cómo se han conformado históricamente las diversas narraciones en torno a las drogas. También incluye en cada capítulo tres propuestas de reflexión, debate o sugerencias de posibles trabajos prácticos para mejorar el conocimiento sobre la temática desarrollada.

En segundo lugar, para poder realizar esta singular operación de conocimiento holístico utiliza una perspectiva teórica transdisciplinar, que relaciona siete campos de conocimiento: actuación (ciencia política), normas (derecho), individuo (psicología), sociedad (sociología), cultura (antropología), relatos e información (ciencias de la información) y soporte biológico (biomedicina y en particular neurología). Todas estas perspectivas están presentes en la versión teórica transdisciplinar utilizada de forma equilibrada y sin que ninguna predomine sobre las otras.

En tercer lugar, el texto muestra la evolución de las políticas sobre drogas desde el viejo modelo moralista y normativo, pasando por el momento de “las toxicomanías”, después “las drogodependencias” para aterrizar posteriormente en el momento de “las adicciones”. Se trata de tres etapas muy diferentes que concluye con la actual emergencia, en el corazón de las publicaciones científicas más relevantes, de un nuevo paradigma (en gran medida fruto del experimento del “Parque de las ratas” y su rabiosa censura durante más de tres décadas), que el autor identifica como “trastornos del espectro por sustancias psicoactivas”.

En cuarto lugar, entiende que estas sustancias psicoactivas se dividen actualmente en cuatro categorías: drogas legales, drogas ilegales, fármacos y sustancias dopantes. Se trata de cuatro conjuntos que muestran numerosas intersecciones (que aparecen cuando dos sustancias pertenecen a dos o más conjuntos), de los que se analizan, en particular a partir de las nuevas epidemias de opiáceos, los que pertenecen a la vez a la categoría de “drogas ilegales” y a “fármacos psicoactivos”. En esencia muestra como el campo “sustancias psicoactivas” presenta contradicciones y disonancias poco fundamentadas porque se trata de cuatro lógicas muy diferentes: la primera histórico-cultural para las drogas legales, la segunda fundamentada en la moral puritana del neodarwinismo para las ilegales, la tercera orientada por el beneficio empresarial para los psicofármacos y la cuarta por las apariencias de salud (también con base moral) para los dopantes.

En quinto lugar, estas contradicciones le permiten analizar algunas cuestiones, como son las divergencias entre el imaginario social del “narcotráfico mediático” y la realidad del “narcotráfico desorganizado” sobre el que la investigación criminológica más reciente ha aportado crecientes evidencias. También la documentación generada por Naciones Unidas desde la Convención de 1988, y la imposibilidad de lograr nuevos consensos a partir de dicha fecha. Aunque quizás lo más relevante sea la imposibilidad de aplicar las nuevas políticas criminales, las denominadas de “derechos sociales”, que ya se aplican en otros campos, pero que muestran notables incongruencias institucionales cuando se trata de sustancias psicoactivas, sometidas siempre a las actuaciones políticas de los grupos de presión organizados.

Finalmente se aplican todos estos hallazgos a varias cuestiones, que conforman la parte central del texto y entre las que se puede destacar, la actitud del tardofranquismo ante las drogas ilegales, las razones de la epidemia de heroína que además se presenta desde una perspectiva de género inédita (y en algunos casos se dirá radical), el protagonismo racional del insight psicológico en el ámbito de la intervención, los diversos avances de la neurología y su selección  moral, el rol de las “drogas recreativas”  (cuyo impacto sobre la salud pública fue tan escaso como alarmista) para bloquear la expansión del uso de opiáceos en las jóvenes generaciones a partir del 1992 y de manera muy detallada cómo se produjo “la progresiva destrucción de la red asistencial española” y cómo de “exportadores de conocimiento y prestigio” pasamos a ser unos compradores compulsivos de conocimientos obsoletos procedentes de ámbitos muy particulares y de un único país (Estados Unidos).

El último capítulo enseña a los profesionales a evitar, en la práctica cotidiana, ser víctimas de relatos que disfrazados de supuesta “evidencia científica” representan sólo prácticas sustentadas en criterios morales, ideológicos o económicos. En resumen, el autor muestra como la coletilla:

“trabajar desde la evidencia” en el campo de las sustancias psicoactivas supone, en ocasiones, recurrir a las explicaciones seudocientíficas más disparatadas, aunque bien financiadas.

Fuente original: lasdrogas.info